Gabriel caminó durante horas a través del denso y vasto bosque, sus pies crujiendo las hojas secas bajo el peso de cada paso. El entorno lo envolvía en un aura de misterio, con árboles altísimos cuyas copas parecían tocar el cielo, y sombras que se movían con el viento como si el propio bosque estuviera vivo. Buscaba comida, agua o algún refugio que le permitiera descansar y pensar con claridad.
Sin embargo, después de horas de exploración, no encontró nada.
—Bueno... pensé que sería más fácil... —murmuró, soltando una risita nerviosa antes de suspirar profundamente. El cansancio comenzaba a hacerse evidente en sus músculos, pero la esperanza seguía viva en su pecho.
El día fue cediendo lentamente a la oscuridad de la noche. Gabriel miró hacia el horizonte, notando cómo el cielo se teñía de tonos violáceos y grises. Una sensación extraña se apoderó de él, una especie de advertencia silenciosa. Algo en su interior le decía que la noche en ese mundo traía peligros que aún no comprendía, así que decidió subir al árbol más alto que encontró. Las ramas gruesas le ofrecían un lugar donde guarecerse, aunque su mente no encontraba descanso.
Durmió poco, despertando varias veces al escuchar crujidos y sonidos desconocidos que provenían de lo profundo del bosque. Las sombras danzaban en la distancia, y aunque no pudo ver nada claramente, la sensación de ser observado era innegable.
Cuando al fin amaneció, Gabriel descendió del árbol con las extremidades entumecidas, pero con una determinación renovada. Recolectó lo que pudo encontrar: pequeños palos secos, hojas de distintos tamaños y formas, frutos silvestres de apariencia extraña, y la piel de algún animal muerto que encontró en el camino. También halló unas cuantas piedras medianas, lisas y útiles.
—Bueno... supongo que esto me servirá... ¿verdad? —murmuró mientras inspeccionaba los objetos en sus manos, tratando de convencerse a sí mismo de que había hecho algún progreso. Aun así, una sombra de duda cruzó su rostro—. A quién engaño... Esto no es suficiente. Ni siquiera tengo agua...
Con una resignación tranquila, Gabriel ató todo con la piel del animal y decidió seguir explorando. No temía perderse, porque, en realidad, ya estaba perdido desde el momento en que llegó a ese mundo. Lo único de valor que poseía era el misterioso libro que había despertado junto a él. El libro, aún en blanco, no ofrecía respuestas ni instrucciones claras, pero él lo mantenía consigo, convencido de que, tarde o temprano, revelaría su propósito.
Pasaron horas mientras caminaba por el frondoso bosque, con los ojos atentos a cualquier señal de agua o vida. El tiempo en ese lugar parecía transcurrir de forma diferente; los días duraban más de lo que estaba acostumbrado.
—Qué extraño... ¿Será que aquí los días son más largos? —se preguntó mientras seguía avanzando.
Después de unas cinco horas de agotadora caminata, Gabriel divisó algo en la distancia. Sus ojos se iluminaron al ver lo que parecía un refugio: una cueva pequeña que sobresalía en la ladera de una colina cubierta de vegetación.
—¡Síii! —gritó, el alivio mezclado con la euforia—. Un lugar al que puedo llamar hogar... al menos por el momento.
Gabriel se adentró con cautela en la cueva. Era poco profunda, pero lo suficientemente amplia como para ofrecerle protección. Las paredes de roca gris eran frías al tacto, pero también lo hacían sentir seguro, como si las piedras lo envolvieran en un abrazo protector.
Con el día aún por delante, Gabriel decidió aprovechar el tiempo. Empezó a trabajar con lo poco que tenía, creando herramientas improvisadas, despejando la entrada y recolectando más materiales. Su mente recordó los documentales de supervivencia que solía ver, donde hombres rudos lograban construir refugios y herramientas con nada más que palos y tierra.
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El Mundo De Minecraft (Isekai MC y Fantasía Medieval)
FantasyUna historia basada en un mundo que conoces... Un mundo lleno de enemigos y aliados.. Esta historia no es como otras... Si quieres conocer un mundo diferente.. te invito a leer mi estimado. (Perdón por los errores ortográficos XD si hay palabras...