UN LARGO CAMINO cap5

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Días habían pasado desde que nuestros protagonistas emprendieron su viaje. Un camino sin un rumbo claro, pero impulsados por la emoción y la curiosidad de descubrir qué les aguardaba más allá del horizonte.

Esa mañana, el aire estaba fresco y suave, como una caricia que anunciaba el inicio de un nuevo día. El sol comenzaba a asomarse tímidamente por el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y dorado. Gabriel, quien ya se había despertado, se estiraba con pereza, sus ojos aún medio cerrados, mientras escuchaba el suave murmullo del bosque alrededor.

Con una sonrisa en el rostro, decidió que era momento de despertar a su compañera.

—Leica... despierta, tenemos que seguir —susurró Gabriel mientras se acercaba a su compañera, quien aún permanecía acurrucada en su lugar de descanso.

—Umm... un rato más... —murmuró Leica con los ojos aún cerrados—. ¿No crees que es muy temprano?

Gabriel suspiró, rascándose la nuca mientras miraba el cielo teñido de los primeros destellos del amanecer.

—Aun así, es mejor viajar mientras el día dura... —dijo, pero antes de terminar la frase, su pie resbaló en la rama donde se encontraba sentado—. ¡Mierda!

De repente, Gabriel perdió el equilibrio. El mundo giró por un segundo antes de sentir el impacto brutal contra el suelo. Tres metros de caída no eran poca cosa.

—Jejeje, olvidé decirle que dormimos en un árbol... —murmuró Leica con una sonrisa somnolienta, y sin moverse ni abrir los ojos, se acomodó de nuevo, volviendo a su sueño mientras Gabriel gemía de dolor.

Esa era la rutina de cada mañana. Dormir en el suelo ya no era una opción; los monstruos que rondaban en la oscuridad hacían del terreno un lugar peligroso. Los árboles altos se habían convertido en su refugio nocturno, aunque no siempre sin inconvenientes.

Con el tiempo, la falta de un destino claro comenzó a pesarles. Días y noches pasaban de la misma manera: recolectar lo necesario, buscar un lugar seguro para acampar y dormir, mientras el sonido de sus pasos se perdía entre bosques y praderas interminables. La caza proveía carne, pero sin especias ni variedad, los alimentos se volvieron monótonos, robando poco a poco el entusiasmo de la travesía.

Las semanas transcurrían en una rutina de "recolección, acampar y dormir". ¿Acaso no había más que esto? Se preguntaban a menudo. La incertidumbre y la repetición comenzaban a consumirles, hasta que un día Gabriel decidió romper ese ciclo.

—¡Ya fue suficiente! No aguanto más —exclamó Gabriel, dejando escapar un suspiro de frustración.

—Tú también lo notaste... —respondió Leica, con una expresión que reflejaba su propia inquietud.

—Sí... Me he cansado de caminar sin rumbo —dijo mientras sacaba un libro de su mochila, sus ojos brillando con determinación—. ¡Usaré esto!

—¡Por fin! —gritó Leica, alzando los brazos con alivio—. Ya me había hartado de comer bayas y demás. ¿Qué es eso? No es como el que usas para hacer cosas.

—¿Esto? —Gabriel sonrió, un poco avergonzado—. Solo es un libro de información. Me dice lo que necesito, pero pocas veces es claro o preciso, por eso no lo uso mucho... heh heh heh.

—Hooo, ya veo —respondió Leica, intrigada.

Gabriel abrió el libro, sus hojas en blanco esperando ser llenadas con nuevos conocimientos. Con un leve movimiento de su dedo, formuló una pregunta sobre lugares a los que podrían dirigirse. De repente, el libro comenzó a escribir por sí solo, las palabras apareciendo como si alguien estuviera tomando notas en tiempo real.

El Mundo De Minecraft (Isekai MC y Fantasía Medieval)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora