Los ecos del pasado

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El cielo rojizo anunciaba el final del día cuando Xie Lian caminaba impacientemente por todos los rincones del Palacio Real.
Habían pasado unas horas desde que termino la procesión y el ambiente en las calles de la capital era de regocijo, nadie se hubiera imaginado que dentro del Palacio el Guoshi Principal estaba al borde de un colapso nervioso, detener la procesión en la tercera vuelta sólo podía significar desgracia.
Sin embrago Xie Lian tenía la mente ocupada en otros asuntos.
-Su Alteza, he encontrado a Mu Qing, estaba amarrado en un árbol escondido en los jardines- Era Feng Xin quien había corrido a darle la noticia.
-¿Y está bien?- dijo Xie Lian sin detener su paso, parecía estar buscando algo.
-Sí, Alteza. Estaba desmayado cuando lo encontramos, ahora deberían estarlo atendiendo los médicos-
-Cuando despierte me gustaría hablar con él antes que alguien más lo haga- Mientras hablaba Xie Lian escudriñaba cada esquina, levantando objetos, abriendo puertas.
-Su Alteza ¿puedo saber cuál es la razón por la qué sigue buscando? ¿Antes no estaba usted buscando a Mu Qing?‐
Xie Lian estaba absorto en sus pensamientos.
—¿Su majestad?—
—Feng Xin, lo dices como si no me importara la salud de Mu Qing, es solo que...—
—¿Es solo que qué? Tampoco es que me importe mucho a mí. Se dejo suplantar tan fácilmente— Feng Xin negaba con la cabeza.
—Suplantar... mmm— Xie Lian se mantuvo pensativo y como si hubiera recordado algo salió corriendo tan rápido que Feng Xin no pudo ni si quiera reaccionar.

~
La noche había llegado y con ella la ciudad se preparaba para el famoso Festival de los Faroles.
En su habitación Xie Lian rebuscaba entre un montón de cajas.
Hacia un par de años cuando era aún un niño, entre sus múltiples pasatiempos en tercer lugar después de apilar láminas de oro y dar largos paseos con sus padres, había otro del que nadie sabía, al joven Princípe Heredero de gustaba recolectar objetos, cualquier clase de objeto que causará interés en él sería guardado y conservado en un saloncito anexo a su habitación. Él podía pasar horas y horas admirando su amplia colección de "cosas". En aquel saloncito había objetos tan diversos que iban desde una piedra con forma de flor hasta un pergamino de poemas, de un tazón de jade a la hoja seca de un árbol. Y entre las múltiples cajas, había una de zapatos color blanca con detalles de flores, de ella saco una pequeña muñeca de trapo, sus formas eran descuidadas pero aún podía entenderse lo que era, estaba vestida de rojo y en una mano sostenía una pequeña bolsita de tela, las letras "Buena suerte" podían leerse. Xie Lian la admiro por un momento, el rostro de aquella muñeca estaba cubierta con pequeños trozos de tela asemejando vendajes, Xie Lian los retiro pero desconcertado se dio cuenta que bajo esa tela no había nada. La muñeca no tenía cara.
Entonces la guardo entre sus ropas y salió.
Fue a caminar fuera del Palacio sin que sus padres o el Guoshi Principal se dieran cuenta. Pero él tampoco se dio cuenta que era seguido por Feng Xin y Mu Qing. Este último tenia un rostro solemne y cuando Xie Lian estuvo a punto de encontrarse con una multitud ambos se pusieron en guardia y corrieron a alcanzarlo.

—Alteza— dijo Feng Xin tratando de no llamar la atención.
—¡Ah! Feng Xin estás aquí— Se dio la vuelta y se sorprendió.
—¡Mu Qing! ¿No estabas recuperándote?—
—Hay algo que necesito hablar con Su Alteza— dijo Mu Qing,
Xie Lian asintió.
—Yo también necesito preguntarte algo—
—No quiero interrumpir, pero Su Alteza tenemos que escondernos— Feng Xin lo tomo por el brazo pero Xie Lian no entendió la razón.
Y entonces un hombre gritó.
—¡Su Alteza el Príncipe Heredero!— pronto más voces se le unieron.
—¿Es él?—
—Su majestad—
—En verdad es él—
—¡El Príncipe!—
Entonces Xie Lian recordó que más temprano había sido él quién detuvo la procesión. Seguramente los ciudadanos vendrían molestos a incriminarlo.
Pero grande fue su sorpresa cuando el hombre que lo había reconocido lo alcanzó y entonces hablo.
—Usted fue quién disipó aquella nube roja de desgracia, ¿verdad? ¡Ah! XianLe ha sido bendecida con la gracia de los dioses, nuestro Príncipe Heredero, se ha convertido en un hombre muy poderoso—
Xie Lian se dió cuenta que el momento en el que alzó su espada para atacar fue el momento en que aquella nube se disperso, ¿Había sido él?

—Y no solo eso, la forma en la que acabo con el demonio fue tan impresionante dispersándolo en forma de cientos de destellos, ¡nunca habia visto algo así!—
—Justo cuando parecía que estaba por perder nuestro Príncipe dió el golpe final, sin duda es un hombre que no será vencido tan fácil—
—Desde que saltó por la muralla yo sabía que su espectáculo sería excepcional—
Más y más personas se  acercaron a alabarlo y Xie Lian agradecía sus palabras mientras emprendía la retirada.

—Su Alteza— cuando por fin habían encontrado un lugar solitario al lado del camino, se detuvieron.
—Habla— dijo Xie Lian.
—No vi al hombre que me atacó, sin embargo el sonido que hacía al caminar era muy particular, como el tintineo de dos metales chocando—
—¿Y ya? ¿Es todo?— dijo Feng Xin.
—Lo siento, no pude hacer nada, sentí un calambre y por un momento no pude mover ni un músculo,  entonces me desmaye y cuando desperté ya estaba recostado en una habitación— dijo  Mu Qing.
—Bien—
—¿No me va a preguntar otra cosa?—
—¿Cómo te encuentras—
—Yo estoy bien Su Alteza, ¿Eso es todo?—
—Si te encuentras bien y no notaste nada más, no hay más preguntas—
Los tres estaban reflexionando cuando un estruendo llamó su atención.
Una carreta se avecinaba a una velocidad espantosa. Xie Lian la miro detenidamente y entonces se dio cuenta que se trataba de su primo.
—¡Qi Rong!— cuando Qi Rong vio a Xie Lian cambio su rumbo.
—¡Primo Príncipe Heredero!—
Xie Lian se horrorizo. Qi Rong no parecía querer detenerse y un par de niños salieron al camino persiguiendo una pelota.
Con una velocidad y agilidad inhumanas Xie Lian lo alcanzó, logró desvíar la carreta y los niños quedaron intactos, sin embargo al dar la vuelta la carreta se volcó y con ella uno de los animales que la jalaban salió gravemente lastimado. Xie Lian por su parte había halado a su primo por el cuello de sus ropas y saltado antes de caer.
—¡Qi Rong! ¡¿En qué estabas pensando?!—
—Primo Príncipe Heredero, estaba buscándote—
—Casi matas a esos niños— Los niños corrieron asustados de regreso por donde habían salido.
—Pero están bien—
—Y ese pobre animal, aunque no murió se encuentra tan mal que probablemente tengan que sacrificarlo—
—Solo es un animal—
—¿Solo un animal?— Xie Lian estaba exasperado —¡Por los Cielos Qi Rong! ¿No piensas en las consecuencias de tus actos?—

Después de regañar a su primo ordeno a Feng Xin llevarlo con la reina. Por su lado Mu Qing pidió permiso para comprobar el estado de los niños.
Luego de que algunos guardias del Palacio llegarán por la carreta y se llevarán al animal herido, Xie Lian tomó un respiro, para su fortuna fueron pocos los vieron el accidente por lo que el alboroto se calmo rápido. 
Pensativo camino un tiempo y antes de darse cuenta ya estaba por llegar a las puertas de la ciudad. A esa hora el cielo nocturno era iluminado con cientos de faroles que adornaban cuál estrellas.
Xie Lian miraba con nostalgia aquel cielo.
Entonces un sonido llamó su atención, un tintineo. Su corazón empezó a latir fuerte. El tintineo se alejaba cada vez más y decidió seguirlo. Camino un buen rato adentrándose entre un montón de arboles que rodeaban por fuera de la ciudad, cuando ya no había ni un alma cerca, el sonido se detuvo, habían llegado a un claro.
Xie Lian se mantuvo en alerta.
—Su Alteza— Desde la oscuridad la voz profunda de un hombre resonaba.
—¿Quién eres? ¿Por qué irrumpiste en la ceremonia?—
—Su Alteza conoce la razón—
—¿Qué podría tener yo de usted? Ni siquiera lo conozco—
—Nos conocimos en sus sueños—
—¿En mis sueños?—
—¿Su Alteza no me recuerda? Ah... es una pena—
De las penumbras emergió un hombre. Sus vestiduras más rojas que el arce, en sus muñecas brazaletes de plata y cubriendo uno de su ojos un parche negro, se trataba de Hua Cheng.
—Puede que usted no me recuerde, porque fui yo quien quiso que así fuera—
Xie Lian lo miraba fijamente mientras este se acercaba, estaba nervioso, pero aun así no sentia una pizca de peligro.
—Entre sus ropas hay algo que es mío—
—Yo... no—
Hua Cheng se acercó hasta quedar a unos pocos centímetros de Xie Lian, acercó una mano a su pecho y Xie Lian quiso dar un paso hacia atrás, pero no contaba con que una rama se abrazaría a su pie, estuvo a punto de caer pero Hua Cheng lo sostuvo por la cintura.
Aun en la oscuridad podía ver el brillo en el ojo de Hua Cheng, se había quedado sin aliento.
Sin darse cuanta Hua Cheng ya tenía en sus manos la muñeca de trapo que había guardado entre las capas de su ropa. Separo la bolsita de tela y saco un objeto que Xie Lian no pudo reconocer.
—Esto es suyo— le dió la muñeca de trapo, Xie Lian pudo notar como la miro de forma  extraña— Y este fue mi regalo—
Cerro nuevamente la bolsita de tela y se la dió.
"¿Regalo?" Pensó y entonces comenzó  a recordar.

La Redención Del Rey Fantasma. Hualian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora