Ojos rojos de un caído en desgracia.

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El brazo de Hua Cheng pasaba por encima del hombro de Xie Lian, su mano estaba posada en la pared tras su espalda.
Xie Lian miraba con intensidad el ojo de Hua Cheng, su respiración se había cortado por unos breves segundos y podía sentir el calor subiendo por sus orejas. En ese momento deseo desde lo profundo de su corazón que el hombre frente a él no pudiera oír los latidos de su corazón que se habían acelerado.
—Yo...— trato que su voz sonará por encima de sus latidos.
—Te agradezco Hong-er— y apenado agacho la mirada.
—Su Alteza sigue usando "er" en mi nombre, ¿Por qué? Definitivamente soy mayor que Su Alteza.-
Xie Lian no lo había pensado cuando empleo esa terminación. Se podría decir que le salió del alma, no había ninguna otra razón lógica que lo motivará.
—No me has dado más información, tampoco sé de qué familia vienes, sentía que decir solo tu nombre sería un poco irrespetuoso, pero no sé por qué fue esa la que escogí...—

Xie Lian deseó en ese momento que la tierra lo tragara se había puesto tan nervioso por la cercanía que no podía pensar correctamente.
—No me gustaría corregir a Su Alteza, me agrada que Su Alteza me llame así. En su lugar, ¿me permitirá llamarlo Gege?—
Xie Lian volvió la mirada a Hua Cheng y asintió.
—¿Ya se fueron?— se asomo por arriba del brazo de Hua Cheng.
Ambos se escondían de una multitud que le pareció familiar a Xie Lian.
—Gege, no creo que sea buena idea caminar como si nada por la ciudad todos vieron su rostro en la ceremonia y lo reconocerán fácilmente.—
—Bueno, eso fue gracias a cierto demonio que insistía en derrotarme—
—¿Demonio?— Hua Cheng parecía incómodo al escuchar la palabra.
—Sí, bueno, el papel que representaste en la ceremonia.—
Hua Cheng asintió.
—Realmente es difícil acercarse a su alteza. Sólo vi la oportunidad y la tomé.—
—Dejaste inconsiente a mi amigo.—
—...
—...
Ambos soltaron una pequeña risa para disipar la tensión que se había generado en el ambiente.
—No volverá a suceder, Gege.—
—Eso espero, tendrás que disculparte con él después.—
—mm—
—Será difícil encontrar un buen lugar para que te quedes, si vamos a una posada me reconocerán y no me gustaría dejarte ir solo.

—Antes vi una pequeña choza abandonada, parecía un buen lugar.—

Xie Lian se sorprendió.
—¿Una choza?¿Abandonada?— no podía creer lo que estaba escuchando, era impensable dejarlo en un lugar así.
—Gege seguramente lo están buscando, ha estado mucho tiempo fuera, si seguimos  caminando sin rumbo alguien se preocupará por usted.—
—Bueno... Pero me permitirás encontrarte un mejor lugar después—
—Sí—
Hua Cheng separo por fin su mano de la pared aumentando la distancia entre los dos. Xie Lian suspiro en todo este tiempo había olvidado que tenía que volver al Sagrado Pabellón Real  con el Guoshi Principal, si acaso seguía vivo y no le habia dado un infarto por la ansiedad que seguro le habrá causado el que solo diera tres vueltas. Después de todo cuando Xie Lian se estaba preparando para la ceremonia este no dejaba de hacer incapie en la importancia del recorrido y las vueltas que él debía dar por la capital. Aunque entendía sus razones.

—¿Estarás bien?- Preguntaba Xie Lian, cuando frente a sus ojos aparecieron montones de madera que estaba apilada una sobre otra, casi asemejando la forma de una casita. Se horrorizo de solo pensar en dejar a Hua Cheng ahí, esa cosa ni siquiera parecía tener clavos. Pensó que si quizá una noche después de un largo día él durmiera ahí sería aplastado y moriría por asfixia y no podría soportar la culpa de haber sido él quién lo dejo dormir en ese lugar.
Hua Cheng por su lado no la vio tan mal, recordó que cuando era niño se quedaba en lugares peores.
—No, ni lo pienses—
—Se ve estable—
—¡Claro que no!—
—Soy duro como un roble, si esa cosa cae encima de mi no me pasara nada.— decía mientras se golpeaba el brazo y lanzaba una sonrisa pícara a  Xie Lian.
—Definitivamente no, me niego a dejarte aquí. No. No. NO— Negaba con la cabeza tan fuerte que Hua Cheng temió por el cuello de Xie Lian.

—Voy a revisarla para comprobar su estado, si no es adecuada dejaré que Gege me lleve consigo al Palacio.— Ahora Xie Lian asentía fuertemente.

Mientras esperaba fuera pudo notar a un transeúnte cuya forma de caminar le pareció peculiarmente familiar.
—¡Mu Qing!
Mu Qing notó la presencia de Xie Lian y corrió a su encuentro.
—Alteza. ¿No volvió al Palacion con Feng Xin y el Pirncipe Xiao Jin?
La sangre de Xie Lian se heló, había olvidado por completo el asunto con Qi Rong. Definitivamente estar con Hua Cheng limitaba su atención a él, porque no era capaz de pensar en otra cosa.
—¡Ay no! Deje solo a Feng Xin, tengo que llegar rápido al Palacio.—
—Conozco un atajo, podríamos ir por ahí.– dijo Mu Qing.

—¡Ahora vuelvo, no te alejes de este lugar!—

Grito y salió corriendo, Mu Qing fue detrás de él.
—¿Con quién habla?-
—No hay tiempo de explicar, vamos—
Mu Qing pudo notar como en aquél lugar abandonado una silueta roja se posaba en el umbral de la puerta. Un escalofrío recorrió su espalada, pensó que se trataba de un fantasma.
Y realmente no estaba equivocado, pero él no lo sabría, no aún.

Hua Cheng ahora se encontraba solo.
Solo.
Realmente.

Aunque por fuera se veía terrible por dentro esa choza no estaba tan mal, al menos podría descansar un momento.

Hundido en sus pensamientos  recordaba la famosa Ciudad Fantasma, hacía siete años que no ponía un pie ahí, aunque dudaba que las cosas hubieran cambiado.
"Esas sabandijas han estado tranquilas por mucho tiempo, debería ir a visitarlas", pensó, pero entonces recordó las palabras de Xie Lian.

—¡Ahora vuelvo, no te alejes de este lugar!—

—Bueno, creo que pueden esperar un rato más— se recostó en un lugar cualquiera con sus manos bajo su cabeza.

Sin darse cuenta se quedó profundamente dormido.
~~~
Caminaba entre los árboles, adentrándose cada vez más en la profundidad, la oscuridad había tragado el rojo en sus vestiduras. El único color que podía ver era del leve destello de una pequeña llama que brillaba tiernamente frente a él guiándolo en lo que podía intuir era un bosque, la sensación de hojarasca en sus pies y el lejano sonido de agua corriendo lo ubicaban en un lugar que antaño conoció.

Un sentimiento en su corazón lo comenzó a inquietar, latía rápido. Pero no era posible, hacia años que él había muerto, su corazón ya no latía.
La ansiedad subió y su respiración era rápida, pesada como si le costará. Eso tampoco era posible, él no necesitaba respirar.
Él, qué se había vuelto insensible y de temple inamovible sentía como la desesperación se apoderaba de su cuerpo.
Entonces entendió que eso era más que un sueño.

Era un recuerdo.

Su cuerpo empezó a correr. Sentía como la rabia inundaba sus ojos, deseosos de sangre.
Un grito salió por su boca. Seco y rasposo. Casi pudo sentir que algo se rompió dentro de él.
Entonces a lo lejos vislumbró las llamas. La pequeña luz que lo guiaba era el infortunado pueblo que ahora yacía cubierto por el infierno.
La escena le provocó una risa escalofriante.
—¿Ahora lo ves?, ¿el placer que produce la venganza?—
Sus ojos se abrieron y ante la sorpresa saltó hacía adelante girando en su lugar para poder ver al dueño de esa voz, que no era nada mas y nada menos que un hombre vestido de blanco con una mascara curbiendo su rostro.
—Bai Wuxian...—
La apariencia de Hua Cheng era desaliñada, su ropa otrora blanca estaba cubierta de hollín y su cuerpo era apenas el de un niño de no más de diez años.
Estuvo a punto de caminar hacia Bai Wuxian cuando notó la pequeña y delicada flor que sostenía.
—Se lo merecían, todos y cada uno de ellos— con sus últimas  palabras  el hombre de blanco deshizo por completo aquella flor.

—¿Mamá...— dijo Hua Cheng.

Ahora su rabia iba dirigida a Bai Wuxian. Se lanzó directamente a su cuello y lo ahorcó. Con las finas y pequeñas manos no parecía estar infligiendo daño entonces apretó más.
Más y más.
Hasta que despertó. Con sus manos el delicado cuello de Xie Lian era estrangulado.
Sintió miedo y lo soltó. Xie Lian tosió.
—Su Alteza, yo... perdóneme por favor.

Intento acercarse pero Xie Lian se aparto tosiendo.
Hacía mucho tiempo que Hua Cheng no había sentido  temor por lastimar a otros y si no fuera porque ya estaba muerto en ese momento él habría... llorado.
—Gege... Yo—

La Redención Del Rey Fantasma. Hualian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora