Las ganas de cerrar los ojos eran enormes. No tenía fuerzas y ya mucho se estaba esforzando por mantenerse de pie y trasladarse de aula en aula. No era necesario decir que había dormido básicamente nada y que no había logrado comer algo en casa porque se había despertado tarde.
Los sonidos cada vez se hacían más débiles o quizás solo era efecto de su falta de sueño. Era un zombie.
Los tropezones no se hicieron esperar.
── ¡Oye, fíjate cabrón! ──las quejas de marcado acento español le sacaron de su burbuja de ensoñación.
── ¡Perdón, perdón! ¡Pero tú también deberías fijarte, pendejo! Vas ahí nomás metido con las narices en el puto teléfono y no te fijas, ¿piensas que estoy pendejo y no te vi o qué? ──se defendió rápidamente. Pudo haberse disculpado y seguir su camino, pero las pocas horas de sueño y el cansancio estaban jugándole en contra.
──Ah, eres busca pleitos, ¿eh, chiquitín? ──bien hecho, no solo tendría que aguantar con el sueño, la fatiga y el estrés de haberse perdido una clase importante, si no que ahora también le partirían la cara.
──Querés pelear con él, ¿eh? Buscá pelea con alguien de tu tamaño, pelotudo ──si le preguntarán las veces que la vida lo había sorprendido diría dos cosas; la vez que se ganó una licuadora en un concurso de la primaria para su papá y la otra sería ésta.
Los dos chicos estaban cara a cara con las facciones endurecidas. Evidentemente uno era más alto que el otro. Ni siquiera conocía al españolete de quinta, pero era notablemente unos centímetros más grandes que Spreen, pero no más fornido.
Le causaba gracia el hecho de que se enfrentarán por algo tan estúpido como un tropezón. Más todavía que Spreen se metiera en algo que ni siquiera le incumbía. Pero bueno, el argentino era conocido por meterse en peleas por su naturaleza agresiva, así que sorprendente realmente no era tanto, pero si confuso.
──Basta, ni siquiera se tienen que pelear, solamente admite que también ibas distraído y ya está, no tenemos por qué hacer esto más grande de lo que realmente es ──. Se quejó y tomó las riendas de la situación. Pensándolo mejor, quien terminaría suspendido o haciendo servicio comunitario además de sus 480 horas sería él por iniciar la "pelea". No había caso.
Los dos chicos rápidamente le miraron con las cejas alzadas, pero poco le importó.
──Te estoy esperando, yo ya pedí perdón.
Murmuro débil sintiendo un suave mareo mecerle de un lado a otro.
── ¿Che, estás bien? ──se apresuró a preguntar el argentino, atreviéndose a sujetarlo por los hombros para estabilizarlo. Negó, realmente no se sentía bien.
──No tiene pinta de estar bien, ¿cómo eres tan estúpido para preguntar? ──echó leña al fuego el español, mirándole con obviedad.
Rodo los ojos por mero impulso, realmente la situación era demasiado estúpida y cómica. Él estaba que fallecía ahí mismo y esos dos imbéciles se ponían a pelear por algo tan simple como un tropezón distraído.
──Vení, estás hecho cajeta ──dijo con ligero tono preocupado el argentino, tomándolo del brazo para recargarlo contra la pared, manteniendo el apoyo sobre su hombro.
── ¡¿Quackity?! ──el llamado asustado de Shadoune lo aturdió por completo. ── ¿Qué le hicieron? ¿Qué le hiciste? ¿Estás bien? ──bombardeo con preguntas tan pronto estuvo cerca, sosteniéndole del rostro en busca de golpes. ── ¡Estás hirviendo en fiebre! ──dramatizó el pelirrojo pasando su mano por la frente sudada del menor, que luchaba por mantenerse despierto.
──Dejá de gritar, lo único que vas a hacer es que se ponga peor ──. Se quejó apartándolo un poco para dejarlo respirar y que lo examinara mejor.
──Quackity, ¿cuánto llevas así? ──atacó el francés pasando su brazo izquierdo por los hombros para ayudarlo a andar, tenía el objetivo de llevarlo a la enfermería. Negó, ni siquiera sabía que tenía fiebre.
── N-no sé, no dormí bien... ──murmuro sin fuerza.
La gravedad estaba haciendo de las suyas o de plano ya estaba muy débil para mantenerse estable. Los ojos esmeraldas le admiraban intranquilo. Curioso.
──Pará, vos sos muy flaco, deja que yo lo llevo.
Esa simple oración fue suficiente para que una ola de calor inundara sus mejillas. Tenía a tres chicos apuestos velando por su bienestar, aunque uno parecía estar en shock o quizás solo no tenía la más mínima intención por ayudar.
En menos de lo que canta un gallo ya estaba en los brazos de Spreen. Sus caras estaban a centímetros de distancia, no podía sentirse más nervioso y temeroso. Es como si el sueño, el cansancio y la fiebre se hubiesen esfumado tan solo de tenerlo tan cerca.
──Si no te agarras, puedo dejarte caer ──aquello fue suficiente para que sin siquiera pensarlo dos veces se abrazara de su cuello.
Era como una doncella siendo cargada por un fuerte caballero. No podía ser más ridículo, más vergonzoso.
Pero sí, sí podía serlo aún más. Shad y el español le hicieron guardia hasta que llegó a enfermería. Podía sentir las miradas de todos en él. Podía apostar que por un rato estaría en boca de todos lo que resta del día de hoy y mañana.
Rezaba en su cabeza que la situación acabará pronto. Pero, para su mala o buena suerte, la enfermería estaba cerrada por falta de personal.
──Tenemos que llevarlo a un hospital, tiene mucha fiebre.
Por fin, luego de tanto rato el español se dignó a hablar, lamentablemente, no había dicho algo que agradeciera, juraba por todos los santos que de ahora en más iba a odiarlo.
── Es fiebre, no creo que necesite un hospital ──. Informó vagamente quien le mantenía en brazos, bostezando despreocupado.
── Pero si necesita atención, yo me ofrecería a cuidarlo, pero tengo examen en unas horas y— ──Shad ni siquiera pudo terminar su discurso de justificación.
── Yo lo cuido.
No tenía palabras.
── ¿Q-qué? ──con las pocas fuerzas que apenas tenía intento quejarse, pero todos se apresuraron a decir "no hables".
¿Acaso no tenía derecho a decir que estaba bien y podía cuidarse solo? Estaban tratándolo como un niño. Además, ¿Ellos que sabían de cuidar de alguien?
── N-no, estoy bi-bien, bájame. ──ordenó sin querer sonar desagradecido.
En realidad, apreciaba sus esfuerzos por ayudarlo, pero era una exageración lo que querían hacer. Él podía cuidarse solo, no era algo a lo que no se hubiera enfrentado antes.
──Si sabés que no te estamos pidiendo permiso, ¿no? Yo puedo cuidarte, no tengo nada que hacer, ya terminé las clases y dudó que tengas algún auto para volver a tu casa ──auch.
Mordió sus labios, todavía abrazado al cuello del argentino. No sabía si quería tanta atención, menos del que alguna vez golpeo por venganza. Quizás sería una estrategia para devolverle el golpe.
es bella y sensual, sobrenatural
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of all the kisses, yours my favorites. ㅤㅤ‹‹ ㅤㅤ skity.
Fanfiction──No puedes jugar con los tres, debes elegir a uno, y si puedo darte un consejo escogería a quién mejor te ha tratado ──. Finalizó el castaño pasando un brazo por sus hombros, atrayendo su cuerpo a la anatomía del otro.