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Los motores furiosos de los autos transitando la carretera a su izquierda le aturdieron por un momento, mando a rodar los ojos luego que la sensación paso y siguió andando por la acera casi solitaria hasta llegar al paso peatonal, esperando a que el semáforo cambiara de color y los autos pararan para darle paso en la carretera. Realmente no quiera terminar arriesgándose a cruzar haciendo caso a su instinto cruzando cuando algún auto fuera a baja velocidad, siempre existía un idiota que se pasaba las reglas transitorias por el culo y muchas ganas de ser arroyado no tenía, a decir verdad.

Maldijo bajito cuando una suave y ligera brisa choco con su rostro y lo hizo temblar en su lugar. Un suspiro salió de sus labios por instinto, abrazándose a sí mismo para mantenerse calentito. La noche estaba comenzando a ponerse todavía más fresca y la idea de que un frente frío había envuelto a la ciudad sin previo aviso no salía de su cabeza.

Por fin luego de unos minutos esperando, el semáforo cambio de rojo a verde cediéndole el paso, varios autos pararon esperando a que cruzara de manera paciente. Se apresuro en recorrer el espacio monocromo hasta terminar del otro lado y siguió su camino sin problemas con la vista al frente.

Tarareo una canción en su mente para mantenerse distraído y olvidarse del frío hasta que llego a la colonia, el lugar donde se podía permitir llamar la zona "peligrosa". Inspiro hondo procurando que el aire llegara a sus pulmones y, expirando con brusquedad se permitió seguir andando. La necesidad por llegar lo más rápido a su casa lo tenía preocupado y en estado de alerta. Cualquier ruido lo hacía estremecer y voltear como autentico paranoico. Tenía sus razones, la última vez que había vuelto solo a casa le habían robado el móvil y quitado un chocolate. Era una anécdota graciosa cuando no estaba en la misma situación dos veces.

Unas casas más, ──concretamente una cuadra──, y ya estaría a salvo y calentito en la seguridad de su hogar. Pero, como siempre, algo malo tenía que pasarle.

Un trio de chicos definitivamente más altos y grandes que él aparecieron en un parpadear, cerrándole el paso. Apretó los labios, por mucho que gritara y pidiera por ayuda la gente no saldría a su rescate.

Era tarde y los rumores locales de que unos bandidos estaban por las calles asaltando y haciendo otras atrocidades mantenían a todos asustados. El boxeo lo había preparado para defenderse de un matón, no de tres grandotes que no se veían como que fueran chicos buenos, menos el más robusto.

Retrocedió un par de pasos por pura inercia cuando el del medio avanzo con intenciones de acercarse, quería mantener la distancia en caso de que tuviera que correr.

──Uy, pero mira que tenemos aquí ──, murmura con picardía analizando su cuerpo de arriba a abajo, con una sonrisa de oreja a oreja, sin dejar de avanzar a su encuentro, parando justo frente a él. La parálisis por verse ya muerto o peor le vuelve incapaz de reaccionar. ──estás muy solo, ¿no crees? ¿No quieres algo de compañía, bonito? ──propone sin dejar ir el tono picaron, acercándose de manera peligrosa a su rostro.

Es entonces que reacciona cuando es consciente de la situación, retrocediendo y privándose del oxígeno sin querer, apretando fuerte los labios.

──No ──se traba en decir, frunciendo el ceño.

El chico levanta las cejas sin dejar ir su sonrisa, soltando una risa juguetona. Gruñe al escucharlo y a los otros dos haciéndole segunda a unos cuatros pasos de lejanía.

── ¿Seguro? ──pregunta fingiendo preocupación, causándole más molestia. ──Estas zonas son peligrosas de noche, ¿sabías? Cualquier hijo de puta puede venir aquí y.. ──ni siquiera termina con lo que iba a decir, pues es interrumpido por él.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2023 ⏰

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