Viertens: Spinnenphobie

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Había pasado algunos días desde el último encuentro que tuve con la banda, Gustav nos invitó a una sesión de fotos que tenían por la mañana y se me hizo imposible rechazarlo

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Había pasado algunos días desde el último encuentro que tuve con la banda, Gustav nos invitó a una sesión de fotos que tenían por la mañana y se me hizo imposible rechazarlo.

Estábamos en el auto de Chris, el manejaba adormilado y yo intentaba no quedarme dormida, al entrar al lugar, nos extrañamos, era en un especié de galpón, por lo que tenía entendido, primero era una serie de fotos de los gemelos y otra con la banda completa.

—vinieron—sonrió Georg.

—A duras penas—suspiró Dante y se dirigió a una silla que decía "Bill" y se sentó—me voy a dormir, avísame cuando terminen—reí y asentí.

Caminé hacia los fotógrafos y me sorprendí, en las fotos Bill y Tom estaban encadenados, Bill al notar mi presencia me sonrió y Tom me ignoró, imbecil.

Apreté mis labios y seguí mirando la sesión, curiosamente Tom se veía mejor de lo normal, si que los maquillistas habían hecho bien su trabajo, con su rostro desinteresado, la manera en que miraba a los fotógrafos cuando le daban indicaciones o cuando reía por algún chiste de Bill.

—¿Que miras?—me sobresalté y me giré para mirar a Gustav el cual me sonrió, suspiré.

—¡Me asustaste!—toque mi pecho y respiré—la sesión, dah.

—Mejor, a quien miras.

Entrecerré los ojos—haces muchas preguntas.

—y tú das pocas respuestas—reí y tomé un poco de mi café, nerviosa.

[...]

Miraba a los chicos preparar sus instrumentos, estaba recostada en el sillón de la sala de ensayo de mi casa. Gustav acomodaba su batería, Tom y Dante afinaban sus guitarras, Georg bebía una soda y, bueno, Bill también afinaba—lalalala lala— reí por lo bajo mientras lo veía, yo ya había calentado mi voz ya que cuando regresábamos de la sesión de fotos, cantamos canciones de disney.

Dante parecía ser cada día más unidos a los chicos, lo que me alegraba ya que el no tenía muchos amigos cercanos, lo que no le quitaba que fuera lo más cercano a un golden retriever.

Lo que no me podía sacar de la cabeza era a Tom y como se veía en aquella sesión de fotos, lo comenté con Dante, lo que fue un gran error ya que comenzó a molestarme y no borra la idea de que me gusta el desagradable de Tom.

Pero que lo odie no significa que niegue su atractivo ¿Verdad? Voy a volverme loca, el me volverá loca.

Suspiré aburrida y cerré mis ojos esperando pacientemente, had que un grito me sobre salto—¡Es una maldita tarántula!—gritó Bill saltando directamente hacia mi ocasionándome dolor.

—¡Es un dinosaurio!—gritó Georg cubriéndose con Dante el cual parecía estar al borde de las lágrimas.

Gustav corrió hacia el sillón donde estábamos Bill y yo y se paró sobre mi mano—¡Lo siento!

—¡No me jodas!—Tom miraba aterrado la araña congelado en su lugar—¡Mátala!—gritó mirándome ya que me estaba reincorporando en mi lugar, lo miré incrédula.

—¡¿Que?! ¡Mátala tú!—lo señalé con la cabeza y tapé mi boca asqueada mirando a la feroz criatura de treinta centímetros que probablemente nos miraba confundida—mierda tiene pelo ¡Que asco!

—¡Me voy a desmayar!—gritó Dante antes de desvanecerse y ser atrapado por georg.

Caminé cuidadosamente mirando fijamente a la araña y tomando el mata moscas—si se lo hechas lo usará como perfume—dijo tom burlón y lo patee.

Respire profundo y me acerqué lentamente y se lo eché en sus ocho ojos, la maldita araña pareció volverse loca y comenzó a caminar hacia todos lados, hasta que comenzó a acercarse hacia donde estábamos Tom y yo, salté y el de trenzas me tomó por la cintura levantándome haciendo que yo lanzara patadas al aire mientras el descaradamente me usaba como escudo, luego de eso, la cosa peluda caminó hacia la puerta marchándose.

Todos la miramos confundidos, nos miramos entre sí, mire a Tom y me dejó en el suelo, Gustav aclaró su garganta—¿Comenzamos a ensayar?—todos asentimos.

—Dante sigue desmayado—volteamos a ver al rubio en el suelo.

—ya despertará.

[...]

Para olvidar el traumático momento que vivimos con la araña, decidimos salir a tomar un café los seis. Bill, Georg y gustav habían decidido pedir por todos y nos pidieron a Dante, Tom y a mi que esperemos en una mesa. Desafortunadamente Dante como tiene una obsesión con ponerme en situaciones incómodas, decidió irse para dejarme en un momento a solas con el idiota de trenzas.

Jamás conocí una persona con semejante obsesión con el género femenino–lo digo con esas palabras para no tacharlo como mujeriego de mierda, aunque lo es–como lo estaba Tom. Nos encontrábamos sentados frente al cristal, cada mujer que pasaba, cada mujer a la que Tom le miraba el culo.

Suspiré aburrida, pasó una mujer rubia con su hijo pequeño y su marido ¡Y la miró como si fuera una botella de agua en el desierto! Este hombre no tiene remedio.

—¿Por qué me miras así?—rompió el silencio sacándome de mis pensamientos.

Lo mire desconcertada—¿De que manera?

—Como si fuera lo más repulsivo que hayas visto—se acomodó en su asiento haciendo sus piernas hacia delante haciendo que se chocaran con las mías.

Moví mis piernas de lugar—mmm, no lo sé, tal vez porque eres el acosador más descarado que he visto—subí los hombros y el elevó una ceja—miras a las mujeres como si fueran cosas en exhibición.

El rodó los ojos—No se si te sientes familiarizada con la mirada de deseo, tal vez nunca te han mirado así.

—Una cosa es la mirada de deseo y otra es el acoso—ladeé la cabeza—das asco.

—Ya quisieras que un hombre te mirara así—subí la mirada confundida—ya quisieras que alguien como yo te mirara así—jugaba con su piercing mientras me miraba y rodeé los ojos.

Apoye mi mano sobre mi cabeza inclinándome levemente hacia el, Tom se reincorporó apoyando sus codos sobre la mesa—Me siento más atraída hacia la mesa que a ti—lo mire a los ojos y le sonreí, el me enseñó el dedo del medio.

Es un idiota, un maldito imbecil y una red flag andante, pero hay un detalle, soy daltónica.

 Sempiterno, tom kaulitzWhere stories live. Discover now