fünf: Geburtstag!

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Finalmente llegó el día ¡Tengo dieciocho! ¡Soy legal amigos! Es algo que estuve esperando desde los quince, llegué a los dieciocho sin ganas de vivir, pero llegué

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Finalmente llegó el día ¡Tengo dieciocho! ¡Soy legal amigos! Es algo que estuve esperando desde los quince, llegué a los dieciocho sin ganas de vivir, pero llegué.

Los medios estaban locos con mi cumpleaños, recopilando fotos y videos míos deseándome un feliz día, y, bueno, otros señores haciendo comentarios no muy agradables acerca de la legalidad, no entraré en detalles.

Como no quiero pasar por alto la oportunidad de un cambio de look, me encontraba en el baño aplicándole tinte a mi cabello, años de ser rubia me estaban hartando, junto a mi se encontraba Dante el cual me leía una lista que había hecho sobre las cosas que podía hacer con dieciocho, aunque estaba preocupado por mi cambio de look.

—¿Estas segura?—preguntó y lo miré alzando una ceja.

—amigo, si no estuviera segura no me hubiera teñido la mitad de la cabeza—reí.

—Si pero, pasar de rubio a negro es un gran paso ¿Sabias que a Tom le gustan las rubias?

Rodeé los ojos—otra razón para ser pelinegra, sigue con la lista, Ricci.

Aclaró su garganta—Bien, podrás entrar de manera legal—aclaró—a cualquier bar o fiesta. Podrás beber, repito, de manera legal.

—Eso no es nada que haya hecho—suspiré.

—Y no es algo de lo que deberías estar orgullosa—negó el rubio y reí—podrás ir a la cárcel—continuó leyendo.

—El sueño de toda chica.

—Podrás estar con veinteañeros, que somos los más atractivos—me guiño un ojo—pero que no sean pedofilos raros, tienen que ser aprobados por mi claro—reí—Por cierto, Tom ya está aprobado, por si te lo preguntabas.

—Como sigues con eso—lo eche del baño y me mire en el espejo, no hay vuelta atrás.

[...]

Llego la noche y estábamos camino a una fiesta, obviamente. Al llegar al lugar Dante me abrió la puerta y me abrazó de lado—No voy a parar de decir lo bien que te queda el negro, en serio—me dijo con una sonrisa.

Entramos al lugar y estaban los cuatro chicos de siempre, en serio, no puedo creer que ya es costumbre vernos casi todos los días, los salude con una sonrisa y escuché un silbido que provenía de Georg y le guiñé un ojo—Cambio de look—ladeó la cabeza Bill—me encanta.

Caminé hacia la barra y el hombre me miró—una ronda de chupitos porfavor—el asintió, pero alguien se acercó detrás de mi.

—¿No le pedirá identificación?—rodeé los ojos al oír a Tom, el hombre lo miró serio—¿En serio?

Suspiró—¿Identificación?

Tome mi bolso cansada y mostré mi documento, el cantinero asintió—Feliz cumpleaños—le sonreí y el
miró mal a Tom, me cae bien este tipo.

[...]

La noche aún no había terminado, por suerte, jamás la había pasado tan bien en una fiesta, me encontraba bailando con Bill, pero mis pies comenzaron a dolerme por lo que fui hacía la barra para pedirme un trago y descansar mis pies.

El cantinero me dio el trago y baje la mirada para acomodarme las botas, cuando iba a tomar el vaso, fruncí el ceño, los hielos no flotaban y veía como algo se deshacía dentro del vaso, volteé hacia los lados y vi a un hombre guardarse una tableta de pastillas en el bolsillo, al ver que lo veía subió su vaso con una sonrisa—Salud—lo vi totalmente seria y tomé mi vaso—¿Por algún evento en especial?

Respire profundamente intentando conservar la calma, mejor no, le arroje rápidamente el líquido al hombre en la cara, tome un hielo del vaso y se lo arroje al ojo—¡¿Que mierda te sucede?!—algunos volteaban a verme y el hombre me miró enfadado y tomó mi brazo con fuerza.

—Tranquila mocosa—mire hacia los lados y Bill no estaba, Tom estaba a lo lejos con una chica rubia, pero al verme, se acercó al lugar confundido.

—Suéltame—ordene mirándolo molesto.

—Piensas que me golpearas y saldrás tan fácil de aquí, no seas ilusa—bien, tengo miedo, en estos momentos maldigo ser tan impulsiva.

—¿Que ocurre?—preguntó mirando al hombre quien era más bajo que el, por lo que me soltó.

—Intento drogarme—dije sin mirarlo, tengo ganas de golpearlo.

—no es asunto tuyo, niño—Tom se acercó amenazante al hombre y lo detuve.

—Tranquilo, no te toca—suspiré— a mi si—subí los hombros y le partí el vaso en la cabeza al viejo canoso mientras comenzaba a patearlo—¡A que otra chica le habrás hecho esto! ¡Maldito infeliz!

Tom me elevó por los aires haciendo que dejara de patear al hombre—¡Tranquila! ¡Nos sacarán de aquí!—me gritó y dejé de lanzar patadas al aire y el me dejó en el suelo, un hombre se acercó furioso.

—¿Tu eres la perrita que golpeó a mi amiga?—preguntó empujándome y ahí Tom se puso en medio de ambos.

—¿No te da vergüenza empujar a una chica?

—No te metas, trenzitas—no es momento de reir, Tom le lanzó un golpe y vi acercarse a los de seguridad.

Bueno, cumpliré algo de la lista.

[...]

¡Estoy en una puta celda!

Y el hombre al que le partí el vaso en urgencias, es lo de menos, no puedo creer que en mi primer día de ser mayor de edad termino en una celda asquerosa con un idiota al lado, por cierto, Tom esta aquí replanteando su vida. Oh y quejándose y mucho.

—¡Ya cállate niño bonito! Me darás migraña—se quejó uno de los guardias lo que hizo que riera.

Tom dejó caer su cabeza contra la pared de yeso mostrando al instante una mueca adolorida—Vamos, ni que fuera tu primera vez en prision.

—¡Es mi primera vez en prision!—exclamó exaltado y subí los brazos.

—Con esa pinta que traes pensé que ya habías estado alguna vez—suspiré apoyando mis codos en las rejas.

—¿Disculpa?

—Ya sabes, vestirte como vendedor de medias no ayuda mucho a tu imagen—subí los hombros y me miró ofendido.

—¿Y todo porqué? Por querer ser un maldito salvavidas para ti, una niña que dice que me visto como vendedor de medias—me señaló desde el suelo y acomodó su gorro.

—Gracias—suspiré y me miró confundido—por ayudarme.

—lo hubiera hecho por cualquiera—rodeé los ojos. Agradecer se me hace difícil con esta cosa.

—bien, pero lo hiciste por mi y te lo agradezco, acepta un gracias chico tercome senté frustrada en el suelo tapando mi rostro.

—Feliz cumpleaños—levante la mirada y reí levemente.

—gracias.

Un policía caminó hacia nuestra celda y la abrió—Terminó su tiempo, estrellitas de rock—Detrás de él estaban Dante y Bill, el rubio me miró preocupado.

—No pensé que te ibas a tomar tan en serio lo de la lista.

 Sempiterno, tom kaulitzWhere stories live. Discover now