Sempiterno, tom kaulitz

Sechs: süßer Junge

¿Hace falta aclarar la repercusión que generó nuestra ida a la prision? ¿No? Igualmente lo haré.

¡Fue un maldito escándalo! nos acusaron de drogadictos, a Tom que tenía problemas de ira y que yo era una persona que no sabía controlar sus impulsos, medio verdad,pero igualmente me siento ofendida.

Nuestros representantes, bueno, ellos...

—¡Son unos irresponsables!...

Se lo tomaron bastante bien. Estábamos logrando el objetivo principal, que Tokio Hotel y Crazy Sex estén en la boca de todos, no de la mejor manera pero de que lo estábamos haciendo, lo estamos haciendo.

Dejando el tema de lado, hablemos de un tema que no se dejó de tocar en casa, Tom. Tom Kaulitz. El maldito guitarrista alemán guapo. Siempre mencionado por Dante–claramente–Que si Tom me defendió, que si Tom fue a la cárcel por mi, que si golpeó a alguien por mi, que esto que aquello.

No lo idealizaré por eso, no tengo los estándares tan bajos ¿O si? Broma ¿O no?

Cada día que pasaba, cada día que Eminem aleman despertaba más atractivo, hasta que bueno, un día nublado como hoy, llego con el cuello repleto de chupones, haciendo que cualquier pensamiento de atracción que tenia hacia él desapareciera.

Dejando de lado la posible envidia–no existe, lo odio aunque sea guapo–lo antihigiénico que es eso, claramente no lo digo de mi lado rencorosa.

—¿Que?—preguntó riendo el de trenzas mirándome y yo solo subí los brazos en forma de inocencia—¿Que pasa?

—Puedes morir acerca de un chupeton, solo digo.

—envidiosa—rodó los ojos el chico.

Georg eructo fuertemente llamando la atención de todos mientras alzaba un brazo—es verdad—suspiró pesadamente y aclaró su garganta—el mes pasado a una mujer se le paralizó el brazo por eso.

El de trenzas apretó sus labios y el de cabello largo pasó junto a mi chocando los cinco por debajo mientras me guiñaba un ojo.

[...]

Cada día el yeso me molestaba más, se veía mal estéticamente, picaba como la mierda, sin contar las cosas que escribieron ciertos idiotas cuando me quede dormida en un ensayo.

Tomé una toalla y seque mi mano mientras me volteaba, recostándome en la mesada de la cocina. Enfrente mío había cierto chico revisando mi refrigerador por lo que levanté una ceja—No puede ser—murmuró frustrado y cerró enfadado la puerta.

Al verme se congeló y le sonreí en forma de saludo—¿Necesitas algo? Digo, así no destrozas mi cocina.

—¿Porqué no tienen nesquik de fresa?—preguntó mientras comenzaba a buscar en la alacena—Es algo inhumano no tener, algo moralmente incorrecto.

Rodeé los ojos ante su dramatismo—Ve a comprar si tanto quieres—al oír el timbre caminé fuera de la cocina—puedes ahogar tu capricho con pizza—abrí la puerta y reí al ver al repartidor con seis cajas de pizza las cuales le tapaban el rostro, lo ayudé colocando algunas cajas sobre el sillón dejándome ver su cara.

Apreté mis labios, era un chico joven, de unos veintitantos. Alto, cabello rizado y ciertas pecas repartidas por su rostro acompañado con una expresión amigable—No tienes una idea de lo agradecido que estoy de que me atiendas tu—levanté una ceja y el se sonrojó—D-digo, pensé que sería una fraternidad y no me querrían pagar.

—Tranquilo amigo—reí mientras habría mi billetera—los universidad están enfrente—le entregué el dinero y suspiró—Ten cuidado parece que tienen una fiesta.

Río nervioso mientras le entregaba el dinero—Oye, ¿Como te lla—la puerta se cerró en su cara y volteé confundida hacia mi izquierda, ahí se encontraba Tom quien cargaba las pizzas.

—¡Oye!—reclame—¿Porque hiciste eso?

—La comida se enfría—subió los hombros caminando hacia el comedor y lo seguí molesta—¡La pizza llegó!

—Te lo devolveré—lo amenace mientras colocaba las pizzas en la mesa.

—Mira cómo tiemblo—río burlonamente y lo patee en la parte interior de la rodilla haciendo que tuviera que sostenerse de una silla para no caer.