Un nuevo día llegó, con la lluvia golpeando con fuerza su ventana. Poco a poco abrió sus ojos, se sentó contra el respaldo de su cama y suspiró. Hoy era su cita con Touya, y aunque no era la primera, se sentía más nerviosa que antes pero al mismo tiempo estaba emocionada, era algo nuevo que nunca se dio la oportunidad de experimentar o aprender.
Tal vez, la razón por la cual su corazón estaba intranquilo era por la noche anterior donde aquel chico de afilada mirada, que se negaba a demostrar sus verdaderos sentimientos ante los demás, había llegado a su casa con el corazón destrozado mostrándole una parte tan personal y frágil de su persona.
Kaida no sabía qué hacer, nunca se había imaginado en esa situación y ahora se encontraba buscando las mejores formas para hacerlo sentir mejor. No lo negaría, verlo en aquel estado le dolió tanto que al dejarlo ir, no pudo evitar dejar salir algunas lágrimas de preocupación.
No podía entender cómo todo lo que conocía fue transformado por la llegada de Touya en su vida. Más de una vez se había dado cuenta de cuánto él se había involucrado en cada uno de sus días, desde sus mañanas hasta sus noches.
O tal vez sí lo entendía, pero se negaba a aceptarlo por el miedo de no ser capaz de expresarlo de la manera indicada, porque si fallaba lo perdería para siempre y eso le aterraba tanto que su corazón dolía cada vez que ese pensamiento pasaba por su mente.
Salió de sus pensamientos por el sonido de su celular, un nuevo mensaje le fue entregado y enviado por el chico que últimamente andaba mucho en su cabeza. Era un aviso de que pronto llegaría a recogerla, con suerte ya se encontraba lista. Simplemente recogió sus cosas y se miró por última vez en el espejo, esperando que el día no fuera un desastre.
Sus padres ya lo sabían, por lo cual solo le sonrieron y despidieron, dándole un pequeño consejo por la lluvia. No tardó mucho para que el timbre de su casa sonara entre la lluvia. Rápidamente abrió la puerta con una sonrisa que demostraba su emoción y leve preocupación.
—No imaginé que el día estaría tan mal, lamento que tengas que salir con el clima así —confesó apenado dado que en sus planes la lluvia no tenía lugar.
—Me gusta la lluvia, así que no me molesta estar con ella. Aunque tampoco me gustaría que te enfermaras —subió su mano hasta su mejilla entregándole una sonrisa que lo hizo estremecer de felicidad.
No esperaron más, con un paraguas y sus cuerpos unidos para evitar mojarse caminaron por la calle hacia un lugar que para Kaida era desconocido pero, para Touya era su lugar seguro, aquel donde podía ser feliz solo él y ahora ella también, la chica de la cual se había enamorado desde hace mucho tiempo, lo cual era un pequeño secreto.
Durante su recorrido, algunas personas que intentaban guarecerse de la lluvia los observaban con diversión, pensando en cómo los jóvenes se veían tan encantados por la compañía del otro.
En su caso, Kaida jugaba un poco con los charcos que iba encontrando en su camino, sin darse cuenta de que lentamente se perdían en un enorme bosque. Cuando levantó la mirada, sus ojos pudieron apreciar cómo la lluvia se desvanecía dando lugar a los bellos rayos de sol que se ocultaban en lo más alto de los árboles y pinos. Era como un mundo mágico que la hizo sentir tan tranquila.
—Es hermoso, ¿verdad? Sabía que te sería de tu agrado. Mira, esta es la mejor parte, pequeño dragón —como si fuera lo más común, tomó su mano y la guió por un camino que parecía perdido entre los árboles pero encontrado por las rosas que lo guiaban.
Sus ojos no podían dejar de admirar cada pequeña parte del bosque. Desde hace mucho tiempo, su deseo más personal había sido visitar y explorar un bosque extraordinario ante sus ojos. Fue hasta que sintió una dulce y cálida brisa acariciando su rostro que su mirada se enfocó en un hermoso y enorme campo de girasoles que bailaban con el viento, creando bellas danzas tan únicas y especiales. Era como si la lluvia no los hubiera afectado y que, en cambio, fuera más como un dulce regalo.
Touya no podía despegar su mirada de sus ojos, guardando en lo más profundo de su memoria aquel bello brillo que estos expresaban con claridad. Su corazón se aceleraba en cada minuto que pasaba, su mente se llenaba de deseos tan íntimos pero reales, que esperaba algún día poder cumplir.
Lo supo desde el momento que decidió confesar su amor, que solo Kaida sería la única que podría adueñarse de cada parte de él. No le importaba lo que hiciera con su vida, lo único que quería era ser suyo y de nadie más. "Por favor, permíteme estar a tu lado por mucho más tiempo."
—Te pertenezco, Pequeño dragón.
Sus palabras provocaron un sin fin de emociones en Kaida, la cual se preguntaba si realmente las escuchó o si era algún engaño de su mente. Tomó todo el valor que le fuera posible y volteó, encontrándose con una imagen que la hizo estremecer. Touya la observaba con amor, un amor tan poderoso que la hizo ruborizar y desconectarse de la realidad de una forma tan mágica como el lugar donde se encontraban.
—Te quiero proteger, no lo entiendo por completo... Pero, no quiero dejarte ir jamás.
Su cuerpo fue envuelto por dos fuertes brazos. Solo podía escuchar su corazón latiendo tan rápido que tenía miedo de que se escapara de su pecho. Touya la pegó a su cuerpo, su calor la rodeó y su respiración cayó sobre la pequeña entrada de su cuello.
No podría describir todo lo que sentía en ese momento. Era como un tornado que arrastró consigo todo lo malo que su corazón y alma ocultaban. Aunque no lo supiera, estaba segura de que este era su lugar, su mundo, donde ella tenía que estar. Solo a su lado, sujetada de su mano y protegida por su amor, ambos estarían bien, ambos finalmente podrían curar las heridas que tantos años los atormentaron.
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❝ ¡Oye! Me Gustas. ❞ Dabi\Touya
Fanfic-¡Oye! Me gustas. Kaida nunca pensó que escucharía esas palabras de aquel chico con personalidad rebelde y libre llamado: Todoroki Touya. -Ahora se responsable. Sera difícil pero estaba seguro que valdrá la pena, no se rendida fácilmente. Así...