02/10/22
Estaba frustrada. Después de la corta conversación con Adrián en el pabellón, el resto del día había transcurrido normalmente. Adrián había vuelto a ser el de siempre, un chico popular que no sabía que existían los alumnos de la última fila y mucho menos yo.
Ese fue el pensamiento que había ocupado mi cabeza casi tres días, ese y las palabras de Adrián: -"me alegra haberte visto"-. Esa frase acompañada de aquella sonrisa y de la timidez que le había invadido en ese momento hizo, que por un instante, pensara que estar algún día juntos no pareciera tan imposible. Sin embargo, sí lo era y cuanto antes lo aceptara menos daño me haría.
Ahora estaba tumbada en mi cama, intentando convencer a mi madre de que estaba enferma para así no tener que verle. Sé que no debería importarme tanto, al fin y al cabo todo fue un terrible malentendido por mi parte que me provocó falsas ilusiones, pero lamentablemente me importaba y mucho, pues como se puede ver, mi estado de ánimo dependía de ese chico. A pesar de una actuación impecable, mi madre decidió mandarme al instituto igualmente, aunque posiblemente lo haya hecho porque no sabía qué hacer conmigo si me quedaba en casa y no tenía ganas de estar pendiente de mí, y no porque no se haya creído que estuviera enferma. Así que con la poca energía que me quedaba empecé a prepararme, no tenía ganas de arreglarme, a diferencia de hace un par de días, por lo que cogí lo primero que encontré en mi armario: unos tejanos y una sudadera azul clarito que me quedaba un poco pequeña, me puse unas zapatillas blancas y me até el pelo en una trenza rápida. Ni siquiera desayuné, no tenía ganas, además gracias a eso llegué por primera vez temprano a clase.
Me senté detrás del todo y saque las cosas de la primera hora. El tiempo fue pasando y con él las clases y, sin embargo, Adrián no había aparecido en todo el día, era muy raro, ya que él casi nunca faltaba a clase y cuando lo hacía era porque estaba enfermo, pero hasta ayer estaba perfectamente. Sé que puede parecer que estoy loca y obsesionada, pero tenía un presentimiento, a Adrián le había pasado algo. Los profesores estaban pendientes del teléfono como si esperaran todos un aviso urgente y salían de clase con más frecuencia que de normal, desde hacía dos horas el mejor amigo de Adrián no estaba en clase y sus amigos se estaban pasando notitas todo el rato, ventajas de estar en la última fila, te enteras de todo. Mi cabeza estaba hecha un lío ¿y si a Adrián le había pasado algo? ¿Y si nunca más lo volvía a ver? Igual estaba exagerado un poco, pero algo dentro de mí me decía que estaba en lo cierto, y la visita de la directora a última hora solo confirmaba mis sospechas.
Toda la clase empezó a cuchichear, se miraban unos a otros buscando respuestas entre ellos, como si el culpable de la desaparición de Adrián estuviera entre nosotros, porque así era Adrián Alonso Hernández llevaba en paradero desconocido desde hacía ya 24 horas. Al parecer al salir de clase, después de acompañar a Víctor (su mejor amigo) hasta su casa, Adrián decidió sacar a su perro como llevaba haciendo desde hacía ya tres años y nadie lo ha visto desde entonces, no asistió a su entreno de baloncesto, el cual nunca se perdería y por la noche tampoco paso por su casa, ni cerca de ella, pues había policías peinando todo el barrio en su busca. O eso fue lo que nos transmitió la directora de nuestro centro en busca de algún dato que pudiera ser de ayuda para la investigación. Ya eran las 14:30 de la tarde y yo todavía seguía en clase. Estaba en shock, no podía reaccionar, quería gritar, quería llorar, pero como era habitual en mí, no podía, había algo que me lo impedía. Tras unas charlas por parte de la directora y de algún policía participante en la investigación, pudimos marchar del instituto aun sin creernos lo que nos acababan de contar.
-¿Oye Abby estás bien? Sé que él te gustaba y no deja de ser nuestro compañero- Paula hizo una pausa como intentando encontrar la manera de hacerme sentir mejor- tú no te preocupes, ya verás como pronto lo encuentran, seguro que se escapó de casa para intentar hacerse el chulo, ya sabes como es él...-
-Él no es así- la interrumpí y sin poder detenerlo, todas las lágrimas que había apuntado desde hace una hora rodaron por mis mejillas hasta mojar el suelo seco de la acera. Mis piernas se tambalearon y mi cuerpo se volvió tan frágil que sin poder evitarlo se desplomó.
Paula me intentó sujetar, pero no pudo y con la ayuda de su novio que se había acercado al ver la escena me apoyaron en un banco.
-Abby sé que es duro, nadie se podía esperar que algo así fuera a pasar, pero tienes que ser fuerte, yo siempre voy a estar a tu lado, no lo olvides- Paula se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo -tu madre te va a venir a buscar en coche, no estás en condiciones de caminar hasta tu casa, la acabo de llamar. Vamos a esperar aquí contigo hasta que llegue, guapa-
Parece mentira lo rápido que puede cambiar la vida, en cuestión de segundos las personas que más queremos pueden desaparecer como le pasó a mi padre y su ausencia se lleva con ello una parte de nosotros. Nunca volveremos a ser los mismos, nunca sonreiremos de la misma manera ni reiremos por las mismas cosas; sin embargo, hay que aprender a vivir con ellos, pero yo no estaba ni dispuesta ni preparada, acaba de perder a mi padre, no podía perder también a Adrián. En esta ciudad nunca pasaba nada porque demonios tenía que pasar algo ahora y precisamente a él?.
Al poco mi madre llegó, aparcó, me ayudó a ponerme en pie y nos subimos al coche. Se produjo un largo silencio, ninguna de las dos sabía qué decir. Mi madre siempre fue de pocas palabras. Tenía los ojos rojos, se notaba que había llorado y aun así de vez en cuando todavía se me escapaba alguna lágrima, pero ninguna de las dos estaba dispuesta a sacar el tema.
-Hay mucho tráfico, tendré que coger un desvío- dijo mi madre en un intento de entablar conversación. Yo simplemente me limité a asentir, no tenía ganas de hablar de nada, solo podía pensar en él.
Los edificios pasaban y poco a poco nos íbamos alejando de la ciudad y adentrándonos cada vez más en las afuera. La ciudad estaba delimitada por un denso bosque en el que según las leyendas urbanas habitaba una espíritu maligno, obviamente eran solo historias para evitar que los niños se acercaran a él, pues a pesar de estar libre de presencias paranormales no dejaba de ser muy peligroso, pues tenía una extensión tan grande que si te alejabas demasiado se convertía en un laberinto, además el terreno no era seguro había continuos desprendimientos y vertiginosos acantilados, que podían convertir un tranquilo paseo por el bosque en un auténtico infierno o eso decían los cazadores de la zona.
Un frenazo en seco me obligó a abandonar mis pensamientos por al menos un par de segundos y a volver a la realidad.
-Qué paso?- pregunté asustada.
-Nada hija, lo siento, un perro que apareció de repente en la carretera, menudo susto- se llevó una mano al pecho y continuó- por eso casi nunca cojo este desvío, ir al lado de un bosque donde suele haber cazadores con sus perros y animales no es lo más seguro; sin embargo, solo se encuentra a apenas cinco minutos de nuestra casa, parece mentira que solo con dar un par de pasos dejes atrás la ciudad y te adentres en un bosque-
Yo me fijé en el animal que hasta entonces no había podido ver, me sonaba de algo, me sonaba mucho... probablemente sí que estuviera un poco loca, la desaparición de Adrián me estaba afectando más de lo que me gustaría, igual era mejor dejar las cosas y volver a mis pensamientos de mis encuentros con mi crush, lo único que me reconfortaban eran esas cortas conversaciones que tuve con él, el día que se aprendió mi nombre mientras su perro casi me tumba y cuando... entonces me di cuenta y por primera vez en bastante tiempo mis reflejos funcionaron y pude gritar a tiempo antes de estar demasiado lejos.
-¡PARA EL COCHE! PARA!-
Mi madre frenó en seco por segunda vez al escuchar mis gritos. Abrí la puerta y corrí hacia el perro, mi madre me imitó intentando alejarme de él, pero yo sabía lo que hacía.
-ABBY DETENTE! TE PUEDE HACER DAÑO!-
Pero ese perro nunca me haría daño, igual daba un poco de miedo al principio, pero en el fondo solo quería jugar o eso esperaba, ya que este perro que casi nos hace estrellarnos era el de la persona más importante en este momento, el de Adrián y si su perro estaba allí eso tenía que significar que él también estaría cerca. Así que sin pensármelo dos veces y a pesar de los gritos de mi madre, me adentré en el bosque sin tener idea lo qué esto conllevaría.
Holaaa, espero que os esté gustando la historia, muchas gracias por llegar hasta aquí.💗 Si no os gusta algo por favor decídmelo y si preferís menos acción y más romance avisadme. ♡♡♡
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Una última noche
Teen FictionUn día todo va bien y al día siguiente ni siquiera sabes quien eres. Todo puede cambiar tan rápido. Esto es lo que le paso a Abby, una niña de 14 años que hasta hacía poco su mayor problema era como conquistar a su crush. Sin embargo, tras el accide...