Letargo

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Quiero llorar en tus brazos inexistentes,
llévame a un mundo lejano y abandóname ahí
donde tus labios no me toquen jamás
porque ya no quiero estar sufriendo aquí.

El recuerdo me mata y los ecos son vino
esparcido sobre la mesa, fingiendo ser florero
de esos que no se pueden secar.

Arráncame los brazos y hazme llorar.
Nunca has estado aquí, no estás...
Las lágrimas caen ya disueltas
y a veces me pierdo en tu silueta.

El rostro del tiempo
se apareció en mi ventana,
tuve que cerrar las cortinas
porque su vaho me aterraba;
tenía la nariz raspada
y un par de moretones en el ojo,
ojalá algún día se caiga en picada.

Mis manos ya no son suficientes.
¿Qué estoy haciendo?
Si aún soy el remitente,
¿para quién es esta carta?

Los payasos duermen luego de las carcajadas.
Las moscas son fantasmas insolubles en agua,
ellas esparcen las esporas del asco por la vida
a pesar de ser reliquias un tanto anticuadas.

Ya me está hartando esto de portar mascarilla
porque no puedo exhibir mi putrefacta cara
y el aire cálido quema mis fosas nasales
en un acto de cobardía inesperada.

Justo cuando todo mejoraba
todo se fue al carajo
y no puedo culpar al mundo, ¡carajo!
Ojalá él venga y aborrezca mis trazos
como buen crítico exigente,
sin reparar en daños.

Destrúyeme cuando quieras,
ya no te pertenezco.

Mis lágrimas se han vuelto acuarela
y con ellas pinté mi cuarto.
La sangre de mis venas se ha vuelto barro
y mi cuerpo es vidrio disecado.
No he renacido, solo he sido fermentado.

La experiencia de una vida
es el silencio del sabio
y la madurez descolorida
son risas que no hallo.

Si ya me ayudaste a crecer,
¿por qué insistes en permanecer a mi lado?
Tan solo vete de una vez,
ya te di un nombre. ¡Ahora vete!
Quiero y necesito un espacio,
tan solo un pequeño, un minúsculo espacio,
una molécula de materia que me pertenezca,
un átomo de mi cuerpo que no haya sido profanado

por tus manos iracundas
en tus nefastos arrebatos.

Ya me diste algarabía
cuando en mi espíritu había letargo,
ahora solo queda el recuerdo de agonía
en esta carne viva que todavía sigue sanando.

Vete y piérdete
en el remolino creado por mis fallos,
serás solo sombra moribunda en un rato.

Alábame, me das asco.
Dime halagos al oído,
sé que estás escuchando.
Pero no susurres mentiras,
podré verlas con el telescopio
aún si lo escondes de mi páramo.

A la serpiente le mordí la cola,
a ver a quién jodes ahora
con esos brazos inhumanos.

Todavía está la sensación incómoda
pero al menos ahora
ya no hay masoquismo en mis párpados.

Eliot - #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora