•Mi Nuevo Novio•

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                              Capitulo 14

Aquino y Duxo caminaban a la casa del palomo. El festival había terminado y ya se encontraban cansados de seguir caminando.

—Bueno, ya llegamos a mi casa.— Dijo desanimado, no quería soltar su mano.

—Supongo que ¿te veo mañana?— Duxo asintió con su cabeza.

Al separar sus manos sintieron un frío terrible. Duxo abrió la puerta y antes de que Aquino se fuera, se atrevió a gritarle...

—¿No quieres pasar?— Aquino no dudo en decir que si.

                                         ☥

—Disculpa si se ve un poco desordenado.— Aquino casi se sentía ofendido por lo que había dicho su ahora novio.

Su sala estaba impecable, lo único "desordenado" podría ser aquel bote de refresco que aún se encontraba en la mesa.

—Siéntate, te traeré un poco de agua; se que estas sediento.—

—De ti...—

—¿Dijiste algo?—

—No.— Sonrió disimuladamente.

Duxo solo lo miro confundido pero no quizo darle tanta importancia.

Aquino observaba los cuadros que habían. Habían de Duxo cuando era pequeño, al igual que las de una mujer que supuso era la madre del pelinegro.

Duxo regreso con dos vasos de agua de los cuales, uno, se le fue entregado a Aquino.
Duxo no tardo en sentarse alado del castaño y empezar a tomar su vaso de agua.

—¿En que tanto piensas Aquinito?—

El nombrado volteó y con una sonrisa respondió.

—En ti ¿por qué?—

—Uy parece que ya a salido tu verdadera personalidad.—

El castaño solo miro a otro lado apenado.

Sin aviso, Aquino sintió como la mano de Duxo se posaba en una de las mejillas de el, volteándolo bruscamente para besarlo de nuevo.

El beso se intensificaba de apoco, mientras que Duxo se acerba de apoco al cuerpo de Aquino en busca de algo de fricción.

Duxo había estado desesperado por algo como eso desde la primera cita.

—¿¡D-Duxo?! No te conocía así.— Decía ya acorralado contra el sillón.

—Qué allá sido sacerdote no significa que no sepa de estas cosas. Tuve que aprender sobre cada pecado y el como específicamente no hacerlos ¿No?— Lo miro pícaramente.

—Ahora silencio.— Dijo para por fin recostar a Aquino en el sillón y subirse encima de el, volviendo a unir sus bocas en otro intenso beso.

No eran expertos, eso era obvio, pero a su manera lograban disfrutar de su momento íntimo.

Aquino no tardaría en tomar el control y cambiar de posición estando ahora el arriba.

—A alguien ya le gusto...— A Duxo le encantaba burlarse de su castaño.

—Silencio.— Dijo ahora Aquino.

Aquino procedió a comenzar a lamer el cuello del palomo mientras este soltaba pequeños jadeos.

Estaban en su mejor momento, Aquino estaba por quitarse su sudadera al igual que Duxo su camisa.

Entre una intensa pelea de besos, una llamada alerto a Aquino. La iba a ignorar, pero temió que fuera una emergencia.

•Me enamore de un sacerdote•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora