Obsesión (Dark Romance)

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Advertencia:

Este capítulo es de un género oscuro del romance.
Habrá:

-Lenguaje inapropiado y escenas violentas.
-Consentimiento dudoso.
-Manipulación y abuso emocional.
-Uso de drogas.

Lea bajo su discreción.

Gilgamesh:

El hachís en mi sistema relajaba mis músculos y mi mente. Prefería no estar pensando en nada particular, los recuerdos y la tragedia siempre estaban acechando en mí subconsciente. El porro en mis dedos se sentía casi como un consuelo, más que cualquier cogida de una noche.

Apoyé la cabeza en el respaldo de mí sillón, observando hacia adelante. Todos saben que no deben meterse conmigo, que soy el rey de las calles de Seattle. Nada sucede sin mi consentimiento, sin mi mandato e intervención. Pero esto se estaba yendo de las manos.

-Así que tú intentaste vender tu mierda en mí territorio- dije mientras soltaba el humo del porro.

Veía los ojos vidrisiosos y aterrados en su rostro. Una satisfacción transcurrió en mi cuerpo al ver el efecto que generaba en el cuerpo del simple mestizo. Enkidu estaba detrás con sus guantes negros y el traje Armani. Hacía maniobras con la navaja  mariposa bañada en oro y tan afilado como mi boca. Sonreí de lado, observando como el tipo en mis pies escupía un diente y sangre que salpicaba mis botas.

Una mueca de asco en mi rostro apareció. Me levanté precipitadamente y apagué el porro en el ojo del tipo, no tuve el interés de si quiera saber su nombre. Una mueca de dolor salió de sus magullados labios, deleitándome con el sonido. Un aroma a carne quemada apareció junto a sus chillidos.

Como un maldito cerdo.

No era necesario ensuciar mis zapatos de diseñador en su rostro, aunque me muero de ganas de golpearlo y cronometrar cuánto tiempo de respiración tendría.

Realmente tengo curiosidad.

Caminé fuera de la sangre que se esparcía en mi suelo. Genial, tendré que llamar al equipo de limpieza por tercera vez en el día. Le hice una señal a Enkidu, él entendió mientras se acercaba por detrás del tipo y lo arrastraba por el suelo.

-¡No! ¡Déjame en paz! ¡Te prometo no volver a desafiarte!- chilló el mestizo.

Chasqueé la lengua, en señal de disgusto. Su cuerpo robusto era arrastrado por el suelo, dejando un rastro de sangre y una mueca de molestia en el sereno rostro de Enkidu.

Necesito echarme un polvo, pero ya.

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Arturia:

Mi espalda estaba recta, enderecé los hombros y toda mi atención estaba en las palabras de mi jefe. Su cabello pelirrojo estaba un poco despeinado, luciendo más grande que el asiento. Sus proporciones eran algo descabelladas y realmente luzco muy pequeña a su lado. 

-Señorita Pendragon, me enteré del éxito de su último trabajo. Consiguió meter a la cárcel a un mafioso italiano, eso demuestra su valor - dijo Iskandar mientras su dedo índice tamborileaba la madera del escritorio, justo debajo de unas imágenes. 

Mi atención se dirigió hacia la cabellera rubia como el oro que resaltaba en la imágen. Unos ojos rojos como rubíes, vistiendo un traje de diseñador, guantes de cuero parado frente a un Roll Royce mientras fumaba un cigarrillo. Tragué un poco de saliva, aunque no lo quisiera admitir era bastante atractivo. 

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