Playa

304 12 2
                                    


Arturia:

-Entonces... ¿Esta es tu casa de playa?- pregunté en un tono más ahumado del que creía posible.

Un calor se extendió por mis mejillas, teniendo casi la certeza de que seguramente podría lucir avergonzada. Me mordí la encía, intentando contener la emoción. Observé el entorno, un gran living. Los sillones eran blancos, con ventanales que daban excelentes vistas a la playa. Las olas se movían serenamente, sin preocupaciones y espontáneas.

Cómo me gustaría ser así.

-Si, una de las tantas. ¿Te gusta?- preguntó casi en un ronroneo.

Acomodé un mechón rubio detrás de mí oreja. Levanté unos centímetros mí cabeza, encontrándome con aquellos ojos rojos. Una sonrisa maliciosa se dibujó en las comisuras de sus labios. Tragué saliva, algo incómoda mientras caminaba hacia un sofá.

Sentía que la tela de mis jeans me asfixiaba. Había una temperatura tan alta que me hacía dudar sobre  la lucidez con la que amanecí para elegir esta prenda. Me desplomé sobre el mullido sofá. Era más cómodo de lo que parecía.

Él enarcó una ceja rubia. Cruzó de brazos mientras me observaba expectante, analizando cada movimiento mío.

-¿Cómoda?- preguntó en ese tono burlesco.

Me limité a observarlo, con los labios fruncidos conteniendo una sonrisa.

-¿Acaso debería estar incómoda con mí prometido?- pregunté con un amague de sonrisa.

Observé como su mandíbula se tensaba. Sus dedos largos, que tanto habían explorado, esos recuerdos metiéndose bajo mi piel. El ardor de mis mejillas aumentó. Observaba como golpeaba el dedo índice contra su mentón. Sus aretes y collar bañados en oro brillantes ante la luz del sol que atravesaba los ventanales.

-¿Qué debo hacer contigo, pequeña?- preguntó mientras sus ojos analizaban cada centímetro de mí cuerpo.

Mí piel se erizó, entrando en un estado de alerta. Lo conozco lo suficientemente bien para saber que no tiene las intenciones más puras conmigo. Empezó a desajustar la corbata en su cuello, a quitarse el blazer Armani y dejarlo arriba de un solitario sillón. Mí pecho se comprime por la anticipación, admirando como se remangaba la camisa blanca hacia sus codos. Sus bíceps están sobresaliendo en la ceñida camisa. Los músculos de sus antebrazos revelan algunas venas. Sus ojos no abandonan los míos, mí cuerpo.

-¿Pequeña? Ya tengo veintitrés años- respondí lo más neutro posible, cruzando de brazos.

Una mirada peligrosa se asentó en la curva de mis pechos sobre el escote. Tragué saliva, apoyando mí espalda en el respaldo del sofá. Gilgamesh desabotonaba dos botones de su camisa, dejando a la vista una insinuación de sus músculos.

Apreté mis muslos, buscando un consuelo.

Movimiento que obviamente no pasó desapercibido por Gilgamesh. Se acercaba lentamente, los zapatos de diseñador resonaban en la habitación aplacando el sonido de las olas y las gaviotas. Se inclinó hacia mí, apoyando una mano en el respaldo del sofá y su rostro peligrosamente a centímetros del mío. Pero no me intimidé, no aparté la mirada ni mi postura.

-Dejarás de ser pequeña para mí cuando crezcas un poco más. Aunque como dices, ya eres una mujer adulta y eso no será posible- sonrió de lado, burlón. Fruncí el ceño, sus ojos analizando mis labios- pe.que.ña -susurró, su aliento golpeando mis labios y enviando una corriente eléctrica por mí columna vertebral.

Aún sigo tratando de entender el efecto que este hombre genera a mi cuerpo traicionero. Mi mente y mí corazón están siempre en debate, a veces dejándome llevar por mis impulsos.

Attention-- Gil x Art (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora