La vida en el castillo era infinitamente mejor que la vida lúgubre y dura de gladiador. Nada de entrenamientos forzados bajo el sol o la lluvia, nada de heridas infectadas que tardaban días en sanar, nada de soledad que le quemaba el alma como el fuego le quemaba la piel cuando recibía un castigo; allí, en ese hermoso castillo donde podía pasar los días y noches cerca de lord Adam, todo era lo más parecido posible a un paraíso terrenal. No se le ocurría una forma en que su vida pudiera ser mejor, ni siquiera si por algún milagro le otorgaban la libertad.Él y el pequeño Maarten llevaban ya un mes viviendo al servicio de lord Adam, quien era exactamente el ángel que parecía ser. Jamás se enfadaba por nada, no era caprichoso o frívolo, se mantenía ocupado con sus estudios de los astros o realizando tareas diplomáticas junto a su padre. Trabajar para él era entonces extremadamente sencillo, porque salía poco y no tenía enemigos, así que lo de llevar guardias era más por un formalismo que por necesidad. Y él era absolutamente feliz con aquella tranquilidad, no le importaba si no volvía a empuñar un hacha o una espada en su vida; ya había tenido más que suficiente con sus años de gladiador, si ahora podía pasar el resto de sus días siguiendo a Adam a reuniones de estudio o a cenas aburridas con otros nobles estaba satisfecho.
"Verlo cada día es renacer un poco cada vez… sus ojos luminosos, su dulce sonrisa. Su bondad. No habría tenido mejor suerte ni pidiéndola a las estrellas que él tanto admira" pensó, mientras lo veía calibrar un extraño instrumento que servía para mirar al cielo. Estaban en lo alto del castillo, en una habitación especial hecha con techo abovedado y en la cual estaba instalado el enorme instrumento, que se llamaba telescopio. Él no entendía ni una palabra de ciencia pero sabía que el estudio del cielo era muy respetado entre los nobles, y que Adam era uno de los mayores entendidos en el tema a pesar de su corta edad. Le producía un especial placer verlo ocupado con sus pergaminos y mapas del cielo, porque cuando trabajaba con eso sonreía más que nunca.
-Bueno, ya lo he dejado listo. ¡Perfecto!- exclamó Adam con orgullo.- Este telescopio es el más potente jamás construido, soy muy afortunado de tener uno. Solo el rey y algunos pocos científicos lo poseen, pero papá quiso darme gusto y me lo consiguió… en fin, no quiero aburrirte, One Eye. Regresemos a mis aposentos, quiero descansar un poco ahora para estar fresco esta noche, ¡me muero por estrenar el telescopio!
Las personas ya se habían acostumbrado a ver al fornido y severo One Eye siguiendo a Adam por todo el castillo, por lo que nadie los miró demasiado al verlos bajar del observatorio. Excepto, claro, los cortesanos que envidiaban la confianza que Adam demostraba hacia un simple esclavo cuando con ellos era tan distante. One Eye podía ser ignorante en muchas cosas pero no era estúpido, y con su único ojo los vigilaba a donde quiera que su amo lo llevara: intuía que para muchos de esos señores y señoras la amistad de Adam les resultaría provechosa, y que éste no les diera la menor atención debía resultarles frustrante. No lo creía, pero no podía descartar que alguno quisiera hacerle daño a su amo como represalia por sus "desaires". Eso no pensaba permitirlo por supuesto, su labor era cuidarlo de todo mal y era exactamente lo que haría.
"Ninguno de esos cuervos comprende a mi señor Adam. No lo ven como una persona, lo ven como una escalera para llegar más alto. Asquerosos cerdos, jamás les permitiré enredar a mi amo en sus intrigas. Al que intente lastimarlo le arrancaré el corazón".
-¿One Eye? No me siento muy bien…
La súbita voz temblorosa de Adam lo puso en alerta, y por pocos segundos logró atajarlo antes que se cayera por las escaleras que conducían a sus aposentos. No se había tropezado, pero sin duda había sufrido alguna clase de mareo a juzgar por el tono pálido de su piel.
-Llévame a mi… cuarto…
Su rostro usualmente imperturbable sufrió una transformación en ese instante, pues nada en el mundo lo asustaba tanto como la visión de Adam en peligro. Lo cargó en sus brazos con suma facilidad y lo llevó tan rápido como pudo a su dormitorio, llamando en el camino la atención de algunas mucamas que no dudaron en dar la voz de alarma y llamar al doctor del castillo, y a lord Raki, quien acababa de llegar de una cacería. Todo sucedió tan rápido que nadie se percató de la expresión atemorizada de One Eye, el gladiador legendario, el hombre más fuerte de todos, quien en ese momento esperaba en una sala adyacente junto a otros criados y cuyo corazón estaba comprimido, pues lo aplastaba el miedo y la impotencia de no poder ayudar a Adam. ¿Qué había sido ese desvanecimiento? ¿Qué haría él si algo invisible atacaba al hombre del cual se había enamorado irremediablemente, aún sabiendo que jamás lograría…?
-One Eye- lo llamó de repente el propio lord Raki.- Ven conmigo.
Obedeció y siguió al hombre con miedo, preguntándose si habría hecho algo mal y temiendo cualquier respuesta. Pero su temor se esfumó al ver a Adam recostado en su cama con mejor semblante, libre de sus ropajes y vestido con un camisón sencillo que le permitía respirar y moverse con más comodidad. Tuvo una fracción de segundo para pensar en lo delicioso que se veía con un hombro al descubierto y los ojos azules de nuevo brillantes, antes que le hablara con gratitud por su reacción rápida al verlo decaer.
-One Eye, ¡te estoy tan agradecido por tu ayuda de hace un rato! Padre, One Eye fue quien evitó que rodara por las escaleras como un muñeco de trapo. Me cargó hasta el cuarto y alertó a los demás, es gracias a él que todo esto ha sido solo un susto y nada más…
-Y no habrías estado en ese peligro si te hubieras alimentado como es debido, Adam, ¡no deberías ser tan imprudente!- lo amonestó lord Raki, entre aliviado y preocupado.- Has estado tan ocupado con ese telescopio nuevo que no has desayunado ni almorzado hoy, las criadas me lo han dicho. No quiero que eso vuelva a pasar, ¿oíste? Debes comer y dormir bien, o de lo contrario te prohibiré usar el telescopio.
-¡No, eso no! Te prometo que no volveré a ser tan descuidado…
-Eso espero, hijo. Y tú One Eye, te estoy muy agradecido por haber salvado a Adam, sin duda tienes los reflejos de un guerrero. Puedes pedir cualquier recompensa que desees, te la has ganado.
One Eye vaciló solo un instante. Quizás fuera demasiado atrevido, se preparó para recibir un azote por eso, pero avanzó hasta la cama de Adam y se inclinó ante él al tiempo que le tomaba una mano. No hacía falta que Maarten tradujera nada, estaba claro que su petición era simplemente permanecer junto al lecho de su señor.
Adam sintió su estómago repleto de mariposas, como decían los poetas, ante el toque de esa enorme mano. Una mano masculina y cálida, que deseó sentir por todo su cuerpo. Al mirar brevemente a One Eye al ojo tuvo la loca idea de que su guardia estaba pensando lo mismo que él. Por los dioses, ¿sería posible…?
-De acuerdo, de acuerdo- exclamó lord Raki con buen tono.- Puedes quedarte a acompañar a mi hijo mientras le traen sus alimentos, de hecho es mejor, así hay alguien que lo vigile para que no vuelva a dejarlos. Y gracias de nuevo por tu servicio, One Eye. Puedo decir tranquilo que mientras tú estés aquí mi hijo siempre estará a salvo.
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Latir de nuevo
FanfictionOne Eye ha sido esclavo por tanto tiempo que ya está resignado a acabar sus días como tal. Sin embargo, la vida le tiene reservada una maravillosa sorpresa al cruzar su camino con el de lord Adam, hijo único del señor feudal del lugar y cuya bondad...