One Eye era un hombre fuerte, física y mentalmente. Estaba acostumbrado a sufrir penurias de toda clase sin inmutarse, pero su fortaleza nunca había incluido el resistir tentaciones carnales. Seguro, numerosas mujeres se habían sentido atraídas por él en su juventud e incluso en tiempos recientes de gladiador, pero como ninguna había significado nada para él no había experimentado tentación como tal.Ahora que estaba más pegado que nunca a su señor lord Adam, quien le hacía ojitos y le insistía para que velara su sueño, la tentación de tenerlo entre sus brazos y hacerlo suyo era enorme. Simplemente no había forma de no pensar en su amo de forma romántica y sexual, no cuando lo tenía tan cerca, deslumbrándolo con su dulzura y su belleza. Adam no parecía ser consciente del todo de lo que estaba haciendo, quizás por su corta edad y poca experiencia, pero él era un hombre de casi cuarenta años y podía notarlo; lo miraba de la forma especial en que miraba a sus amadas estrellas, le gustaba compartir con él sus alimentos en los jardines del castillo y también que lo ayudara a subir y bajar del caballo, cuando salía a dar algún paseo para tomar el aire. Se preguntaba qué milagro habrían obrado los dioses para que su amo se hubiera fijado en él, porque desde luego no creía que un esclavo tuerto fuera la primera opción romántica de un joven noble. Por las noches daba mil vueltas en su camastro sin poder relajarse, su mente vuelta a pensar en los ojos de Adam, en su sonrisa, en la pureza que lo llevaba a compartir su pan con los mapaches del bosque, animalitos por quienes sentía un gran respeto y a los cuales había prohibido hacerles daño durante las cacerías.
En los días que duró su enfermedad lo había ayudado incluso a vestirse, un privilegio por el cual las mucamas se habrían sacado los ojos entre ellas. No quería faltarle el respeto, pero le fue imposible no amanecer mojado una o dos veces a causa de los sueños en los cuales hacía lo opuesto a vestirlo. Ahora, con esa nueva actitud tan tierna de su señor, no sólo soñaba si no que pensaba durante el día en cómo sería quitarle la ropa, acariciarlo, hacerle el amor. Se ponía duro y debía satisfacerse solo y con culpa, preguntándose en qué pasaría si cedía. Si hacía caso a las tímidas insinuaciones de lord Adam y se metía en su lecho, o le daba un beso, o le prometía en su mudo lenguaje de amor que estaría a su lado sin importar nada, incluso si debía ser solo su esclavo para el resto de su vida.
"Aunque sintamos lo mismo, si es que lo sentimos, él siempre será un noble. Es probable que un día deba casarse y tener hijos, y entonces, ¿qué haré yo? ¿Dejar de quererlo así como si nada, fingir que ya no lo amo para no sufrir más?"
No. Eso jamás, se dijo, mientras lo veía comer un trozo de su queso favorito en el picnic que había montado en una zona tranquila del bosque. No importaba si algún día debía contraer matrimonio con una dama por el bien del feudo, en tanto Adam lo quisiera a su lado él estaría a su lado. No le importaba si tenía que ser un amante por el resto de sus días, lo haría si con eso podía seguir gozando de él. Lo pensó con el corazón latiendo a todo lo que daba mientras se le acercaba, lo pensó con más intensidad mientras le ofrecía un poco de queso y preguntaba si Maarten tardaría mucho en volver con el vino. Tenía que salir de dudas al respecto, porque no le importaba jugarse el pellejo por él en tanto supiera que sus sentimientos eran correspondidos.
-No debí armar la canasta para el picnic tan a las prisas, ¿verdad? Ahora pasaremos sed, y tan luego en un día tan cálido… ¿Mh? ¿Por qué me miras así, One? ¿Tengo algo pegado en el rostro?
Adam no quería creerlo pero sí, One Eye le estaba tomando la mano. Muy levemente, como si tuviera miedo, pero sin retroceder. Tal cual él le había tomado la mano la vez anterior, en sus aposentos, antes de ser interrumpidos por la jefa de mucamas. Pero ahora no había nadie allí más que ellos y algunos animales inofensivos en busca de migajas, así que nadie diría nada si respondía a aquel gesto… ¿verdad?
Los dedos de ambos se entrelazaron esta vez con firmeza, y por primera vez Adam vio a One Eye sonreír. Su corazón pareció detenerse cuando el fornido hombre con el que soñaba casi todas las noches por fin se acercó y besó su mejilla, lentamente, con respeto. El tacto de esa barba en su piel lo erizó todo, y mucho más cuando el segundo beso fue en sus labios. Era obvio que One había querido darle un beso muy suave, pero él no pudo contenerse más: se arrojó a sus brazos y lo besó con pasión, le acarició el rostro curtido de mil batallas, sorprendiéndolo tanto que por un momento el mayor no supo qué hacer. Solo por un momento, claro; luego no tardó nada en devolver el beso como correspondía y en meterle la lengua hasta el fondo, saciando al fin su hambre de Adam y comprobando que todo el tiempo había estado en lo cierto.
-¡Mhh… One… Eye… besas tan bien como en mis sueños!- gimió excitado Adam al separarse, clamando por más y siendo complacido al instante. De golpe todo su pudor se esfumó en un mar de besos y caricias obscenas por parte de su guardia, quien se reafirmó mentalmente su promesa de siempre amarlo y protegerlo sin importar qué. Si algún dios benevolente había hecho que lord Adam se fijara en él, ¿cómo podía desperdiciar ese milagro teniendo dudas o miedo?
-Espera, espera. ¡Oigo algo! Maarten está volviendo, esas son sus pisadas…- susurró Adam inquieto.- Esperemos un poco. De verdad quiero seguir besándote, pero es mejor que seamos discretos por ahora, ¿no?
One Eye asintió y se separó, arreglando a las prisas su ropa y respirando hondo. Adam hizo lo propio y le dio un último y fugaz beso, prometiéndole que eso no terminaría ahí.
-Ven a mis aposentos esta noche, por favor. No quiero esperar un momento más, te he admirado y deseado desde que te conocí y quiero ser tuyo cuanto antes, querido One.
Ser suyo. Su amo era un hombre libre que quería pertenecer a él, un esclavo. One Eye sonrió de nuevo, era imposible no hacerlo ante tan extraño giro de los acontecimientos.
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Latir de nuevo
FanfictionOne Eye ha sido esclavo por tanto tiempo que ya está resignado a acabar sus días como tal. Sin embargo, la vida le tiene reservada una maravillosa sorpresa al cruzar su camino con el de lord Adam, hijo único del señor feudal del lugar y cuya bondad...