• De regreso a Casa •

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Después de miles de vueltas en la suave cama deje de hundir el colchón con mi cuerpo y quité con agotamiento todas las sábanas y el edredón

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Después de miles de vueltas en la suave cama deje de hundir el colchón con mi cuerpo y quité con agotamiento todas las sábanas y el edredón. Las almohadas estaban tiradas en el piso frío como si fueran pequeños obstáculos. Ya de pie y al mirar el entorno parecía como si hubiera peleado una batalla, una muy fuerte. Mi frente estaba sudada a pesar del aire que mantenía heladas las paredes, por lo que no tardé en quitar de mi cuerpo con agresividad todo tipo de tela que impidiera el contacto con el aire.

No había soñado nada fuera de lo común mis abuelos me habían visitado en sueños y hoy solo dijeron “Linda” y “la adopción era la única forma de vida para ti” respectivamente, la abuela dijo el nombre y el abuelo la frase.

Normalmente decían unas pocas palabras y el acostumbrado “te queremos y seguimos contigo”
Para mí no es nada pero para mi instinto de supervivencia es el peor puñal y señal de alerta, tuve la necesidad de abrir la ducha casi tan fuerte como lo es respirar luego de estar bajo el agua, así que el agua no tardó en caer en un gran chorro que me empapó de la cabeza a los pies.

—Tengo que ir a la casa—. Logré formular en el intento de conseguir aire para mis pulmones.

Pero mi respiración no dejaba de ser forzosa y mi mente solo repetía “Linda” “la adopción era la única forma de vida para ti”

Al cabo de poco tiempo estaba junto al sol viéndonos entre nosotros, yo veía como salía en el amanecer y el me irradiaba con sus rayos mientras yo subía la colina hasta llegar a los pinos.
Los pinos de la taza, el sol traspasándolos y al fondo las Colinas del Este.

El trozo que se llevó pero en la realidad, lo veía con mis propios ojos.
Subí el sendero y abrí la puerta con una llave mediana, logré recordar el empujón al abrir la puerta, entonces ya estaba adentro.

Dios qué panorama. Si me sentía mal por aquel sueño lo que veían mis ojos me dejaría cerca de la muerte. Todo estaba volcado, rasgado y roto por todas partes… destruido. Las escaleras tenían una cinta amarilla, de las que coloca la policía cuando un área está en investigación. Me acerqué allí y pasé por debajo sin preocuparme por lo que encontraría en el segundo piso.

En todo el piso había vidrios de los cuadros, de los jarrones, adornos y figuras decorativas que siempre embellecían nuestro espacio. Sentí curiosidad por ver mi habitación temiendo haber perdido cosas valiosas que dejé atrás, pero al entrar solo ví algunas cartas encima de mí escritorio estrujadas y vueltas bolitas de papel.

Todo lo demás no había sido tocado.

Caminé por las tablas flojas del pasillo que rechinaban con cada paso que daba con mis botas. Entré a la habitación de los que habían sido mis padres por 17 años y todo el lugar, ni siquiera podía describirlo, desearía que el sol de la mañana no brillará tanto como para dejarme ver el sitio. Sentía que cada espacio estaba peor y que me estaba matando lentamente con solo mirar.

Romance MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora