Capitulo 7

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En el túnel donde yacía el nido de la boa, los tres estaban pálidos, pues la serpiente se alzaba ante ellos, con la peliverde temblando mientras la olfateaba, como si fuera un perro rastreando una presa. La joven comenzó a girarse para encarar a la temible criatura.

Dallas y Kazuya tenían sus armas preparadas, alertas ante cualquier eventualidad, pues ya conocían la ferocidad de semejante bestia. La serpiente se aproximaba lentamente, sacando su lengua de manera intimidante, acorralando a la peliverde que retrocedía, sosteniendo en su mano el huevo de la serpiente.

Kazuya: Por favor, mi amor, solo deja el huevo donde lo encontraste — rogaba nervioso, pues sabía que mantener el huevo en la mano solo traería tragedia. Simultáneamente, apuntaba con su lanzallamas.

 La chica peliverde, asustada, continuaba retrocediendo mientras la boa solamente rugía, lo que provocó que tropezara y dejara caer el huevo.

Kazuya: ¡Candelaaa! — gritó angustiado.

El huevo de boa caía en cámara lenta, hasta que finalmente se rompió, causando un sobresalto en la peliverde, quien pensó que su destino estaba sellado.

El huevo de boa caía en cámara lenta, hasta que finalmente se rompió, causando un sobresalto en la peliverde, quien pensó que su destino estaba sellado

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Esto enfureció a la boa, quien se abalanzó sobre ella, enrollándola en su letal abrazo.

Kazuya: ¡Candelaaa! — volvió a gritar, atacando con su lanzallamas para intentar quemar a la serpiente y liberar a su amada.

En los niveles superiores, cuatro personas corrían buscando la cámara para llegar al túnel de permutación térmica, pero de repente, escucharon rugidos y gritos

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En los niveles superiores, cuatro personas corrían buscando la cámara para llegar al túnel de permutación térmica, pero de repente, escucharon rugidos y gritos.

Washington: ¿Escucharon eso? — detuvo a su grupo.

Tera: Sí, proviene del piso de abajo. ¿Quién estará en problemas? — preguntó preocupada.

George: Podrían ser algunos de nuestros compañeros, debemos ayudarles — dijo mientras se volteaba, pero Washington lo detuvo agarrándolo del brazo.

Washington: Olvídalo, nos queda poco tiempo para preocuparnos por ellos. Ya sabrán cómo arreglárselas.

George: ¡Es en serio! ¿Acaso no somos compañeros y hermanos? — exclamó con enojo, apuntándole con su arma.

Terror en New AlcatrazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora