Capítulo IV ¿Felicidad?

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Después de correr desesperado pude al fin llegar a mi casa. Tengo tanto en mi cabeza y no puedo pensar en nada. Tengo mucha impotencia de no poder controlar mis sentimientos. De repente recordé que el psicólogo me había dado unas pastillas experimentales. En las cuales se esperaba un efecto casi inmediato.

Nunca las he tomado, porque siempre he odiado a las personas que tienen que recurrir a métodos externos para ser "felices". La felicidad estaba sobrevalorada para mí. Aparte que no me causaba gran atracción ya que por lo único que iba a las terapias y tenía las pastillas es porque eran gratis y tenía que hacerlo o perdería mi estúpido trabajo.

No tuve tiempo de reacción, mi cuerpo se movía por su propia voluntad y ya tenía dos pastillas en mi mano, la dosis recomendada era una pastilla a la semana, pero no tenía control. Quería que todo acabara. El miedo controló mi vida.

Desperté del piso. Ya era de mañana, por lo que veo me había tomado las pastillas porque hay un vaso roto con agua alrededor en el piso. Que mal pensé, pero, me siento distinto. Es raro de explicar, ¿no me siento mal? Es algo que nunca había experimentado, ¿esto es la felicidad? Y me doy cuenta de que no recuerdo bien lo ocurrido en esta semana.

¿Qué importa?, está siendo un bonito día. Me dije a mi mismo.

Casualmente tengo el día libre hoy, intento recordar que pasó anoche, veo mi vestimenta y me extraño porque normalmente no utilizo esta ropa. Algo debió haber pasado. No tengo más que destellos de anoche.

Anoche... Me dio un poco de dolor de cabeza por intentar recordar lo ocurrido anoche, pero no le di importancia. Recogí los cristales del vaso y limpié mi linda casa. Es un gran día hoy, los pájaros cantan, las flores florecen, simplemente me sentía dichoso de mi vida.

Decidí salir a la calle, aparte también para buscar pistas de que había ocurrido en toda la semana. Entonces decidí ir al consultorio de mi psicólogo. No queda tan lejos de mi casa la verdad y el camino es muy agradable. Llegue al consultorio. No había siquiera pensado en mi apariencia y en el reflejo de unos de los vidrios de las puertas de entrada del consultorio me vi.

Cuando vi mi cara me noté raro, sin duda estaba feliz interiormente, pero me veía tan vacío en el exterior. Un cuerpo que no expresa lo que mi alma puede decir pensé. Me sentí raro. ¿Ese era yo? Siempre me había visto en el espejo, repugnando como me veo y ahora no puedo repugnarme, estoy decepcionado. No transmitía ninguna emoción.

Después de unos segundos de mirar el cristal vi una extraña sombra pasar por mi reflejo, se me hizo extraño y pensé que habría alguien caminando detrás del cristal, pero al abrir la puerta, no había nadie.

Sin embargo, prontamente me olvidé de eso apenas la recepcionista me preguntó a que se debía mi visita.

-¿Muy buenas tardes caballero, en que le puedo atender? Me dijo con un tono amable.

-¿Podría decirme si estuve en esta semana en la cita? Con una fuerte calidez le pregunté.

-Claro que si caballero, estoy segura de haberlo visto a usted venir hace 3 o 4 días.

-Gracias.

Y me alejé. Supe que entonces había venido aquí y supuse que mi amnesia había sido causada por el fármaco y por quizás recordar todo lo que pasó con Matías y mi padre.

Decidí regresar a mi casa y me venían recuerdos de mi infancia y la razón por la cual mi padre se había ido de casa.

Ese mismo día que habían asesinado a Matías llegué a mi casa antes de lo previsto. Padres estaban discutiendo fuertemente, aunque no le había prestado mucha atención. Yo estaba en shock como para prestar atención.

Amando a mi mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora