– ¿Me bajas el micrófono?
– Te quiero tanto.
– Johnny ya lo sé.
– Payaso.
– Bobo
– Enano.
– Chillón.
– Bonito Taeil.
Johnny bajó el micrófono y lo ajustó a la altura de su compañero con una sonrisa burlona. Los días en que grababan juntos eran tan divertidos que se olvidaban del cansacio. Aunque no era necesario tener canciones juntos para acompañarse mutuamente, ya se había hecho una costumbre para ambos.
– Deberías irte a descansar John. Tú ya terminaste.
– No quiero.
– Pero deberías dormir mucho hoy...
– Taeil dime qué me quieres. Te extraño mucho.
– No.
– Dímelo. Estás tan bonito que me dejo dominar por ti y te acompaño para escuchar tu linda voz. Me merezco que me consientas.
Taeil sólo se rió y Johnny lo abrazó por la espalda, besando su mejilla mientras lo escuchaba calentar su garganta. El bajito le acarició los brazos, poniéndose muy rojo ya que estaban siendo observados por algunas personas de su staff.
Aún cuando no quería irse tenía que hacerlo en cuanto Taeil empezara a grabar, pues no podía interrumpir. Sus labios dieron besitos en el cuello ajeno y luego se despidió con mucho pesar, prometiendose verse en la noche, sin embargo, debido a la agenda de Taeil eso no fue posible ya que no llegó a casa a dormir.
🐻🌕
– Tardaste muchísimo en llegar.
Taeil le reprochó, con el rostro bañado en sudor y una mueca de tristeza y dolor. Johnny sintió su corazón estrujarse al verlo postrado en aquella cama, conectado a aparatos y a intravenosas para calmarle el dolor, con raspones en los brazos y piernas y con el yeso en el muslo, la zona más herida de su cuerpo pequeño.
– Tenía que grabar, bonito. Perdóname.
Johnny rompió la distancia entre ambos para besarlo con desesperación, sin importarle en absoluto la presencia de enfermeras y médicos afuera. A Taeil le sorprendió darse cuenta de que los dos estaban llorando: él de alivio por verlo al fin y Johnny de tristeza.
– Me dolió mucho...
– Lo sé, mi príncipe, lo sé. No sabes cuánto deseé que no la hubieras pasado mal. – John se apartó, secándole las mejillas con los pulgares – Me asusté muchísimo ¡Nadie me había avisado! Lo ví en las noticias y pensé que te había pasado algo horrible.
Cómo si no pudiera más, las piernas de Johnny se doblaron junto a él. Tomó con cuidado su mano y acercó el rostro a ella, disfrutando de su calor.
– No fue mi culpa...
– Yo lo sé. Pero ¡Taeil! Siempre te ruego que te cuides. Eres muy pequeño y muy precioso y tenías que extremar precauciones ahora porque estabas grabando mi amor. Tenías que cuidarte mucho mucho más mi vida. Definitivamente no te vuelves a subir a una moto.
Los ojitos de Taeil estaban llenos de dolor, por lo cual no pudo continuar con sus reclamos. No era el momento y tampoco tenía caso.
– Daría lo que fuera por estar en tu lugar.
– Yo sé que sí. Pero yo no quisiera eso, lo sabes.
Johnny le sonrió y Taeil le hizo un gesto lindo en respuesta.
