Lo logró, ¡El maldito lo logró!

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El aroma del café recién preparado llegaba hasta sus fosas nasales.

Si no hubiera estado tan concentrada como en aquellos momentos entonces tal vez hubiera aspirado profundo el delicioso aroma del café recién preparado. Claro está, que a su madre no le gustaba que solo tomara café en las mañanas, y se ofrecía a prepararle un tradicional desayuno oriental.

Pero Joy había perdido ya esa costumbre hace mucho, estudiaba en el extranjero casi desde los trece y ahora a unos tres años de graduarse en la Universidad, estaba segura de que no lo recuperaría, es decir, no despreciaba la comida japonesa, pero en las mañanas prefería y se había acostumbrado a comer ligero.

Una taza con café, chocolate o leche y a lo mucho algún pan, tostada, sándwich o un poco de fruta, eso era suficiente para ella.

—¿Por qué tan pensativa, hija?

Joy sonrió. –Nada madre, solo pensaba un poco en algo que vi ayer.

—¿De alguno de los vecinos? — Kihara se sentó justo frente a ella, arreglando un poco sus lentes, Joy lo pensó muy bien antes de hablar, es decir no había visto nada extraño, pero aun así había sentido un extraño presentimiento cuando vio a KyungSoo llevar a su amigo a su departamento, como si inconscientemente cuidara de él.

—No, algo que vi por la calle. No tiene la menor importancia. — Kihara pareció creerle y únicamente bebió un poco de té. –Madre ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Por supuesto.

—KyungSoo... ¿Tiene amigos?

—¿El muchacho ese que me debe como tres meses de renta? — Kihara de inmediato arrugó el entrecejo. –Pues que yo sepa no, no tiene mucho tiempo en Japón, pero como ya comenzó a trabajar supongo que ha de comenzar a relacionarse. ¿Por qué?

—No... Por nada. — Así que poco tiempo, eso era imposible, Joy había notado en los ojos de KyungSoo un... ¿Brillo? Especial cuando miraba y cuidaba al chico más alto que parecía ebrio y que sostenía de un brazo para evitar que no se golpeara o se soltara. Era muy amable y cuidadoso.

Cierto, Joy no conocía demasiado a KyungSoo, pero ni siquiera a ella, y había notado cierta química entre ellos, ni si quiera con ella, KyungSoo era así de amable, o siquiera la miraba de esa manera. ¿Se daría cuenta KyungSoo de ese brillo en sus ojos?

—Bueno madre. ¿Y por qué demoraron tanto mi padre y tú en llegar ayer?

—Oh, hija... Esa es una historia larga.

—Bueno, estoy de vacaciones, así que tengo todo el tiempo del mundo para escucharte. — Joy sonrío y Akihara suspiró.

...

...

Giró una vez más sobre su cama y arrugó el entrecejo.

No había podido dormir casi en toda la noche, y su estado de ánimo tan solo empeoraba con cada segundo que pasaba, por la luz que entraba por la pequeña ventana de su habitación, KyungSoo suponía que ya había amanecido, logró sentarse, con la sábana sobre sus piernas y el entrecejo arrugado todavía.

—¿Acaso todavía no se levanta? — Susurró con cuidado, mirando la puerta con atención, como si en realidad pudiera atravesarla con la mirada. –Ojalá se marchara pronto, no tengo la menor intención de verle la cara. — Hizo una pequeña mueca con la cara y sacudió la cabeza.

—¡Demonios! ¿Por qué estoy hablando así? Parezco una chica. ¡Agh! — Sacudió con fuerza sus cabellos y volvió a pasar la sábana sobre sus labios, con la intención según él de limpiarlos. –Ese imbécil. ¿Cómo se atrevió? Mancillar mis labios de esa forma... — Sus ojos se abrieron de sobremanera. —¡Que asco! Estoy hablando como una chica. Debería golpearlo, hasta cansarme, para demostrarle que con Do KyungSoo nadie se mete. ¡Ah, maldito! — Volvió a sacudir sus cabellos rojos.

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