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¿Qué había hecho?

¿Cómo se me ocurre?

Mi cerebro aún no terminaba de procesalo.

¿Me había acostado con María José?

Eso era imposible.

¿O no?

Flash Back.

Comenzaba a sentirme mareada, el alcohol ya estaba haciendo efecto en mis sistema y los chicos estaban igual o peor que yo.

Lucía bailaba descontroladamente en la pista de baile con dos sujetos, parecía estarsela pasando bien.

Mario estaba perdido por ahí seguramente bebiendo hasta el agua de los jarrones del lugar.

Paula se encontraba dormitando en su asiento.

Mientras que María José y yo hablábamos mientras bebíamos, por suerte aún estábamos en nuestros cinco sentidos, bueno, ella más que yo.

—Creo que lo mejor es llevarlos a casa. —habló la chica frente a mi dejando su vaso sobre la mesa a nuestro lado.

—Ninguno de nosotros puede manejar —le recordé —. No estamos en condiciones.

—Llamaré a algunos amigos para que vengan por nosotros.

En un movimiento rápido se levantó del sofá, volviendo a caer sentada de golpe sobre él. Comenzó a reírse y yo no pude evitar hacerlo también.

—Bien, creo que tome mucho.

(...)

—Si quieres puedes quedarte —propuse mientras abría la puerta de mi casa sorprendiemdome a mi misma, ¿Desde cuándo dejaba que alguien desconocido se quedar en mi casa? —. Es algo tarde y me gustaría la compañía.

—Pipe —le habló al chico que manejaba que hasta ahora desconocía su nombre —, ven por mi mañana temprano, a las seis.

—Claro jefa. Que descansen. —Sin más el chico arrancó en su coche en una dirección desconocida para mí.

—¿Quieres pasar? —le pregunté dándole espacio para que pasara.

—Ni modo, no me quedaré en la calle a mitad de la noche.

Una vez adentro la guíe a la cocina invitandola a tomar asiento. Iba a prepararnos un café, el alcohol comenzaba a perder su efecto en ambas aparentemente y era mejor tratar de evitar la resaca al día siguiente.

—¿Cómo te gusta el café? —le pregunté mientras encendía y preparaba la cafetera. Sus ojos no se separaban de mí ni por un segundo y eso comenzaba a ponerme nerviosa.

—Como tú quieras, no soy muy exigente, hermosa.

Un sonrojo llenó mis mejillas, pero agradecí estar de perfil a ella y mi cabello cubría mi cara. No lo tono.

—Bueno, estará fuerte.

—Dicen que así es mejor

Luego de unos minutos ambas tazas de café estaban listas. Con cuidado me acerque a la barra con ambas tazas en mano colocando una frente a ella y la otra frente a mí mientras tomaba asiento frente a ella.

Todo estaba en silencio mientras nos tomábamos el café, pero era un silencio cómodo entre ambas. Todo estaba tranquilo, era como si desde siempre hiciéramos esto.

—Esta bueno. —dijo mirándome con una sonrisa dejando la taza, ya vacía frente a ella.

—Gracias, tengo talento para la cocina. —regalandole un guiño me levanté tomando ambas tazas llevandolas a lavar.

(...)

—Ven, te llevaré a la habitación de invitados.

Una vez llegamos a la habitación abrí la puerta, era una habitación que casi nunca se usaba y yo por eso siempre se mantenía totalmente ordenada.

—Hay un par de prendas nuevas en las gavetas de la mesa de noche, tal vez te....

Mis palabras quedaron en el aire cuando me di la vuelta sobre mis talones para verla. La tenía a centímetros de mí. Mi respiración se atascó en mi garganta al verla observarme con intensidad.

—Gracias. —susurró alternando su mirada entre mis ojos y mi boca.

—No veo porque tengas que agradecer. —contesté en el mismo tono. Mis ojos se desviaron a su boca.

—Eres amable conmigo —no pude evitar tragar grueso al ver cómo sus ojos se oscurecian y su voz se volvía cada vez más grave —. No tendrías porque.

—Me caiste bien —una sonrisa coqueta apareció en su rostro mientras se acercaba cada vez más a mí. Mis piernas temblaron cuando su aliento comenzaba a mezclarse con el mío —. María José. —murmuré entre suspiros al ver cómo pasaba su lengua por sus labios atrapando a la final su labio inferior entre sus dientes.

—Detenme si no quieres.

No había entendido a qué se refería hasta que sus labios impactaron con los míos en un beso lento, delicado incluso me atrevo a decir que cariñoso.

Sus manos se aferraron a mi cintura acercándome lentamente a su cuerpo. Mis brazos rodearon su cuello dándole la confirmación de que lo que estaba pasando yo también lo quería.

Sus manos bajaron por mi cuerpo. Mi piel comenzaba a calentarse y mi respiración se aceleraba casa vez más. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sentí sus manos tibias aferrarse a mi cintura por debajo de la camisa.

¿Estaba cometiendo un error?

Tal vez, no estaba pensando con claridad, tenía demasiado alcohol encima, pero de algo estaba segura.

Sería algo de una noche.

No había sentimientos

¿O sí?

Fin del Flash Back

—No puede ser, me acosté con María José. —musite cubriendo mi cara con ambas manos.
Esto no estaba en mis planes.










...

Enigma.

Hasta que me conoció. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora