38.- Dos amigos (parte dos)

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12 de noviembre
Tienda de conveniencia El Arpón, barrio residencial de Playa Gris,
Ciudad Puerto.

Rudhain lanzó un hondo suspiro, aliviado por el susto que le había causado la repentina acción de su mejor amigo, creyendo durante un horrible instante que acababa de descubrir su conversación aún no iniciada con Arthur.

Siguiendo la dirección que Jim indicaba, estiró el cuello por encima de la estantería abarrotada de productos, distinguiendo a duras penas la característica gorra azul de un oficial regordete. El hombre, relajadamente, parecía indeciso entre las bolsas de pepinillos y pimentones en escabeche.

─¿Lo conoces? ¿Es el que te pide la firma? ─quiso saber Roan.

─No, pero eso da igual. Todos esos malditos cerdos son iguales, y no necesitará excusa para pedir mi identificación.

─Tal vez si te vistieras más normal...

─¡Oh, qué gran idea! ¿Te parece si me desvisto ahora mismo?

Roan resopló, tentado a abandonar a su irónico amigo a su suerte. Poniéndose de puntas, echó un vistazo al dependiente del mini super, quien parecía atareado tras la caja, probablemente registrando los nuevos pañuelitos extra suaves para poder ponerlos en venta. Tras el hombre, un gran televisor mostraba seis cámaras ubicadas dentro y fuera del local, y en una de estas (la que daba al estacionamiento) se veía aparcado un coche con baliza.

Los policías siempre trabajaban en pareja, según sabía el muchacho, por lo que advirtió que era probable que incluso si Jim podía evadir la mirada del sujeto del otro pasillo, el que lo viera salir desde el auto podía interceptarlo. La otra posibilidad (la más factible, tal vez) era esperar a que el adulto comprara lo necesario y se largara, pero si antes de eso llegaba a reparar en ellos...

No necesitó echarle más que una ojeada a James para comprobar que su apariencia difícilmente lo ayudaría a pasar desapercibido, por lo que refunfuñando, comenzó a meterle el pelo dentro del gorro de lana.

─Trajiste el uniforme, ¿verdad? ─preguntó, esperando que nadie notara su sospechosa actitud. Cuando Jim asintió, repuso─. Quítate el abrigo entonces.

─¿De verdad quieres que me quite la ropa aquí?

─Quiero tener una noche tranquila, Jim, y no terminar en la comisaría como la otra vez.

El moreno se quitó su propio echarpe para enrollarlo en el cuello del más bajo, ocultando así su llamativo collar, y la herida del labio. Acto seguido, deslizó su propia chaqueta por sus hombros, calzándosela a Jim para que ocultara parcialmente sus rasgados pantalones. Cuando el otro abrió su mochila para guardar su propio abrigo, Roan reparó en que habían llamado la atención del dependiente, que observaba ceñudamente la cámara que los apuntaba.

En un acto reflejo, le quitó la ropa a su amigo, y agradeció que fuera lo suficientemente grande para ponérsela él mismo sin verse extraño. Lanzó un comentario al aire, agradeciendo fingidamente por aliviar el frío que sentía, y con una mirada significativa, le indicó al otro que caminara detrás de él.

Con pasos torpes, se dirigieron a la parte trasera del mini super, para escoger uno de los últimos ingredientes que le faltaba por echar a la cesta. Mientras toqueteaban los quesos, el chico volvió a mirar por encima de su hombro, comprobando que el policía también acababa de verlos, y parecía especialmente interesado en la chaqueta que ahora él tenía.

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