Capítulo X

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Steven Müller.

Estoy en mi cuarto practicando el violín, se escucha la melodía en mi cuarto, el sonido relaja mi mente, hasta que...

Recuerdo de Steven Müller.

—Papá, ¿Cuando me compraras mi violín?, Ya soy un niño grande.— Baarny está sentado en el mueble de su sala.

—A penas tienes 8 años Steven, ¿Que rayos harás con esa cosa?.— Steven se acerca a Baarny.

—¿Puede ser uno de juguete?.— Steven sonríe.

—Samsum, lleva a Steven a su cuarto, no tengo tiempo para esto.— En el rostro de Steven nace un gesto de tristeza y Samsum le pone su mano en el hombro.

—Vamos Steven.— Steven cierra sus puños y corre una lágrima por su mejilla, que no se quiere mover. —Steven, vamos.

—Nunca tienes tiempo para mí.— Steven sube a su cuarto llorando...

Lanzo mi violín a la cama y me siento, por mi mente pasan los peores recuerdos de mi infancia, cuando necesité el apoyo de mis padres, cuando necesité a mi hermana a mi lado, cuando estaba solo y necesitaba ese abrazo de mis padres.

No puedo controlar mi mente que lo que hago es dejar que la furia invada mi vida, ¿Es justo?, No lo es, yo no merecía una vida así, estoy tan cansado de ser el que nada sabe, muchos secretos invaden mi casa y no sé nada, muchas cosas pasan y soy el último en enterarme, necesito el valor necesario para enfrentarme a mi madre, trato de llevar una vida normal pero recuerdos me atormentan, ¿Por qué?.

Recuerdo de Steven Müller.

—Lo siento mucho Jada, solo que, es complicado, discúlpame por hablarte así.— Jada se sienta junto a Steven en su mueble

—No se que habrá pasado con esa chica, pero no te cierres, seguramente necesitas desahogarte, llorar me tranquiliza los problemas de la vida.

—En mi caso no tengo con quien hacerlo.— Jada levanta la mirada de Steven hacia ella.

—Para eso estamos los amigos, puedes confiar en mí.— Jada abraza a Steven...

Claro, ella si me entenderá...

Llamando a Jada...

J: ¿Steven?, Hola, ¿Cómo estás?.

S: Disculpa que te llame a esta hora, solo necesito hablar con alguien.

J: No te preocupes, sabes que cuentas conmigo, ¿Quieres que nos veamos?.

S: A las 8:30pm en el parque.

J: Está bien, nos vemos allí.

Termino de hablar con Jada y salgo de mi cuarto, bajando las escaleras me encuentro a  Samsum en la cocina.

—Señorito Steven, ¿A dónde piensa ir?, ¿Y a esta hora?, Sabe que su madre no lo permitiría.— Samsum toma mi mano.

—Samsum, si no le dices no sabrá, por favor, necesito salir a relajarme.— Samsum me suelta y ve en mi rostro mi preocupación.

—Solo no regreses tarde.— Le sonrio a Samsum y salgo corriendo de la casa.

Corro más rápido para poder llegar al parque, el parque está a unos kilómetros de aquí, corro tan fuerte que en menos de 15 minutos llegué al parque.

Me siento en la banca y a la otra banca veo a Jada.

—¿Jada?.— Ella voltea.

—Steven, llegaste.— Ella viene hacia mi y me abraza. —¿Cómo estás?.— Le recibo el abrazo.

—Estoy bien.— Ella me suelta.

—¿Y por qué me llamaste?.— Ella sonríe.

—Solo quería estar con una amiga, recordé lo que me dijiste el otro día en tu casa, creo que sí necesito desahogarme.

—Todos los seres humanos lo necesitamos, no somos robots, tenemos sentimientos...— Ella y yo nos sentamos en la banca. —Y a veces esta bien estar mal, a veces esta bien tener un mal día, está bien tener problemas, siempre y cuando sepas cómo enfrentarlos.— Ella pone su mano en mi hombro.

—¿Cómo tú qué tuviste una vida difícil dices eso con tanta seguridad?.— Ella me mira a los ojos.

—De eso se trata Steven, gracias a los problemas somos quienes somos, y así podemos hablar a otros con seguridad, no importa la tormenta, lo que importa es aprender a bailar bajo la tormenta.

—¿Cómo podría hacer eso?, Mi padre falleció, mi hermana, tengo 9 años sin verla, y mi madre, ni se diga.— La miro a los ojos._ —Perdoname, estoy hablando de mis problemas cuando tú necesitas a alguien que escuche los tuyos.

—No está bien, tú lo necesitas más que yo.

—Mis padres nunca estuvieron para mí, desde que nací no recuerdo haber tenido muchos momentos juntos, siempre se la pasaban ocupados, a mi hermana la trataban como una cachifa, era invisible para ellos, eso me dolía porque sentía que a mí no me trataban tan mal como a ella, verla sufrir, verla llorar es lo que mas me atormentaba, y mis padres no hacían nada, creo que ellos no nacieron para esto.— Jada toma mi mano.

—Vas bien...

—Nunca tuve a ese padre que me enseñará a ser un hombre, ni a esa madre que me enseñará ese amor, solo tuve a la ayudante de mi madre, creo que soy así gracias a Ella.

—Steven, esto es muy fuerte, pero quiero decirte que eres una persona maravillosa, aunque tu padre no te enseñó a ser hombre, eres un gran hombre con un hermoso corazón.— Ella pone su mano en mi corazón. —Y eso es lo que cuenta.

—¿En serio crees eso?.

—Claro que si, desde que te conocí lo primero que me impresionó más fue tu hermoso corazón, tu nobleza en ayudarme, y eso quedó clavado en mi corazón.— Ella pone mi mano en su corazón. —Creo que lo que más me impresiona de un chico es su corazón, tu corazón Steven.— Su rostro se acerca al mío. —Eres muy especial para mí Steven, y quiero que lo sepas.— El viento pasa y deja el sonido, ella toma mis manos y si rostro cada vez más se acerca, hasta que sus labios tocan los míos.

—¡Espera!, ¿Que estamos haciendo?.— Jada se intimida.

—Lo siento mucho, es que no pude contenerme.— Ella se sonroja.

—No, no te preocupes, discúlpame a mi, no debí reaccionar así.— Trato de calmarla.

—Creo que es mejor irme, me aproveché de tí, espero puedas disculparme.— Ella se va corriendo llorando.

—No Jada, ¡Espera!.— Corro para alcanzarla pero enciende su auto y se va llorando.

¿Que hice?, Quería pasar un tiempo de tranquilidad y lo terminé arruinando.

Más Allá de la TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora