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Rhea



Llevamos ya un buen rato metidos en el gimnasio y ya me estoy empezando a enfadar.

Estoy de acuerdo en que en el surf se necesita muy buena condición física, así como fuerza en los brazos y piernas para poder levantarnos en la tabla por muy cansados que estemos. Pero hoy es nuestro último entreno y me muero de ganas y de nervios de entrar en el agua.

Me levanto del banquillo de pesas y me dirijo hacia la máquina de remo, al lado está Oliver haciendo ejercicios de estabilidad sobre el surfset.

Me siento y ajusto el peso. Como siempre que tengo los auriculares puestos, Oliver me tira su toalla sudada a la cara.

- ¡Oliver!- Exclamo, quitándomela. Él ríe.

- Es que me estás ignorando. - me responde.

- ¿Ehh? – le pregunto.

- Te estaba hablando y estabas pasando de mí. –

-Pero... ¿enserio Oliver? Tengo los auriculares puestos, ¿cómo narices quieres que te escuche?

Extiende el brazo a la altura de su cara y abre la palma, haciendo que desde dónde yo estoy no se la vea.

-Déjame. – me contesta, y se da la vuelta. Me río, qué actitud de niño pequeño puede llegar a tener. 

Me vuelvo a poner los auriculares, rodando los ojos y sonriendo.

- ¿Sabes qué? – oigo su voz amortiguada por la música que sale de mis auriculares. 

Me los vuelvo a quitar y me doy la vuelta para mirarlo.

- ¿Hum?

- No te invito a mi cumple. – me responde.

-¿Perdona? – le sigo el rollo y me levanto de la máquina.

-Lo que oyes.- me dice, encarándome.

-¿Sí? Pues yo tampoco.

-¿Cómo? – me pregunta levantando las cejas.

- Que yo tam po co. – le contesto enfatizando bien la separación de la palabra.

Entonces es cuándo echa a correr detrás de mí por el gimnasio. Siempre he sido más rápida que él, pero entre la risa y que estoy cansadísima estoy casi segura de que me pilla.

Entre el suave murmuro del gimnasio y la leve música de fondo se oye alto y claro un:

-¡¡¡¡EEEHHHHH!!!

Oliver y yo frenamos de golpe temiendo lo que va a pasar después.

-Vosotros dos, - nos señala Dexter- burpees. Tenéis dieciséis años, no tres.

-Tenéis dieciséis años, no tres...- murmura Oliver rodando los ojos.

-Te he oído Northe.- le comenta Dexter con una expresión de sarcasmo en su cara. – Venga, me debéis 50 cada uno.

-¿50? – se vuelve a quejar.

-100 cada uno.- Antes de que pueda volver a quejarse vuelve a hablar.- ¿Quieres 50 más?

Resoplando me pongo en plancha. Oliver me imita. Me giro a mirarle con mala cara, él se limita a reír, yo le imito y suspiro.

-Va, a la de tres. – y tras la cuenta, los dos empezamos con lo que podría ser perfectamente una forma de tortura.

Todos los sitios que nunca visitamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora