𝐌𝐎𝐔𝐍𝐓 𝐄𝐕𝐄𝐑𝐄𝐒𝐓, 𝐡𝐨𝐭𝐝

𝟏𝟏 | 𝐬𝐨𝐟𝐭𝐜𝐨𝐫𝐞

Feyre despertó más temprano que lo usual al día siguiente. Todo el día había tenido la duda, la pregunta. Ella quería huir con Rhaenyra, quería irse y nunca regresar, quería llevar consigo a Henry y poder ser una familia libre y feliz. Pero la realidad estaba demasiado lejos de ese sueño.

- Lady Hightower - una voz familiar despertó a Feyre de soñar despierta, una desagradable voz

- ¿Ahora que quiere de mi? - preguntó Feyre frente a Otto Hightower

- ¿de usted? Absolutamente nada - respondió de manera seca mientras tomaba su brazo y la llevaba lejos del ojo de otras personas - quién me interesa es al pequeño que carga en este momento - mencionó mirando a su nieto, Henry - Lady Hightower, no puede negar que este niño lleva mi sangre, mi legado y mi apellido, no puede negar aquella realidad que Henry es un Hightower y es mi parte de mi descendencia - dijo dándole un golpe de realidad a Feyre, la cual evitaba eso

- Que sea parte de su familia no significa que seguirá los mismos pasos tan repugnantes que usted ha hecho - respondió con enojo mientras sostenía con más fuerza a su hijo, pensando que si no lo hacía, en cualquier momento se lo quitarían de sus brazos

- Puede seguir viviendo en su burbuja y pensar que Henry es de pura sangre Stark, pero yo sigo teniendo un derecho y una opinión sobre este niño - dijo con calma pero su mirada reflejaba furia - se lo que planea, Lady, y quiero comentarle que no logrará irse, no si es con mi nieto a su lado - recalcó mientras juntaba sus manos, dándole un aspecto mucho más serio - cualquier cosa que planea con la princesa, créame que no lo logrará. El destino de mi apellido, de mi legado recae en Henry y el resto de hijos que llegue a tener con mi hijo y no permitiré que se lleve lejos a mi sangre - la seguridad con la que Otto Hightower hablaba era intimidante, tanto que incluso hacía que Feyre retrocediera un paso.

En cualquier otra situación la Stark ya habría asesinado o amenazado a cualquiera que se atreviera a hablarle de esa manera. Pero ahora hablaba sobre su único hijo frente al único hombre que tenía el poder de quitárselo en cualquier momento.

- Permítame aclararle las cosas - Otto se levantó de su asiento acercándose un poco a la Stark - si decide irse con la princesa a vivir ese cuento de hadas al que esta tan aferrada, hágalo, pero tenga por seguro que no llevará a este niño a su lado, ambos sabemos que tendrá un mejor futuro aquí, con riquezas y un noble apellido al cual atender, una vida la cual usted y sus falsas fantasías jamás le podrán dar - las palabras de Otto eran como dagas en el corazón de Feyre, porque por más que lo negara, Otto tenía razón.

Henry no tendría apellido ni riquezas, jamás podría gozar de una vida sin preocupaciones si se iba. Pero su corazón se partía en dos en el proceso de la realidad que su vida le había dado.

- No puede forzarme a que me quede aquí - contraatacó la Stark mientras su corazón se partía y las lagrimas amenazaban por salir de sus ojos

- No lo hago, al final del día es su decisión, Lady - dijo con un tono de voz tan irritante que podría quemar los oídos de Feyre - pero tendrá que ser consciente de las consecuencias que esa decisión le pueda traer - finalizó mientras salía de aquella habitación, dejándola sola mientras que su hijo comenzaba a llorar, al igual que ella.

Las horas pasaban y una decisión estaba por ser tomada, una que rompería dos corazones pero quizás salvaría a otro. Las consecuencias de esa decisión era algo que solo el destino podría saber. Feyre jamás hubiera descubierto que aquella decisión desataría en un futuro lejano una guerra.

Rhaenyra esperaba sentada en el suelo junto a Syrax. Primero llegó Jax el cual corrió hasta la princesa, sintiendo que algo iba a pasar. Luego, Feyre apareció en el campo de vista de Rhaenyra haciéndola sonreír, cosa que la Stark no pudo imitar.

- Tomaste una decisión - susurró Feyre al ver que Rhaenyra si estaba presente, al ver que ella también estaba a punto de dejarlo todo solo por amor

- Tu igual - sonrió la Targaryen - por un momento creí que no vendrías - susurró con alivio el cual rápidamente desapareció al notar algo - ¿en donde está Henry? - preguntó aún sin darse cuenta que el rostro de Feyre lo decía todo

- El no puede venir - respondió la Stark con un nudo en la garganta - y yo tampoco - agregó mientras se alejaba de la Targaryen

- ¿de qué estás hablando? - preguntó juntando sus cejas, aún sin afrontar la realidad

- No puedo huir contigo, Rhaenyra. No puedo - repitió con su voz quebrantada - No puedo dejarlo todo atrás si eso significa que mi hijo no podrá vivir una vida libre - aclaró levantando un poco más su voz

- El va a ser feliz - replicó Rhaenyra también elevando su voz

- No tendrá una vida digna, y tu tampoco - explico con un golpe de realidad - eres una princesa, Rhaenyra y yo no podría darte la vida que tienes ahora. No tendríamos riquezas ni lo suficiente para sobrevivir, no tendríamos nada - dijo mientras veía como los ojos de Rhaenyra se quebrantaban

- Hubiera sido suficiente sólo con estar contigo - reclamó mientras rápidamente limpiaba las lágrimas que escapaban por sus ojos

- Mataría a todos en la corte del Rey si me lo pides solo para demostrarte el poder que tienes sobre mi, Rhaenyra - dijo Feyre con seguridad y dolor en su voz - pero el amor que te tengo me impide irme contigo, debes de ser Reina y yo estaré en Winterfell con mi hermano, como deberían de ser las cosas - las palabras de Feyre eran cuchillos en el corazón de Rhaenyra

¿Por qué era tan difícil para Feyre aceptar que ella la amaba? ¿Por qué le era fan difícil irse y dejarlo todo atrás?

- Harás tu vida, serás feliz y quizás algún día tengas hijos a quienes contarles nuestra historia, yo seguiré con mi vida y le daré a mi Henry la vida que yo no pude tener - una sola lágrima cayó por la mejilla de Feyre aunque muy dentro reprimía mil más - y si algún día vuelves a necesitarme, sabes que estaré aquí, siempre - cerró sus ojos dejando caer otro par de lágrimas

Rhaenyra aún rota por dentro y con sus ojos rojos mientras reprimía sus lágrimas se acercó a la Stark y acunó su rostro. Lentamente se acercó y le dio un dulce beso en sus labios. Despidiéndose.

Y sin decir una palabra, se alejó de la Stark y dio media vuelta hacia Syrax. Ahora se habían separado, y pasarían varios años para que pudieran volverse a reencontrar.