Parte 6

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—Tienes una cara horrible —Taehyung se subió al coche.—Bueno, tú estás muy guapo —sonreí.No había dormido en toda la noche pensando las últimas palabras de Jungkook y lo menos quequería era discutir.—Gracias por el permiso, me hubiese vuelto loco si no hubiese podido salir hoy.—No fue nada, Tae —contesté arrancando el coche. —¿Tienes dinero? —pregunte. Él me miróenarcando una ceja. —Para las flores —murmuré mientras avanzaba.—Ni para flores, ni para nada —dijo Taehyung, mirando la calle.Afortunadamente, no había tráfico y llegar al cementerio fue rápido a pesar de lo lejos que nosencontrábamos, aparqué el coche y saqué algo de dinero de mi billetera.—Compra flores.—¿No vienes? —preguntó.Negué.


Ji Yeong era inexistente en mi vida cuando aún vivía, no tenía que estar presente después demuerta.


—Ve tú, no te demores mucho. Tienes solo un par de horas y me gustaría que comiéramos algojuntos antes de dejarte en el Instituto.Taehyung no dijo nada, pero azotó la puerta mostrando su desagrado por no haberlo acompañado.Lo vi llegar al puesto de flores y tomar un ramo antes de entrar. Trasladar las exequias de Ji Yeong ysu marido hasta Seúl había sido un proceso largo pero supuse que sería mejor para Taehyung queellos estuviesen cerca de donde él radicaba ahora.Salí del coche y me apoyé en la puerta, saqué el IPod del bolsillo de mis jeans, releyendo lo pocoque había escrito ayer. El celular sonó en mis manos, era un número privado. Suspiré de aliviocuando vi que no era Doctor Sexo.—¿Jimin? —la voz de la chica sonaba ansiosa. —Soy Nina, ¿me recuerdas?—Claro, la amiga de Jungkook. Dime Nina, ¿en qué puedo ayudarte?—Te llamo porque tengo una buena noticia para tu libro.—¡Oh! ¡Genial!—Estuve hablando con el amigo que te comenté. Fue algo difícil, pero accedió a verte. ¿Sabes dóndequeda el Caffe Bene?No sabía, pero el GPS hacía milagros en estos días.—Puedo llegar.—Muy bien. Entonces, nos vemos en una hora.—¿Podría ser en dos? —vi la hora en mi reloj, Taehyung acababa de entrar al cementerio.—No, lo siento. Dimitri sale de viaje en un par de horas y no vuelve hasta finales de mes.—Una hora. En una hora estaré con ustedes.


Lo siento Taehyung.

Guardé lo que había escrito y suspiré. Odiaba los cementerios, esa era una de las razones por la cuallas cenizas de Ji Hoon habían sido tiradas en el Lago Jinyang, para mí eran receptáculos de todas lastristezas del mundo y no deberían existir, así que apuré el paso, las tumbas de Ji Yeong y Ji Sukestaban a la vista, pude ver a Taehyung colocando flores.


¿Rosas? Pensé que una mujer como Ji Yeong le hubiesen gustado otro tipo de flores.


Tomé aire y caminé los pasos que nos alejaban.—Tenemos que irnos —le dije, sin rodeos.Él alzó la cabeza, su mirada fue incrédula.—Acabamos de llegar —murmuró Taehyung, acariciando la lápida donde estaba grabado el nombrede Ji Yeong.—Surgió un contratiempo y debo estar en un lugar en una hora. Tengo que llevarte al Internado, ano ser que quieras ir conmigo.—¡No! Yo quiero quedarme, vete con tu contratiempo, después me puedes venir a buscar.Suspiré hondo.—Taehyung, no voy a dejarte aquí, tengo que llevarte al...—¡Eres malo! —gritó. —¡Si mi madre no te importa, a mí sí! No te necesito, Jimin, puedes largartesi quieres. Yo puedo encontrar a alguien que me lleve al Internado.—No te dejare aquí —respondí cortante. —Me están esperando y...—¡Me importa una mierda! —gritó Taehyung levantándose. —Ya te dije que no me iré. Hace quinceminutos que llegué, que llegamos... ¡Por Dios, Jimin, es nuestra madre!—¡No! ¡Ella fue tu madre! Para mí, solo fue el horno que me incubó durante nueve malditos meses,así que no me jodas. Tengo una reunión urgente de trabajo y no voy a faltar por un jodido berrinchetuyo, así que mueve tu culo —mostré las lápidas y las flores. —Esto tendrá que ser para otro día, losiguiente que sentí fue el fuerte empujón que mi hermano me dio, antes de salir corriendo fuera delcementerio.¡Joder!, ¡joder!, ¡joder! ¿Cómo un día tan lindo se convirtió en una mierda?—¡Tae, espera! —grité yendo tras él. —¡Tae!—¡Reconoce que me odias! Odias el hecho que mi madre me haya elegido a mí.—¡Eso no es cierto! No te odio —pasé las manos por mis cabellos. —Mira, esto es difícil para losdos... Toda mi vida he estado solo, si ella te prefirió a ti y a tu padre, bien. Pero a ti, no te odio.—Yo sí te odio.—Genial, todos tenemos que odiar a alguien en un momento de nuestra vida. Créeme, ya pasé poreso. Ahora, nos vamos, tengo trabajo que hacer —dije, cortando la discusión.Llegamos al auto y Taehyung se sentó en la parte de atrás. Por el retrovisor pude ver cómo gruesaslágrimas descendían de sus mejillas, pero las ignoré lo mejor que pude.—Voy a reunirme con unos colegas y luego, te llevaré al Instituto —dije sin mirarlo.—Llévame al Instituto, no me interesa estar contigo un minuto más —dijo Taehyung con voz roncapor el llanto, tomé mi celular y busqué la dirección del restaurante y la coloqué en el GPS.Lo dejaría calmarse un poco antes de intentar razonar con él. Conduje a la velocidad permitida hastallegar al Internado y respiré fuertemente antes de intentar hablar una vez detuve el coche.—Tae, yo...—No quiero saber nada de ti, no vengas, no me llames, me quedaré interno a partir de ahora. Almenos, los maestros se llevan mejor conmigo —salió del auto no sin antes cerrar con un tremendoportazo.

noventa diasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora