derrumbe

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Mario se estaba preparando, pues iba a una de sus citas con peach, tenían varias a la semana y Luigi ya se había  acostumbrado solo que se sentía algo solo en esos días.
— ¿llegarás a cenar?.— pregunto Luigi, esperando un "si" como respuesta, claro ya habían pasado semanas desde esa plática en la pequeña colina donde Mario prometió no abandonarlo, pero, para Luigi sentía que esa pesadilla podría empezar tarde o temprano, o incluso que ya estaba iniciando, primero no llegaría en la cena, después no llegaría en la noche, y si empeoran las cosas, no volvería a la casa.
— creo que no, voy a cenar con peach, ver las estrellas y demás, no me esperes hasta tarde, ¿si?.
— claro.— dijo para después dedicarle una sonrisa a su hermano.
— oye, no te molesta, ¿Verdad?, si quieres me puedo quedar y posponer la cita.
— no, no, se que has esperado por esto, se lo importante que es para ambos, no te preocupes por mi, yo estaré bien.— Luigi tranquilizó a su hermano, aunque en realidad quería quedarse con el a hacer cualquier otra cosa, no quería arruinar sus cenas especiales con peach, el sabía lo importante y especial que era para Mario.
Mario salió del hogar, y Luigi justo después de cerrar la puerta, se deslizó por ella quedando sentado en el suelo, soltó un pequeño suspiro agotado y soltó un suspiro.
"¿cuando parará esto?", pensó, pues, esos últimos días, se sentía más cansado de lo habitual, se sentía más solo, más, más triste quizá, no estaba seguro, lo único de que tenía total certeza era de su constante cansancio.
Se sentía con sueño, y débil, a pesar de haber descansado bien en una noche, por eso mismo, dejo de ayudar constantemente a los Toad, aveces solo lo hacía por medio día, luego volvía a casa, y se quedaba descansando en el sofá o su cama esperando recuperar fuerzas, lo peor de todo, era cuando se sentía solo, aveces parecía que sus pensamientos lo aterrorizaban mientras estaba ahí, sin nadie.
Quiso no pensar demasiado como siempre lo hacía, no quería analizar sus pensamientos, mucho menos sus emociones, así que con mucho esfuerzo subió a su cuarto y se acostó, intento dormir mientras sostenía su collar con su mano derecha.
Paso una semana más, Mario ya se estaba preocupando por su hermano, ya ni salía de la casa, y pues Mario ya no estaba casi en el hogar, como lo deducía Luigi, dejo de ir por las noches y apenas iba unos días, parecía que su relación con peach había mejorado, y Luigi no paraba de pensar que ya había sido abandonado y reemplazado.

Mario llega, saluda con un grito pero nadie responde, sube al cuarto de Luigi y lo encuentra durmiendo, la verdad, pensaba que el cansancio constante de Luigi no era normal, no quería preocuparse mucho por el, pues sabía que él era fuerte, pero de todas maneras, era imposible no preocuparse.
Después de unas horas, Luigi noto la presencia de Mario, este se disculpó por su ausencia, Luigi acepto sus disculpas, creyó que tal vez, pedía perdón para volver, para dejar de ir con peach, pero se equivocaba, Mario le explicó que se iría una semana con peach, se irian de el reino champiñón, y tomarían tiempo a solas, esto destrozó a Luigi, pero no dijo nada, solo fingió felicidad por su hermano, es lo que debía hacer, sentía eso.
— si quieres, podemos ir juntos al supermercado, compraremos comida y te sentirás bien aquí solo, no te faltará nada.
— Mario, puedo cuidarme solo, estaré bien, no te preocupes por mi, aguantaré una semana.— el menor le dedicó una sonrisa a su hermano mayor y lo abrasó, hubiera deseado que ese abrazo durará para siempre.
Mario fue a su cuarto, alistó su maleta y antes de irse mencionó algunas palabras.
— pasaré de nuevo la noche con peach, mañana ella quiere hablar contigo, será nuestra despedida, ¿te parece?.
Luigi dio un "si" con su cabeza, se despidió de Mario y volvió a su cuarto, quería volver a su cama, su cuerpo rogaba por recostarse, parecía que le pesaba todo, su ropa, su cabeza y demás, parecía algo tonto, pero así era.
Antes de dormir, miro en su ventana las estrellas, volvió a tomar su dije, extrañaba demasiado el pasado, y no podía para de pensar en ello, soltó un suspiro cansado, y pronunció unas últimas palabras antes de ir a dormir, con algunas pocas lágrimas.
— ¿por qué me pasa a mi? Y ¿por qué duele tanto?.

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