Capítulo 5

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El trayecto en el taxi de camino a la mansión, me pareció lento. Era aproximadamente las cinco de la mañana, el cielo todavía estaba oscuro, pero las calles seguían estando tan abarrotadas de gente, esta ciudad siempre lo estaba.

Ayer después de hablar con Silvia, prometimos vernos el siguiente domingo.

Yo regrese al hospital y a pesar de que mamá me pidió que regresara a nuestra casa y descansara allá, preferí quedarme con ella, me compre algo para cenar y dormí en unos de los muebles que estaba en la habitación.

También me costó mucho quedarme dormida, en mi cabeza solo rondaba la triste historia de Aliosman.

En estos momentos sentía mucha pena por él. Mamá miro que estaba algo inquieta y se preocupó, yo no pude evitar y le conté la historia de Aliosman.

A ella también le causó tristeza.

Mientras miraba por la ventanilla del auto, pensé que debería hacer algo.

No podía permitir que Osman, creciera en un hogar donde no lo quisieran, sabía que no era mi obligación ni mi incumbencia, pero algo se había despertado en mí, un sentimiento que aún no lograba entender... tenía que buscar la manera de acercarlo a su padre y tratar de que Aliosman no huya en el intento, sabía que no sería fácil porque Aliosman, evitaba a su hijo como la lepra.

Pero ya me encargaría de ir acercándolos poco a poco. Solo esperaba no perder mi trabajo en el intento.

¿Cómo lo haría? Aún sigo pensando en eso. Pero ya encontraría la manera.

Cuando llegue a la casa, solo Mario estaba despierto, agradecí por eso porque así no tendría que tocar el timbre y despertar a todos si se encontraban durmiendo.

Aun no tenía llaves de la casa.

Después de cambiarme y alistarme para el resto del día, fui a la habitación de Osman, quien se encontraba dormido todavía, pero me quede allí contemplándolo y sabiendo que en cualquier momento despertaría, y así fue.

Le cambie su pañal y baje con él a la cocina para preparar su biberón, pero no contaba con que Aliosman se encontrara sentado en una de las sillas de la cocina, tomando lo que parecía ser café y con el móvil en la mano.

A ver... había como 5 comedores en esta casa. En mi opinión el más bonito de ellos, era el que se encontraba en el patio trasero, cerca de la piscina.

Y ahora el estaba tomando su café... ahí. En la cocina.

Vestía un traje negro de una pieza, llevaba un reloj en su muñeca izquierda y unos zapatos negros que brillaban de lo bien pulidos que estaban.

Esta tan guapo, tan pulcro y sofisticado. Con esa expresión en su rostro de: "Todos váyanse al carajo".

Lo que no entendía era que hacia tomando su café en la cocina, donde mayormente nosotros los empleados éramos los que comíamos aquí.

Paso por su lado sin decir nada, ni siquiera los buenos días. Buscaría la manera de que me dirigiera la palabra y eso lo conseguiría: yo siendo grosera.

Me inclino para poner a Osman, en la mecedora para bebes y puedo sentir su mirada taladrándome el cuello, los bellos de mi cuerpo se erizan y por un momento siento como si la temperatura en el lugar hubiese subido mucho.

Este hombre me provocaba cosas... cosas raras.

Empiezo a preparar el biberón de Osman, tomándome más tiempo del debido hasta que escucho su voz.

Por fin.

Sonrío sin que lo note ¡Lo sabía!

―¿No te enseñaron modales? ― Preguntó con tono firme pero indiferente a la vez.

El dulce aroma de la niñera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora