Aquella noche había tomado tantas cosas, que estaba seguro de que su estómago ahora era un cóctel con más de quince licores distintos y de colores múltiples.Su cabeza estaba tan atiborrada de estrés y cosas por solucionar, que cuando Mineta le ofreció un vaso escarchado y azul, creyó que aquello le ayudaría a olvidar un poco sus penas y preocupaciones.
Lo que le siguió a ello fue una noche terriblemente descontrolada, a la que jamás se habría introducido de no ser por su mala resistencia al alcohol y su poca fuerza de voluntad para declinar cada vez que sus amigos le entregaban un vaso distinto.
Su respiración estaba agitada.
Su cabeza daba vueltas, por lo que decidió ir al baño para tratar de recuperarse un poco.
Nunca esperó toparse con los ojos rubí más impresionantes que había visto jamás a través de un espejo.
Y quizá se debió al todo el contenido nocivo en su sistema.
Quizá se debió a toda la tensión sexual reprimida entre los dos.
Quizá ocurrió por el profundo sentimiento que todavía seguía enterrado en su corazón.
Pero no pudo evitar adueñarse de esos labios tan hermosos que en silencio lo invitaban a profanarlos.
En segundos la temperatura en el baño había aumentado varios grados, al igual que sus cuerpos, los cuales pedían más y más cercanía entre ellos.
Su lengua no le daba tregua a la de Bakugo, la cual ya se había rendido ante aquella exquisita forma de ser tratada, y procuraba únicamente seguirle el ritmo todo lo que pudiera.
Pronto, terminó acorralando al menor contra los lavabos, con su cuerpo entre sus piernas, lo que provocaba una fricción entre sus miembros que volvía loco al más bajo, quien lo demostraba con los gemidos bajos que emitía.
Los sonidos que escapaban de sus bocas eran cada vez más obscenos, llegando a rozar lo promiscuo; gruñidos, desespero, cuando por fin pudieron separarse, dejando aquel brilloso y fino hilo de saliva entre ellos, se miraron cómplices, sabiendo que eso definitivamente no terminaría allí.
Salieron de los baños, temiendo que alguien los viera —aunque en realidad, no se coordinaban muy bien debido a los efectos del alcohol—, y buscaron un cuarto entre los tantos que sabían que existían a lo largo de ese lugar. Todos estaban demasiados ebrios como para notar que él y Bakugo habían subido las escaleras que llevaban al segundo piso de aquella gigantesca estructura.
Apenas tantearon la puerta de una habitación, y ya nuevamente estaban uniendo sus bocas como imanes. Bakugo quedó contra la puerta, una vez más, acorralado.
Su labios fueron hábiles, y comenzaron un descenso tortuoso desde su lóbulo hasta el cuello del rubio, el cuál torturó con besos húmedos, chupetones que sabía que lo hacían delirar y pequeños mordiscos que enviaban corrientes eléctricas hasta su miembro, el cual comenzaba a doler por la falta de atención.
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Anemia [TodoBaku]
FanfictionShōto nunca se enfermaba, siempre había gozado de buena salud, era bastante cuidadoso con ello, así que cuando comenzó a sentir ciertos mareos y náuseas en los momentos menos esperados, se asustó en sobremanera, por lo que decidió ir al médico despu...