Cap. 20: La razón de un buen trato.

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Esa tarde de Jueves, Mineta se encontraba caminando —más bien, corriendo—, en dirección al tercer piso de los dormitorios, su diminuto tamaño en esos casos siempre era su mejor aliado, a pesar de quejarse de él en numerosas ocasiones

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Esa tarde de Jueves, Mineta se encontraba caminando —más bien, corriendo—, en dirección al tercer piso de los dormitorios, su diminuto tamaño en esos casos siempre era su mejor aliado, a pesar de quejarse de él en numerosas ocasiones. Como siempre, su boca había sido más inteligente que su cerebro, y terminó diciendo lo que estúpidamente pensaba antes de... Bueno, pensarlo bien. Por culpa suya, ahora tenía a la mayoría de las chicas de su clase yendo tras él.

¿Cómo podían correr tan rápido con unas toallas en sus cuerpos? Si bien, su morbosidad era fuerte, su instinto de supervivencia lo era aún más, por lo que no dudó en recurrir a cualquier método para salvar su pellejo. Por más patético que este fuera.

Siguió correteando todo lo que podía, con las gotas de sudor escurriendo por toda su anatomía sin frenos, haciéndolo lucir todo menos agradable —aunque para muchos no lo fuera de por sí—, y una vez que creyó que estaría salvado, se detuvo detrás de un pilar al lado de las escaleras que había subido como desquiciado.

—C-Creo que las perdí —jadeó.

Su pecho subía y bajaba, en desmedida forma; sus piernas dolían y sus brazos estaban entumecidos, podía sentir la sensación recorrerle entero. Sin embargo, cuando pensó que todo había pasado, escuchó una serie de pasos dirigirse hacia donde estaba, y antes de poder reaccionar, la figura rosada de una chica muy conocida para él se asomó a sus espaldas.

—¡Chicas, lo encontré!

Mina había gritado sin miramientos, y con sus hábiles brazos intentó aprisionarlo, no obstante, Mineta fue más ágil, y soltando un grito digno de alguien del género femenino, dio inicio a una nueva huida a lo largo de todo el tercer piso, haciendo incluso que algunos de sus residentes se asomaran por sus habitaciones y lo vieran pasar como rayo, con las féminas detrás de él.

Cuando el chico de cabellera púrpura visualizó el final del pasillo más cerca cada vez, cambió de dirección y volvió a subir las escaleras que lo llevarían al siguiente piso. Su respiración resonaba fuerte, y su corazón latía como si estuviera por paralizarse.

Mineta apenas pudo terminar los escalones, tenía el presentimiento de que su final estaba cerca, y no podía permitirse morir antes de cumplir sus más retorcidas fantasías, o hasta tener su propio club de fans como Todoroki.

—Maldito, ¿cómo puede ser tan guapo y desaprovecharlo?

Siseó negando con la cabeza, mientras avanzaba trotando. No podía comprender la forma en que su compañero echaba por la borda todo el potencial de adonis que tenía. Y es que debía reconocer que ese chico, a pesar de sus nulas habilidades sociales y de que parecía ser demasiado lento, sobresaltando el hecho de que tenía una cicatriz que en lugar de restarle le sumaba atractivo, era bastante, bastante llamativo.

—¡Rápido, chicas, ya casi lo tenemos!

—¡Sí, lo atraparemos!

—¡Mineta, estúpido!

Anemia [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora