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¿Sexo suave?

Sana amaba a Jihyo.

No poseía una cantidad exacta porque los números no bastaban para saciartodo ese amor que jamás podría pesarse o medirse. así como no le cabíaduda que la palabra amor no era buen domador para soportar sus emocionesya que cuatro letras jamás serían suficiente.

Lo supo porque la primera vez que la vió quiso ser una pieza delrompecabezas de Jihyo. Aun recordaba sus ojos gatunos, la envidia quetuvo a cada imagen que impregnaba en ellos; se llamó patética por ello.Sin embargo ahora, aquellos dos orbes oscuros se estaban haciendo partede su esencia de felicidad, en especial los momentos que sonreía, lossuaves belfos levantados en media luna para luego revelar sus encías ydientes.

Jihyo para otros era una infantil y retozona mocosa, pero para Sana setrataba de un fuerte torbellino de dulzura en el desierto que habíaestado sobreviviendo. Que chillaba ni bien le daba atención a otra cosaque no era ella, que se emocionaba como si hubiera ganado la lotería porir a comprarle helado de fresa. Alguien que se enojaba de una forma muytierna hasta el punto de creer que en ese pequeño ser ni había ni la másmínima pizca de maldad pura.

Esa era su Jih.

Aquella omega que se echó a llorar la vez que le dio en la cabeza con lapelota en unos de sus entrenamientos. Y luego de minutos le prometiójamás hacerla sentir adolorida si dejaba de quejarse con la enfermera deella y a sobre nombrarla de abusadora sacude cerebros. El dramatismo quedejó en esas paredes fue sensacional a su parecer.

─No llores ─le dijo esa vez que la escuchaba hipear, sus rodillas en elpecho y cabeza hundida entre ellas─, no fue mi intención darte con lapelota, además ¡para qué te cruzas! Esa era una zona para alfas, no paraomegas.

Sana sabía que optar una actitud despótica, creída e insolente intimidabacomo atraía gente. Pero ahora lo usaba porque había algo en la omega quela derretía y ponerse a la defensa dejando en claro su puesto en lajerarquía social fue su primera elección. Creía que al menos dejaría dellorar y por fin cedería a solo dejarse curar por la enfermera, beta queahora mismo estaba brindándole una mirada de desaprobación por suspalabras.

Jihyo sorbió su nariz.

─Eres una alfa muy tonta al decir eso ─inquirió Jihyo con reproche en suvoz, limpiándose el ojo izquierdo con su manga─. A mi me caen mal lasalfas tontas.

Si bien, se dio cuenta que la omega era muy mala para insultar, y que enotras ocasiones eso se le haría muy patético para alguien de su edad, sinembargo ¿por qué ahora su loba retorcía entre un tejido meloso? Suestómago aleteó de la nada, hasta un punto de querer reír por las cosquillas.

─Mi mamá dice que los alfas como los omegas deben ser tratados por igual─agregó después, frunciendo el ceño─. Y que tú me digas que no puedopasar por una cancha de fútbol solo porque allí van los alfas, se me hace muy tonto.

Sana bufó.

─Es la verdad ─intentó defenderse Sana─. Y si no me crees, créele algolpe morado de tu frente.

La omega chilló.

─Sigues siendo tonta ─le dio un golpe en el pecho a Sana─, ¡los tiemposhan cambiado!

Sana dejó escapar una risilla, el golpe que le había proporcionado no lehabía afectado en lo más mínimo, ni lo había sentido.

¿¡De qué te ríes!? ─alzó la voz Jihyo, exaltándola─. ¡hablo en serio!

─Te ves linda enojada ─soltó de golpe Sana, sincera, y produciendo quelas mejillas de la más pequeña enrojecieran.

Al menos, había dejado de llorar.

─Chicas, saldré un rato ─interrumpió la enfermera gentilmente─. Sana,cuida de Jihyo por mientras ¿si? No la hagas enojar.

La beta dejó el lugar con lo último dicho antes de ver a Sana asentir sin ganas.

Luego de un momento de silencio, Jihyo cruzó de brazos.

─¿Quieres cortejarme? ─preguntó de repente Jihyo, directa. La alfa laatisbó sorprendida, sus labios formando la cuarta vocal─. ¿Qué? Mi mamáme dijo que cuando un alfa me dice linda, es porque quiere algo conmigo.Y tú ─la señaló con su anular de forma acusadora─, me dijiste linda.

Jihyo no lo decía por eso, era por otra razón en realidad. Cuando vio aSana en la cancha sintió su omega estremecerse, era una sensación extrañaque apretaba en todo su cuerpo, pero no sabía cómo comentárselo sin sabersi era recíproco. Ella no fue consciente de su atracción hasta que, sin darse cuenta, estaba caminando sin atadura hasta donde se hallaba la alfa.

Sana sintió que había cometido un delito al ser sincera, así queendureció su expresión allanando los labios.

No ─le respondió con voz rígida─, no me gustan las omegas lloronas.

─ ¡No soy llorona!

─Sí lo eres, hasta una mocosa de dos años llora menos que tú.

Un sollozo leve hizo presencia que la terminó por estremecer. Sana hizouna mueca, no le gustaba para nada ver a la omega resquebrajarse enllanto, y era novedoso pensarlo ya que usualmente aquellas cosas le dabanpor igual. Sin embargo, oler la línea de tristeza de la menor y encimaque haya sido provocado por su culpa, le hizo encoger el estómago, comosi hubiera comido una mazorca con mostaza.

Frunció el ceño ¿Cómo esta chiquilla lograba estamparle culpabilidad consola una acción?

─Está bien, no eres una llorona ─le dijo Sana entre suspiros, tomando unode los paños de la mesa de al lado, extendió uno para Jihyo─. Ahora dejade llorar, que me incómodas.

Jihyo miró el pedazo húmedo de papel de la alfa y decidió sonar su nariz,pero con su manga.

─¿Cómo te puede incomodar mi llanto? ─enarcó una caja.

Ni yo misma sé.

Sana crispó de hombros, mostrándole que le restaba importancia.

─Eres escandalosa ─acusó Sana─, me haces sentir mal.

─Uhm... Bueno, a mí me hizo sentir mal tus palabras ─le contestó Jihyo,más calmada─, no me hagas sentir mal y así no te sentirás mal, supongo.

Hubo otro despeje de ruido entre ellas.

Me llamo Sana ─murmuró la alfa, su expresión tímida ─, y tú Jihyo¿verdad?

La omega asintió

─Bien Jihyo, no llores porque me haces sentir mal.

Jihyo sonrió, tímida.

❝𝐒𝐎𝐅𝐓 𝐒𝐄𝐗❞ ── ( 𝐒𝐀𝐇𝐘𝐎 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora