06 ─ Decepción

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Una exhalación deslizó por sus labios, sus manos temblorosas pasaron sobre su camiseta quitando posibles suciedades y arrugas. Su corazón bombeaba en nerviosismo, sus orbes chocolatosos viajaban por de un lado a otro esperando a que Carlisle Cullen hiciera acto de presencia, su sentido auditivo se mantenía en alerta. A un lado suyo, Isabella esperaba de forma tranquila mientras leía un libro.

Después de tan largos meses, por fin habían sacado a Katia de cuidados intensivos. Semana en la cual el mundo de Seth era un caos completo. La pelirroja había despertado desde hacia unos cuantos meses, Carlisle habia decidido mantenerla aislada para que se recupere lo mejor posible, aún nadie había ido a visitarla, Carlisle era el único que había tenido la posibilidad de hablar con ella y verla. Katia estaba más que encantada con aquello, le había llevado bastante, pero logró poder sentirse cómoda con el rubio. Estaba recibiendo el tratamiento terapéutico que necesitaba y de a poco iba dando resultado.

El Cullen se encontraba compartiendo con Katia que tenía visita, al ver que ella había entrado en pánico trató de tranquilizarla. Cuando los nombres de Seth y de Isabella resbalaron por sus labios pudo apaciguarse. A pesar de que Carlisle le había dicho que Andrew estaba en prisión, ella tenía miedo, no quería abrir los ojos y encontrarse con aquel último escenario que permanecía en sus recuerdos. No quería encontrarse con él y que la lastimase nuevamente.

Con el consentimiento de la pelirroja, Carlisle se fue la habitación donde se encontraba. Caminó con tranquilidad por los pasillos del hospital hasta llegar a la sala de espera. Los ojos de Seth vislumbraron como Carlisle apareció muy a lo lejos, y el lobo repasó mentalmente lo que Sam le había dicho.

Hay posibilidades de que haya imprimación, como también que no. No te exaltes, mantén la calma y todo estará bien.

Muy a sus adentros el moreno rogaba, imploraba, a los ancestros que ella sea su impronta, necesitaba ver sus ojos azules y caer rendido a sus pies, caer de cunclillas y sentir que ella era el centro de su universo. Necesitaba que sea ella, quería que fuese ella, no quería necesitar a nadie más. No quería que Katia sufriera lo que sufría su hermana día a día, no quería que ella lo odiara como Leah odiaba a Sam.

─Pueden pasar ─habló Carlisle una vez llegó a ellos.

Ambos adolescentes se levantaron como un resorte, Seth tomó el ramo de lirios que había comprado para Katia, mientras que Isabella tiraba su libro de forma impaciente a su bolsa. Los tres caminaron hasta casi finales del pasillo, quedando frente a la penúltima puerta de habitaciones que había. Carlisle la abrió y pasó sin más, siendo seguido por la castaña. Seth quedó estático en la puerta durante unos minutos, hasta que tuvo coraje de entrar. Soltó un suspiro involuntario mientas caminaba.

Sus ojos viajaron desde los pies de la camilla, subiendo de a poco viendo aquella pierna ya sin yeso. Danzó con miedo por aquel cuerpo cubierto por una bata blanca, media azulada (o tal vez verdosa), aquellos brazos libres de morados, tan pálidos como de costumbre. Su cuello, se encontraba en perfecto estado, estaba muchos más rellenita, no tan delgada como la tenían sus padres. Pasó por alto sus ojos, solo miró su cabeza sin vendaje, con su cabello creciendo en un costado, tenía una buena parte con el cabello hasta la barbilla, mientras que el resto estaba mucho más abajo, cerca de su cintura.

─¿Qué tal sabe la comida de hospital? ─la voz de Bella rompió el silencio, se acercaba a la muchacha con cuidado─, la vez que estuve internada fue completamente asquerosa ─sonrió tratando de hacer que ella hablase algo.

Katia dejo viajar sus orbes por aquel rostro paliducho. La castaña se limitaba a ver como aquellas piezas azuladas la inspeccionaban. Katia sonrió al ver que ella seguía exactamente igual.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2024 ⏰

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