04─ 314

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El sonido constante del monitor lograba aturdir por completo a Carlisle, aun más cuando intentaba llenar aquella planilla. Cansado levantó la vista mirando a la pequeña pelirroja, tenía tubos por doquier, estaba pálida, con unos grandes hematomas al rededor de su delgado cuello, por su rostro y el resto de su cuerpo.

No hacia mucho que había salido de cirugía, tuvieron que intervenir por muchos lados; cráneo, tórax, abdomen, pelvis y extremidades. Carlisle agradecía muy para sus adentros que no mostrará indicios de conciencia, no quería ver como se despertaba y sentía dolor, no podría.

Mucho menos podría irse a sabiendas que no habían podido dar con su agresor, la persona que la había dañado tanto estaba suelta y dejarla sola era un grave error. No podía apartar las imágenes de hacía unas horas atrás de su cabeza. Aquel delgado cuerpo abierto como si no fuese el de una persona, todos los puntos que tuvieron que utilizar, las diferentes cicatrices que le iban a quedar. Iba a tener marcado por el resto de su vida que fue lo que le pasó. Iba a quedar más allá de su cabeza, de sus recuerdos.

Nadie había podido ir a visitarla, o hacerle compañía, por eso mismo él decidió tomar ese lugar hasta que pueda salir de cuidados intensivos y pueda tener visitas.

Seth estaba de los nervios, desde hacía horas que estaba sentando, de brazos cruzados, mirando el suelo. Bella movía su pie de forma incesante, con ansias. Alice cuando se entero de lo que había pasado salio corriendo hacia el hospital junto con Edward. Si bien se conocían hace poco, ambas muchachas habían formado un extraño vínculo, y se lo había confirmado Marcus el día que visitaron Volterra.

Carlisle soltó un suspiro innecesario y salió unos minutos para comunicar al metamorfo el estado de su pareja. De pasada dejó la planilla en registros para que fuese agregada a la historia clínica.

─Katia Feirfax, habitación 314, añadan al historial clínico ─le habló con amabilidad a la muchacha que estaba centada con otros archivos.

Seth al escuchar los pasos del rubio ir hacia su dirección, acompañado de un hedor putrefacto, ocasionó que se levantara como un resorte. El vampiro le regalo una sonrisa de labios cerrados, lo cual dejó que el moreno soltara una gran y profunda exhalación. No lo contuvo y un lloriqueo lastimero se escapo de sus labios al mismo tiempo que su cuerpo caía, quedando en cunclillas en el pasillo.

─¿Ella está bien? ─la pregunta ahogada del moreno conmovió al patriarca de los Cullen.

─Fue un poco complicado, pero su corazón aún late ─murmuró con tranquilidad, dejando caer su mano fría en el hombro hirviendo del lobo.

Seth no lo aguanto y rompió en llanto. No podía creer que su razón de existir estuviese en ese estado, no podía creer que le hicieron tanto daño y él siquiera lo notó. Se sentía tan miserable e impotente, recordar cada mirada triste y apagada de Katia le hacia hervir la sangre, lo tuvo delante todo este tiempo y no se había dado cuenta de las señales. Cada sonrisa forzada, cada mirada cansada. Cada recuerdo hacia que su corazón se hundiera en culpabilidad, si tan solo hubiese hecho más, si hubiese estado ahí, si no se hubiese ido como Sam le ordenó, nada de esto hubiese pasado.

Pero pasó y no se perdonaba el no darse cuenta, el no sentir el olor a sangre seca, el escuchar el bombeo débil de su corazón. Era su culpa, pero más era la culpa de aquella persona, si es que se podría catalogar como una, por haber lastimado a la delicada estrella que tenía como pareja.

─Ella está bien, está estable ─la voz aterciopelada del doctor lleno sus oídos.

─¿Puedo verla? ─preguntó levantando la cabeza.

Carlisle negó lentamente.

─Podrá tener visitas cuando salga de cuidados intensivos, hasta entonces puedo solo mantenerte al tanto de cómo está ─dijo con serenidad.

ÁMAME ─ Emmett Cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora