Capitulo 6

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"Fui condenado por la sociedad al exilio, para morir en soledad. Sin ellos saber que es en la soledad en donde se forjan las almas más fuertes y donde surge realmente el valor de la vida"

Ivan Sotelo

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Septiembre 23 del 2021

Washington DC

Preguntas.

Tenía cientos de ellas formándose en su cabeza.

Sus ojos no se apartaban de la gran pantalla. De ninguna, en realidad. Llevaba ahí el tiempo suficiente como para que sus músculos se hayan tensado, aunque la silla en la que estaba era grande y cómoda, no se puede esperar no sentir nada cuando los minutos y las horas pasaban mientras seguía allí. Sin moverse, porque se negaba a hacerlo. Preguntándose que era lo que podía hacer, que podía dar para llegar a su objetivo, más de lo que ya había invertido para ello desde el primer momento. Cuestionando sus capacidades por primera vez. Era algo que no lo dejaba, y lo seguía como una sombra que se cernía sobre él y que lo persigue sin descanso, llegando a sentir una frustración desesperante que le quita el sueño y la calma que tanto aprecia ¿Y como juzgarlo? Aunque tuviera todas las herramientas y lo último en tecnología dentro de su equipo de trabajo, que logró reunir gracias al esfuerzo y años de sacrificio partiéndose la espalda para obtenerlo, ahora parecía que eso ya no era suficiente. Nada de ello servía. Los años pasaban y cada vez se hacía más y más dificil. Buscando un rastro que parece no haber existido nunca y gastó hasta el último recurso, esperando con obtener un resultado. Era uno de los mejores en lo que hacía, y no era un pensamiento que viniera del ego, sino de sus acciones. Fue una realidad que aceptó y ser consiente de quién es lo hizo sentir esperanzado. De que podría lograrlo.

En algún momento, pensó haberlo tenido todo y que con eso nada sería imposible para él.

Se equivocó irremediablemente.

Tenía cientos de preguntas. De incógnitas. Y aunque haya exprimido todo tipo de conocimientos que aprendió dentro de su campo desde que tenía memoria, nunca obtuvo respuesta. En las noches cuando no era el trabajo lo que lo mantenía despierto, lo hacían las ganas de poder encontrar alguna pista que le sirviera, algo que le dijera que no todo estaba perdido. Y todo lo que consiguió fue un silencio que lo atormentó hasta los huesos.

Justo como lo hacía en ese momento.

Y estaba haciendo un gran esfuerzo para no sucumbir ante la desesperación.

«No puede ser así. No puede quedarse así» pensó lleno de impotencia, con sus ojos marrones vagando por todas partes. Algo debía estar pasando por alto, solo que aún no sabía el qué. «Han pasado tres años. Es imposible que aún no haya nada».

Suspiró fuerte, con las manos restregando su rostro. El traje que llevaba puesto lo estaba sofocando más de la cuenta y aún no podía quitárselo.

¿Qué más debía hacer? Se le acababan las opciones. Y la única persona capaz de ayudar, con las habilidades de diez de los mejores hackers y rastreadores en uno, estaba demasiado lejos y no tenía permitido tener contacto con ella.

Necesitaba encontrarla. A ella. A su amiga.

Amelía.

La misma que había desaparecido del mapa después del secuestro y que ahora buscaba sin descanso. Desaparecida. Consecuencia de un operativo que en parte había salido mal y lo ultimo que se supo fue que había sido vendida en un burdel ubicado en Napóles.

Rojo Sangre [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora