«VI »

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Pasaron dos días más y por arte de magia ,o más bien,del infierno,los gritos cesaron.

Ya el terrible éxodo de las almas en pena había acabado y con sigo toda la fehaciente tortura de Sein.

Estaba en el jardín disfrutando de la calidez del sol de la mañana.La verdad no soportaba estar dentro del castillo con su irrefutable áura oscura y sus mil y un secretos,asi que en esos ultimos dias había optado por crear un pequeño jardín para mi misma.Un jardín dentro del jardín,pero la diferencia era que este sería mío.Un pequeño lugar que me pertenecería,o al menos me serviría para escapar de la realidad que coronaba mis días en aquel terrible lugar.

El jardín era un pequeño cuadro de tierra en donde sembré con esmero las flores más lindas que encontré por los alrededores.

Primero había una gruesa ilera de rosas rojas ,después una de rosas rosadas,también había girasoles ,su color amarillo brillante iluminaba mi día,pero mis favoritas eran las rosas blancas.Desprendían una pureza maravillosa,una fragilidad y una paz incomparable.Y por último estaban los tulipanes,eran las flores preferidas de mi abuela ,así que sembré dos hileras de tulipanes lavanda para ella.De algún modo tonto sentia que con esas flores ella estaría más cerca de mi.

Cuatro columnas ,opuestas de dos en dos formando un cuadro y en el centro una pequeña mesa de té.Ese era mi paraíso en la tierra,en ese palacio demoníaco.

Una melodía de violín triste me saco de mi ensimismamiento.Miré a todos lados ,pero no había nadie a mi alrededor.Todas las doncellas se estaban preparando adentro para el almuerzo.

«Provenía del castillo»

Fui siguiendo la hermosa melodía hasta que escucha me aclaró que provenía de la biblioteca.

Al entrar ahí vi de espaldas a Sein.
Estaba perfectamente vestido .De pies a cabeza el negro lo cubría ,y debía reconocer que en verdad le asentaba.Marcaba la blancura de su piel con egocentrismo.

Se encontraba parado frente a la enorme venta de cristal de dos metros.Tocaba el violín con una mezcla de tristeza ,rabia y dolor .
Entonces la música se detuvo.

-¿Que estás haciendo aquí?-
Puso el hermoso instrumento encima de un aparador .

-Po..por favor no pares por mi,estaba hermo...-
Dije mientras entraba pero el me interrumpió.

-Silencio humana-
Se acercó a mí y tomó mi brazo.Tenia una pequeña parte de el envuelto en una venda.Aún estaba sanando de el accidente del otro día.

-No te dijeron que era en extremo peligroso que te acercaras a mi en el Éxodo -

Lo dijo más como una afirmación que como una pregunta.

-Yo..yo-
Que iba a decirle...que una jodida bruja de seis mil años me había llevado ahí sin yo pedírselo.Me abstuve.
- Yo...Lo siento-

-Esta bien-
Levantó mi mentón levemente con su mano y me miró a los ojos .

-Yo lo siento,...por esto...-
Por un momento cambió su vos,ya no era para nada egemonica y autoritaria.Habló como un susurro ,pidiéndome perdón .Pude ver más allá de sus ojos.Fue como esa noche.Había pureza y resiliencia.Un dolor oculto.Me pregunte si estaba sufriendo en ese momento a causa de el fallecimiento de alguien.
Una emoción tonta en mi quería tocarle la mejilla y demostrale que le apoyaba,que le entendía y que no estaba solo.Levanté mi mano casi temblando y la deposité en sus rostro.Estaba tibio y su piel era suabe.Pero aún así sentí como un músculo debajo de su barbilla se tensó con el contacto de nuestras pieles.Me miró y sentí que me perdía en su mirada,en sus ojos rojizos que simulaban el vino .Por un segundo,por uno solo,su mirada se suavisó ,pero algo que no se que pudo ser rompió esa complicidad que me estaba llenando el alma.
El sujetó mis muñecas,ambas,y me dijo con una voz muy ronca en el oído.

La Dama del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora