Capítulo 20.

111 71 0
                                    

La suave mano de mi madre acaricia mi mejilla mientras abro los ojos poco a poco, el canto de las aves entra por la ventana al igual que los rayos del sol. He pensado en poner nuevas cortinas ya que las que tiene están un poco viejas y desgastadas, no las había cambiado porque me gustaba el estampado floral que ahora ha desaparecido. 

Me siento en el colchón cruzando las piernas y apoyándome en el espaldar, mi madre mantiene esa sonrisa dulce que la caracteriza. Rhaella siempre ha sido mi ejemplo a seguir cuando del amor se trata. 

—Buenos días.—susurra. 

Froto mis ojos despacio. 

—Buenos días, madre.—cubro mis labios cuando bostezo. 

—Tienes marcas de las sábanas—dice y rápidamente toco mi cara comprobando, y sí, siento las marcas en mi piel—¿Soñaste bonito?

—No tuve sueños esta noche, mami. 

—¿Mami?—sonríe mostrando los dientes—Hace mucho no me llamabas así. 

—Creo que es porque crecí.

—Nunca se es lo suficientemente grande, mi niña.

—Y está comprobado por como me tratan papá y tu.—le digo. 

Acaricia mi cabello, peinándolo con su mano cálida. Se siente bien sentir un poco de afecto después de recibir palabras crueles por parte de quien adoras. 

—¿Qué te puedo decir? Te amamos mucho.

—Y yo a ustedes—sonrío—. Aunque no lo parezca y este con la mente en otro lado, mi corazón es solo de ustedes hasta el último de mis días porque gracias a papá y a ti he aprendido mucho sobre esta vida a la que me enfrento día a día sin descansar, no es nada fácil para mi haber crecido entre conflictos pero estoy muy agradecida por su apoyo y consejos que me han servido mucho para saber sobrellevarlo. 

—No tienes que agradecer, mi amor. Ed y yo intentamos que la carga no pese sobre tus hombros para que estés tranquila y vivas la vida que has querido desde los ocho años, sé que no ha sido fácil porque nada en este mundo lo es pero soy consciente y tu padre también, de lo mucho que te haz esforzado por levantar dos pueblos enteros que por causas del destino fueron saqueados. Estamos orgullosos, Alice. 

Esas últimas palabras llenan mi corazón provocando que esas gotas saladas aparezcan en mis ojos azules. 

—¿Ha ocurrido algo que te tenga así?—levanta mi rostro con suavidad—Siento algo aquí en mi pecho, Alice. Ese instinto de madre que sabe cuando algo anda mal y tu mirada lo confirma. 

—¿Cómo puedes saberlo solo con verme?—pregunto, curiosa. 

—Porque he aprendido a ver a tu padre, él no expresa cuando se siente mal solo actúa normal como si lo malo no valiera nada pero sus ojos azules al ser tan magníficos y expresivos, reflejan mucho. ¿Has escuchado la frase "Los ojos son el reflejo del alma"?

Niego con la cabeza. 

—Pues lo supe que era cierto cuando aprendí a descifrar a tu padre, hice lo mismo con Elena, lo hago contigo y evito hacerlo con Amy porque aún es una niña. Además, de como ya te mencioné, lo siento en mi pecho. 

Me tomo mi tiempo, ella no dice nada. Respiro profundo buscando las palabras adecuadas para que no me afecte tanto y no llorar frente a mi madre aunque sea probable que lo haga porque se me es difícil ocultar el dolor. No he tenido una conversación así con ella entonces esto es nuevo para mi. 

—Tuve una discusión con Valerie.—mascullo, jugando con las manos sobre mi regazo.

—¿Fue muy grave?

La Princesa Del Sur (Libro #1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora