Capítulo II

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El presente

Hacienda Siete Robles.

Max Verstapen estaba que ardía. Y no tenía nada que ver con el sol que caía a plomo sobre las gradas mientras veía un partido de polo, el estruendo de los cascos de los caballos haciendo que vibrase el suelo bajo sus pies.
El calendario no mentia. Tenía un retraso.

Se obligaba a si mismo a comer porque tenía que regular sus niveles de azúcar, pero el miedo lo tenia a punto de vomitar. Suspirando, miro a uno de los jugadores, que montaba un caballo castaño.

Esos dos meses de romance con Sergio Pérez estaban siendo mágicos, apasionados y serenos a la vez. Aunque no habian vuelto a acostarse juntos después de la noche del sauna, ese juego le habia hecho olvidar que era adoptado.

Los paseos en secreto en limusina, los ramos de flores sin tarjeta, los besos que le robaba cuando nadie podia verlos... todo eso habia ayudado mucho.

Creía haber encontrado la solución perfecta y ni siquiera había pensado dejarse llevar la tentación de acostarse con él.

Pero acostarse con él era imposible porque estaba casi seguro de haber quedado embarazado. Incluso pensar en la posibilidad lo mareaba, pero tenia que encontrar el valor para hacerse la prueba que guardaba en el bolso. Y lo haría después del partido.

Afortunadamente, sus gafas de sol ocultaban el miedo que habia en sus ojos.
Estaba en el palco reservado para los aristócratas europeos, los millonarios de los Hampton y las estrellas. Y a su lado estaba George Russell, el hijo de un senador.

Max se abanicó con el programa mientras miraba a Sergio golpeando la bola con el mazo. El pelaje de Máximo su caballo, brillaba como una moneda recien acuñada. Sergio adoraba ese caballo, el mas valiente de todos.
Cómo él.

¿Cómo reaccionaria cuando le diera la noticia? su relación no iba más allá de una mera atracción sexual.
¿Y cómo reaccionaria su padre? Se le partía el corazón al pensar que le había mentido durante todos esos años.

Christian Verstappen siempre habia sido un padre cariñoso mientras su padre, Jos, solía ignorar a sus hijos, a menos que hubiese cámaras cerca. No esta bien pensar mal de los muertos, pero Max no tenía mucha experiencia controlando sus emociones.

Eso de ser un "Chico bueno" era nuevo para él.
Aunque estaba haciendo lo imposible por portarse bien ese verano, al menos en público.
En privado era otra cuestión.

No podía alejarse de Sergio y sabia que eso podía costarle caro. Su secreta aventura no sería tan secreta una vez que el embarazo empezara a notarse...

–Malditos paparazzi–Murmuró mirando a su alrededor.
George lo tomo del brazo entonces.
–Como yo he descubierto de la peor manera posible, los fotógrafos son inevitables, pero no dejes que te amarguen el partido.

Max se volvió hacía el hijo del senador, que tambien había dado un escandalo a principios de año. Habían publicado una fotografía de George en una situación coprometida con un famoso Playboy, para descubrir mas tarde que estaban comprometidos.

¿Quién hubiera pensado que encontraría un alma gemela en aquel chico tan elegante y discreto?

–No te cansas nunca de que te persigan? ¿No te gustaría hacer lo que quisieras sin tener a los fotógrafos encima todo el tiempo? Nosotros no elegimos ser famosos.
George parpadeó sorprendido. Y era lógico. Max era famoso por salir en las revistas continuamente y nunca había pensado que un día querría que lo dejaran en paz.

–Mi padre tiene que soportarlos por su trabajo. Lo mínimo que yo puedo hacer es no dar escándalos y sonreír a los paparazzis. Además nada de esto es real, solo es un espectaculo para que el público se divierta–George sonrío por que tenía un fotógrafo frente a ellos–Pero cuando puedo evitarlos me siento mucho mas feliz.

Embarazado del Playboy ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora