20 de Mayo
Zoro lleva a Sanji al hospital en un tiempo que nunca se imaginó que tuviera la capacidad de hacer. La frenética esperanza de no haber metido la pata ha debido de surtir efecto.
Llega a Urgencias, deja el coche parado y se dirige a la puerta del pasajero, saca a Sanji y corre lo más rápido que puede con el cocinero en el brazo hacia el interior del edificio.
Llama a Chopper, ningún otro médico lo hará. Cuando las enfermeras intentan discutir, Zoro dice que sabe lo que le pasa al paciente, que conoce su historia. Eso las hace callar y una de ellas se apresura a llevar al joven médico a Urgencias.
Las enfermeras que siguen allí comprueban el pulso de Sanji y se aseguran de que sigue respirando por sí mismo, comentando entre ellas que es un poco superficial. Chopper aparece y aparta a las enfermeras para poder llegar hasta Sanji. No le dice ni una palabra a Zoro, solo le lanza una mirada en la que se lee alto y claro que Zoro necesita calmarse.
Ni siquiera se había dado cuenta de que se había puesto a dar vueltas hasta que una de las enfermeras se le acerca y le pide que, por favor, salga de la habitación. Zoro no puede hacerlo. No puede. "NO. Necesito estar aquí". Tiene la sensación de estar gritando. La enfermera insiste o tendrá que llamar a seguridad. Una breve mirada más de Chopper le hace salir corriendo de allí y volver a la sala de espera con todas las demás personas como él, o que no están tan enfermas como para estar allí.
Un guardia se le acerca lentamente tendiéndole las manos y preguntándole si Zoro puede mover su coche. Él no quiere. No cree que pueda. Siente que su respiración se acelera cada vez más hasta que alguien, otra enfermera, le coloca una bolsa de papel sobre la boca y le pide que respire hondo. No puede. No puede hacerlo. No puede perder a Sanji. Ni ahora ni nunca.
Pasan varios minutos antes de que la enfermera se sienta lo bastante cómoda como para quitarle la bolsa de papel. "¿Ya estás mejor?", pregunta.
Zoro se burla de la idea: "No hasta que sepa que va a estar bien". Con eso, Zoro vuelve a su coche, cierra la puerta del pasajero antes de entrar y encontrar el primer sitio disponible para él. Una vez aparcado, apoya la cabeza en el volante y respira. Ahora mismo le vendría bien un poco de alcohol, pero no lo hará. Luchará contra ello, por Sanji.
Zoro coge su teléfono de la guantera y vuelve a la sala de espera para jugar a alguna aplicación sin sentido mientras espera a que Chopper vuelva a salir.
Pasan varias horas antes de que Chopper aparezca junto a Zoro. Una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios cuando Chopper le mira. "Sanji está estable ahora. No hay por qué preocuparse".
Zoro se hunde en la silla, sin darse cuenta de lo mucho que le ha relajado esa frase.
"Vamos a tener que mantenerlo aquí durante un período de observación de 24 horas, después de lo cual será enviado a un centro de desintoxicación, donde pasará por su síndrome de abstinencia con los médicos vigilándolo. Después dependerá de Sanji". Chopper toma aire y se echa un poco hacia atrás en su silla, poniendo ahora su cabeza a la altura de la de Zoro. "Tuvimos que llamar a la policía y a Zeff. Probablemente tendrás noticias de ambos más tarde".
"Genial", suspira Zoro, esperando que Zeff no grite cuando llame, y que los policías que aparezcan sean los que él conoce. Tal vez pueda conseguir que Smoker deje libre a Sanji o algo así.
Chopper continúa, interrumpiendo el proceso de pensamiento vacilante de Zoro. "Lo trasladaremos pronto, pero aún no podrás verlo hasta dentro de un par de horas". Unos grandes ojos chocolate se vuelven hacia él cuando Chopper dice: "¿Estarás bien, Zoro?".
Levantando la mano derecha, Zoro pasa los dedos por los mechones de Chopper antes de dedicarle una pequeña sonrisa triste. "Así será". Chopper vuelve al trabajo y el teléfono de Zoro suena en su regazo. Es Zeff, genial.
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Labios Blancos - Zosan
FanficModern AU. Los ojos de Zoro observan el crujido de la nieve bajo sus botas antes de alzarse para ver un destello de color en el mundo gris y blanco que le rodea. Cabellos. Cabellos dorados resaltados por la luz de la calle. Labios blancos en un rost...