Capítulo 8: Amar a otro hombre

170 20 2
                                    

8 de Marzo

Zoro se despierta sobresaltado por el torpe deslizamiento de Sanji desde la cama. Ni siquiera está tan quieto mientras se pone algo de ropa, saca la caja que hay debajo de la cama y sale de la habitación con un leve suspiro en la puerta antes de que los pasos se desvanezcan en el salón y salgan del apartamento.

Zoro no puede decir que no esperara que esto ocurriera. Podia ver en los ojos de Sanji cuando se estaban metiendo en la cama que tal vez no llegara mas lejos que esto, por ahora.

Zoro quiere correr tras él. Detenerlo y llevarlo de vuelta a la cama, pero en su cabeza hay un miedo que le dice que Sanji podría haberse quedado. Podría haber luchado, pero en realidad no quiere hacerlo con Zoro. Que es Zoro el que le retiene.

La voz se repite y se repite mientras Zoro se pone rápidamente la ropa y toma la decisión de seguir a Sanji. Para ver a donde va y de quien lo consigue. Zoro puede incluso detener el trato y arrastrar a Sanji de vuelta al apartamento. Rápidamente se escabulle fuera del apartamento y baja las escaleras hasta la carretera comprobando primero a la izquierda sin rastro del rubio y luego a la derecha donde acaba de ver desaparecer a Sanji al doblar la esquina.

Con el corazón en la garganta Zoro le sigue. Había pensado que podría haber algo más que Sanji dando tumbos por las calles, tropezando con las grietas del pavimento, pero en realidad no lo hay. Es solo Sanji buscando a alguien. Zoro no sabe a quién y no puede ver la expresión de la cara de Sanji para saber si está buscando a un traficante o no.

Es cuando Sanji se acerca a este rubio afeitado cuando Zoro se da cuenta de que Sanji se ha dejado la cartera en el apartamento. Lo más probable es que este hombre no sea un traficante. Zoro ve como Sanji le coge de la mano y le lleva a un callejón cercano a ellos. A Zoro se le para el corazón.

Es Sanji vendiéndose por dinero. Este es el punto hasta el que Sanji es dependiente de sus drogas. Hasta el punto de que cuando no lleva dinero encima, se las apaña.

Con pasos lentos y nerviosos Zoro se acerca al callejón. Su cerebro corre en un millón de direcciones sobre como Sanji esta tirando su relacion por la borda mientras complace a este desconocido en un callejón sucio. Pero Zoro no puede echarle toda la culpa a Sanji. El también  ha tirado toda la relación al ver como Sanji caía y no hacer nada para evitarlo.

Zoro se congela en la entrada del callejón, con el corazón en la garganta cuando escucha los ruidos del desconocido y los gruñidos ahogados y apagados de Sanji. Esos sonidos solo pueden significar que Sanji le está dando una mamada al tipo. El era el comienzo, Zoro pensó que Sanji era honestamente el comienzo de algo nuevo, algo hermoso, pero ahora. Ahora que escucha a su amante complacer a otra persona ya no está tan seguro.

Hay un ardor en sus pulmones que le hace querer estrangular a este tipo por usar a Sanji de la forma en que lo hace, pero los miembros de Zoro no funcionan. Le retienen y le alejan de la entrada cuando oye las gracias del gilipollas.

Su mente se adormece cuando ve salir a Sanji agarrando un fajo de billetes como si fueran su salvavidas. Ni un solo sentimiento recorre a Zoro mientras ve a Sanji avanzar a trompicones por el camino. Ni una pizca de celos cuando Sanji empieza a mirar a un grupo de prostitutas en una esquina. Incluso cuando Sanji no puede mantenerse erguido por sí mismo y tiene que usar las paredes del edificio como apoyo, nada se agita en el pecho de Zoro.

Es una calma de batalla que ya ha sentido antes, pero que desea que desaparezca. Ahora necesita el dolor. Necesita sentir este dolor al ver a Sanji acercarse a tientas a un hombre y entregarle el dinero, recibiendo a cambio una bolsa. Necesita la culpa y la rabia mientras sigue a Sanji hasta el callejón, deteniéndose en la entrada para ver como Sanji le da una calada a la pipa que se llevo.

Labios Blancos - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora