Capítulo 7

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Un repiqueteo contra las ventanas avisó de la tormenta que acababa de llegar a los terrenos del castillo. El saloncito se sumió en oscuridad y fueron a encender la chimenea para iluminar la habitación y velas para poder leer la carta.

El ambiente se tornó más íntimo de lo que pretendían y entre la tormenta, el estrecho sofá, el calor del hogar y la luz de las velas, el corazón de Hermione latía fuerte contra su caja torácica y sentía su tez morena enrojecer en la oscuridad. Los largos dedos de Malfoy, tan pálidos que eran visibles en la penumbra, cogieron la varita y susurrando Lumos acercó la punta iluminada a la carta que sujetaba Hermione.

Un mechón blanco se le deslizó hacia adelante cuando se inclinó hacia ella para leer la carta y Hermione se lo quitó con delicadeza antes siquiera de pensarlo, deslizando su mano por el suave y liso pelo de Draco. Ambos se quedaron congelados por la acción de la chica, ante eso Hermione decidió actuar como si no le hubiera acariciado la cabeza:

- Tu pelo está en medio, ponte gomina o una diadema o algo, Malfoy.

Draco la miró fijamente sin decir nada, con el rostro en blanco:

- ¿Es una puta broma, Granger? Tú eres la de los pelos de loca.

- Cállate y leamos ya lo que escribió el profesor Dumbledore.

"Estimados Señoñrita Granger y Señorito Malfoy,

Primero que nada, agradecerles su inestimable ayuda con el difícil favor que les pido a continuación.

A lo largo de la historia del Mundo Mágico han existido peleas de poder. Como bien sabrán, el poder corrompe y ha sido precisamente la idea de poder absoluto tras la que muchos magos y brujas excelentes han acabado ansiando y pereciendo en la búsqueda de la tan famosa varita de sauco. El simple hecho de que exista es una puerta abierta a que la historia se repita de nuevo y alguien tan avaricioso como Tom Riddle quiera volver a intentar hacerse con ella.

La misión que les encomiendo no será rápida ni sencilla puesto que lo que les pido es que encuentren la manera de destruir una de las tres Reliquias de la Muerte.

La manera más efectiva de hacerlo ya se lo imagina usted, señorita Granger y el momento más adecuado sería cuando nadie la posee.

Lamentablemente no tengo ninguna pista sobre como destruir una varita tan poderosa, pero la solución siempre está presente de una manera u otra.

Trataré de comunicarme en algún otro momento, pero la maldición del anillo me impide llevar a cabo todo lo que debiera ser necesario.

Recuerden, Hogwarts siempre ayudará al que lo necesite.

APD"

Tras terminar de leer la carta, cada uno se quedó en silencio procesando la colosal y (prácticamente) imposible tarea que el profesor Dumbledore les había encomendado. Si Dumbledore tenía ya la maldición del anillo y cuando les visitó no, había pasado bastante tiempo, por lo que algo tendría que estar pasando.

- Pero entonces, ¿qué quiere exactamente que hagamos? - preguntó Malfoy estupefacto- No se puede destruir una reliquia hecha por la mismísima muerte como si nada. Además de que la varita se perdió en la Batalla de Hogwarts.

- Está claro que quiere que destruyamos la varita, por tanto, algún modo debe de haber. - contestó Hermione y se mordió el labio- En cuanto a lo de la varita...no exactamente.

- ¿Qué cojones quieres decir con "No exactamente", Granger?

- ¿Por qué eres tan malhablado ahora, Malfoy? - frunció el ceño Hermione.

Las perlas de OuruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora