Capitulo 27

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—¡Oh por Dios! Qué coincidencia encontrarlos aquí. 

—¡Hola!—saludó John, evidentemente alegre. 

Camille no perdió el tiempo y se acercó para besar las mejillas de ambos. Primero el castaño, y luego Thomas. En este último se demoró más tiempo a propósito. Sus labios húmedos se posaron suavemente en su piel. Se estremeció como nunca antes al besar a un hombre. 

No quiere imaginar lo que sentiría si besara sus labios. 

Luz se acercó con cautela a John, creyendo que no la veía.  

—Hola… 

—Luz ¿Qué tal? ven, siéntate a mi lado. 

La muchacha tomó una silla y se sentó junto a él. A Thomas simplemente le sonrió. 

—¿Ya comieron? ¿Quieren una hamburguesa? 

Thom contuvo las ganas de patearlo por debajo de la mesa. Si las invitan, significa aguantar por un par de horas más a la colorina que no disimula para nada su interés en él. 

—¿Qué dices amiga? ¿Te apetece? 

—Si claro. 

Con esa respuesta Camille se levantó de la silla que deliberadamente había tomado para sentarse al lado del médico. Tomó a Luz del brazo y caminaron al carrito. 

—Esperen… yo las invito —John levantó su mano llamandolas. Pero ellas lo ignoraron. 

—Dejalas, no se ven del tipo de chicas que dejan que se les pague todo. 

—Asi veo. 

—Es diferente a todo lo que he conocido —susurró para sí mismo el pelinegro, aún sintiendo la calidez del beso en la mejilla. 

Unos minutos después, las chicas volvieron. Cada una con una tremenda porción de hamburguesa, y papas fritas. Volvieron a los puestos de antes y comenzaron a comer. 

El silencio se hizo presente.

La incomodidad de Thomas.

El sueño cumplido de Camille. 

Los nervios de John.

Las pulsaciones aceleradas de Luz. 

—¡Hmmm qué exquisito! —la colorina fue la primera en hablar —. ¿Cierto Thom? 

El aludido abrió los ojos con sorpresa. ¿Ya estaba usando diminutivos? ¿En qué momento le dio la confianza? 

Pese a que él la ignoró, la sonrisa no se borró de su rostro. Ella se siente optimista, está muy segura que el universo conspiró a su favor para encontrarlos en el parque. Aquello es una señal divina. 

Luz, incómoda por la situación, se decidió a entablar una conversación con su acompañante. Se movió ligeramente y al hacerlo sus rodillas toparon, alarmada movió sus manos en el aire y fue ahí, cuando botó el vaso de bebida que derramó su contenido en las piernas de John. 

—¡No puede ser! !Lo siento, lo siento mucho! —repitió mientras agarraba una servilleta e intentaba secar la superficie de la mesa. 

—¡Qué tonta! —dijo en voz alta. 

—Hey—el castaño tomó sus manos y la frenó —. No digas eso. Puede pasarle a cualquiera, tú no eres tonta. 

Sus manos tocándose. Una descarga eléctrica se sintió desde la punta de sus dedos hasta su corazón. ¡No podía ser normal! 

—Se ha mojado tu ropa —se lamentó Luz con un puchero. 

—En el auto tengo un sweater, ve por él—acotó Thomas. 

Te encontré en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora