Capítulo 34

3K 173 2
                                    

John

Llámenme loco, quizás para el mundo lo soy. 

Pero yo me siento más cuerdo que nunca. 

Fue una noche maravillosa, dormir junto a ella, y estar a su lado infla mi pecho de una cálida sensación. 

Siento que mi corazón puede explotar de felicidad. 

No tengo miedo a enamorarme de Luz, porque probablemente ya lo estoy. 

Vuelvo a casa contando los minutos para volver por ella y llevarla a cenar. 

Sé que debo decirle la verdad de mi condición, sin embargo tengo miedo de lo que pueda pensar de mi. ¿Se enojará? ¿Pensará que la engañe? 

Puedo jurar que no he querido engañarla, es sólo que metí las patas hasta el fondo y ahora no sé cómo solucionar esto. No puedo simplemente decirle al mundo que ahora puedo ver. Esto va más allá, compromete a Thomas, a la clínica, y a un informe médico totalmente legal. 

Mi móvil suena. Es mi madre.

—¿Si?

—Buenos días hijo, ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu noche? 

—Todo bien, ¿Le pasó algo? 

—No, nada, quería saber de ti. ¿No tienes algo que contarme? 

Tengo el presentimiento de que ella sabe más de lo que dice. 

—No lo creo madre. 

—Mmmm, está bien. Cuídate cariño. Nos vemos pronto, tal vez me deje caer en tu hogar uno de estos días. 

Antes de que pueda contestarle, cuelga la llamada.

Creo que Lisbeth le ha contado algo, ellas son bien amigas, y no sería la primera vez en qué mi madre se entera de cosas por medio de ella. 

Vuelvo a la mansión y espero paciente la hora del almuerzo. Me encierro en mi despacho y leo unos papeles que mi hermano me ha enviado para que los revise mientras bebo un poco de té.  

Luego de tres horas me preparo para ir a buscarla, me ducho, y cambio de ropa. 

Carl ya sabe a dónde ir, y cuando estamos llegando a la pastelería la veo a la distancia de pie sobre el asfalto.

Luce tan bonita, con esa misma sonrisa que me volvió loco desde que la vi en el parque. 

Sube al vehículo, aún no tengo un destino decidido, quiero que ella lo escoja. 

—¿Dónde quieres ir? —le preguntó después de besarla con devoción, como si no lo hubiese hecho durante horas, anoche. 

Frunce sus labios y con un dedo en su mentón, piensa. 

—Me gustaría comer pizza. 

—¿Si?, entonces eso haremos. No nos tardaremos mucho. 

—Tengo el día libre. Karen llegó al local y ella me está reemplazando. 

—¿Enserio? ¿Apareció? 

—¡Si!, resulta que debido a sus bajas calificaciones la castigaron sin móvil ni salidas. Pero ya contratamos un detective, confío que encontrará algún familiar de parte de su madre. 

—Confiemos que así será. 

Luz se acurruca a mi lado mientras nos dirigimos a la pizzería. Le tomo su mano y acaricio su piel con mis dedos. 

—¿Me extrañaste? 

—¿Tú sí?, hace solo un par de horas que dejamos de vernos. 

—¿Me creerías si te digo que te extrañe?  

Te encontré en la oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora