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Jueves por la tarde, 7:38 pm.
Las risas eran encerradas y resguardadas en las paredes del departamento de la femenina. A la cuál; poco le interesaba el tema de conversación, cosa que era conocida por absolutamente todos, todos incluído su novio; Oliver Hatsune. Joven de estatura promedio, cabellos claros, unos hermosos ojos verdes. De personalidad inusual y mayormente energética. Todo ésto combinado era algo que sin duda alguna enamoraba aún más a la chica, quien de especial no contenía mucho más allá que algunas características fuera de lo común. Habían decidido pasar la tarde en el departamento de ella. " Pasar un tiempo en pareja " como muchos lo llaman. Ambos se compartían anécdotas al azar; más ella. Quien por alguna razón, parecía tener muchas guardadas. Y como respuesta, el joven no hacía más que complementar con risas o comentarios variados. También había entre los planes el ver una película, aún y si él no fuese un verdadero fan de cintas cinematográficas; le agradaba el escuchar a su novia el contarle datos, teorías propias o los análisis que tenía para absolutamente todo. En sus palabras; " Era una chica excepcional "
—¿De verdad se quedaron encerradas allí? —
—Sí! Lo peor fué que tuvimos que esperar unas dos horas ahí dentro. Yo estaba que no podía más — Decía Kiki reacomodandose en el sillón en el cual estaba sentada, para seguido de dejar escapar una leve carcajada y casi al borde de las lagrimas.
En respuesta el muchacho sonrió. Las anécdotas que se compartían cambiaban tanto de semblante. Cosa que no hacía más que reforzar la confianza entre la susodicha pareja.
—Y es por eso que jamás podré superar mi miedo a los ascensores —
—Nah, creo que " jamás " es mucho. Has podido superar muchas cosas, no? Unos ascensores no serán la gran cosa amor —
—Jaja, solo bromeo Oli. Sé que algún día voy a poder subirme a uno sin agarrarte la mano al instante
—Eso último no es tan necesario si lo piensas.. —mencionó el de ojos esmeralda, mientras; intencionalmente o no, tomaba la mano de su chica. Kiki sonrió dulcemente en respuesta.
—Tienes razón.. no hay un porqué para dejar de hacerlo. — le dijo ella.
Al encontrar sus miradas de manera mutua ella se aproximó mucho más a él, acortando la distancia entre sus cuerpos y; quizás inconsciente o involuntariamente. También la de sus labios.
Era un beso como cualquiera de los otros que solían darse; uno lento, dulce, cariñoso. No planeaban pasarse a más allá. A ambos les parecía mucho mejor el disfrutar del momento de una manera más lenta y tranquila, sin apuro alguno. Pero claro; jamás se podría mantener así por siempre. Con el paso de los segundos algunas caricias se fueron esparciendo por el cuello y el cabello de Oliver. Kiki tenía su mano izquierda en la nuca del chico, cosa que le facilitó mucho más el disfrutar del momento de una manera un tanto diferente. Ambos se separaron unos segundos.
