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Cierta y verdaderamente, pocos son los afortunados que cuentan con la suerte de afirmar haber vivido en el pueblo de San Bernardo, en dónde ahora muchos curiosos en busca de pruebas sobre brujas van a saquear lo poco que queda de el. Y sí, tienes razón. Yo fuí uno de ellos. Contaba con veintiuno, ¿Cómo no recordarlo?, ¿Cómo no recordar cuando satanás golpeó mi puerta y lo invité a pasar? Te veo ansioso, quizás y eres de esos tantos fanáticos de historias fantásticas y maravillosas. No sabría si considerar la mía como una de ellas, hay una mezcla tan bizarra de sentimientos y actos que.. ni yo sé que trataba de hacer allí.
Lo recuerdo tan perfectamente; Cuando no se encontraba presente ni el capitán ni sus soldados, era yo quien solía solucionar los problemas del pueblo. Me consideraban hábil en ese aspecto y sinceramente también solía aceptar para limpiar mi nombre y esa mala fama que se me creó debido a mi personalidad desvergonzada y algo.. " problemática "
—problemas de conducta — como decía mi padre con mala cara cada que el reclamaban por ello.
Recuerdo que me habían encargado la misión de capturar a unos intrusos que últimamente habían estado ingresando sin permiso y robando suministros. Accedí sin mucho problema, desde mi punto de vista de siempre la paga sería algo exelente y podría por fin saldar las deudas de mi padre. E incluso pensé en la posibilidad de que quizás mis hermanas podrían salir finalmente de ahí.
Recuerdo el como me alejaba más y más del pueblo, el como los pueblerinos me deseaban la mejor de las suertes, que si bien ya contaba con la experiencia, jamas estaba de más ser bendecido de dicha forma. Tenía miedo, sentía una sensación extraña en mi cuerpo, de esas veces en cuando tú sabes que algo anda mal, pero no sabes confirmarlo. Si alguien me hubiera advertido creo que de primeras jamás hubiera entrado o aceptado, no. Definitivamente no.
Me acuerdo el estar a mitad del bosque, normalmente decían que era peligroso entrar ahí, y lo confirmé al ver el cuerpo ensangrentado de un pequeño animal, el pobre había sido herido por una flecha y, por las mordidas, supuse que pronto sería comida fácil para el resto de los animales que rondaban por ahí. Continué divagando en mi mente mientras de igual forma estaba al pendiente de movimientos extraños. Me puse a pensar en el juicio de brujas de la semana pasada, la mujer a la que ejecutaron no tenía mucho de especial.. Tenía aproximadamente 67, un nieto del que cuidar y un cargo imposible de retirar, la habían acusado de brujería. El olor a humo aún lo tengo impregnado en el abrigo, fue tan agobiante que me tuve que ir, no quería ser testigo de ello. Me acuerdo el como poco importaban sus gritos y súplicas o el llanto de aquel pequeño niño pelinegro. Solo por no practicar la misma religión, ¿Será cierto si quiera la existencia de ese ser divino? No quería cuestionarlo durante la cena.
Seguí caminando un par de minutos mientras me dejaba llevar por mi instinto, llegó un punto en el que creía que no iba a conseguir nada más que perder tiempo, no había nada extraño ni inusual, quizás y el pueblo entero se equivocó en sus suposiciones.. Espera, me detuve. ¿Por qué lo hice?
