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La tarde caía casi muerta ante la ciudad, el cielo vestido de naranjas prendas ahora estaba por cambiarse a unos tonos más oscuros. La brisa golpeaba suavemente las hojas de los árboles, el cabello de diferentes personas incluyendo sus rostros. Muchos traían guardado en su cerebro que los días viernes no son los más convenientes para andar transitando. Muchas personas se devuelven a sus hogares luego de una extensa semana, o quizás se encuentren muchos grupos adolecentes tratando de pasar la « mejor noche » de toda esa semana.
Bueno, Kiki sabía todo ésto. Y aún así había corrido con la mala suerte de caer dormida a una hora que ni si quiera ella recordaba. Trataba de apurar al taxista lo qué más podía, y él en respuesta trataba de cumplir los deseos de su pasajera, a regañadientes, claramente.
-Llegare tarde!! - decía ella realmente preocupada por su atraso.
-Lo sé señorita. Lo lleva repitiendo cada cinco minutos desde que se subió .. - contestaba el hombre con una pesadez ante la notable insistencia.
Kiki buscaba en su teléfono alguna solución para quizás salir justificada de ésta. ¿A quien podía hablarle? Ya tenía claro que Shany no trabajaría ese día, Sebas tamaño. Rebuscó por un momento en su mente quien podría ser su salvación. Y recordó el nombre de un chico que conocía bastante bien; Oliver.
Y aún con los tantos mensajes enviados, ninguno tuvo respuesta. La chica de cabellos negros llevó una de sus manos a su rostro para masajear el puente de su nariz, por la frustración que trataba de disminuir. Pero por suerte para ella o quizás por una especie de milagro, acabó llegando más pronto de lo que hubiera creído. Agradeció repetidas veces al conductor y le dejó dinero de más. Para apresurarse a llegar.
Kiki evito cruzarse mucho con la gente que iba ingresando, no quería tener más problemas de los que esa noche ya le brindaba. Se acercó a la barra en dónde un joven de cabellos claros ( casi blancos ) se encontraba atendiendo. La confundió por un segundo con otra chica joven más, hasta que distinguió bien su rostro; reconocería ese cabello ondulado aunque se hubiera quedado completamente ciego.
-¿¿Kiki?? - preguntó él con asombro por la tardanza de la femenina. Mientras que ella se veía angustiada y con la respiración acelerada, aparentemente había estado corriendo desde el taxi hasta el establecimiento hace un par de cuadras. Su pelo lucía incluso más desordenado que de costumbre, eso no le daba puntos a favor.
- ¿tú llegando tarde? - se escuchó preguntar por parte del de ojos color esmeralda, Kiki por su parte cubrió la boca del muchacho con sus manos. Pidiendo así que guardara silencio, con la esperanza de que su supervisora no la pillara. Pero ya había sido muy tarde, de hecho. La misma mujer de aproximadamente cuarenta y cinco años se había estado quejando con el único bartender en turno sobre la tardanza de la chica, nada más ni menos que con Oliver Hatsune.
-Con que la señorita llegando tarde - se escuchó la voz de una tercera. Una mujer ya de edad, quien cumplía el papel de jefa de barra en aquella discoteca. Miraba a Kiki de una manera desafiante mientras le propinaba un regaño por haber llegado tarde. La joven no podía hacer más que quedarse quieta escuchando a su jefa. -Te quedas horas extras -
