CAPITULO | 1 | Jaula de cristal

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Fuegos artificiales, coronas y la mujer que me gusta bailando con el imbécil que me la arrebato, justo frente a mi, en la enorme pista de baile.

Todas sus familias reunidas, gesticulando enormes sonrisas mientras el magnifico Saetang Malee se revuelca en su miseria.

Todo.

 ¿Qué es todo?, creí haber estado seguro de que era tenerlo todo, hasta que una bala atravesó mi abdomen y secuestre a una hermosa doctora para que me salvara la vida.

Uno.

Un maldito segundo viéndola frente a mi curando mi herida, basto para darme cuenta de que no tenia nada, lo que creí que era mi todo, estaba frente a mi.

O tal vez estaba equivocado.

Intente disipar todos esos pensamientos depresivos observando al cielo, viendo como se incendiaba con luces de colores, pero no pareció funcionar, así que hice lo que mejor sabia hacer además de embriagarme que tampoco parecía funcionar. Comer.

Camine directo a la cocina del palacio. Si. Había comida afuera, pero solo significaba, comer viendo lo que ahora mismo me dolía y..... No. No quería eso, quería huir, pero Jungkook me había enseñado que huir no disipaba el dolor, solo lo cubría con una enorme costra que al final debía caerse y doler de nuevo.

De todos afuera, para mi él era mi única familia, un hermano, y gracias a él, conocía al que hoy en día puedo llamar, mi mejor amigo, Taehyung, si. Otro tan miserable como yo, enamorado de la misma mujer, pero gracias al cielo, esta medicado ahora mismo en una clínica, mientras yo, tengo que ver esa escena catastrófica sin anestesia.

-Señor, no puede estar aquí.-Un mesero intento detenerme, pero a mi no me detenía ni el diablo.

-¿Le negaras un vaso de agua y comida a este pobre miserable?-Parpadee un par de veces provocando que no le quedara otra opción mas que dejarme pasar.

-Bien, pero no toque los cuchillos.-Sonreí con sorna y asentí. 

Tome una botella del mejor vino y la abrí para después tomar una charola entera de bocadillos de caviar, y sentarme en el piso a mitad de la cocina, increíblemente elegante, por cierto. Eleve una ceja asintiendo con aceptación que esta cocina era mejor que la mía. Pero no por mucho, creo que tendré que hacerle algunos cambios, si, eso hare apenas regrese.

Estaba por comer tres bocadillos juntos cuando casi me atraganto.

-¿No le han dicho que comer en el suelo es precaria educación?-Fruncí el ceño elevando poco a poco mi vista desde los pies hasta el rostro de la joven frente a mi.

-¿Y a ti no te han dicho que es de precaria elegancia usar vestido sin zapatos?-Me defendí ganándome un ceño fruncido y un rostro de niña regañada.

-Bien, estamos a mano. ¿Quién eres?-Pregunto sentándose junto a mi haciéndome retroceder un poco.-Oye, no te voy a morder.

-Quien sabe.-Me miro mal.

-Bien, presentémonos.

-No quiero.-Me defendí.-Yo estaba muy cómodo y tu llegaste a contaminar mi espacio personal.

-Eres un maldito.-Me dio risa que a pesar de intentar ser grosera, su voz era realmente dulce.

¿Qué demonios estoy diciendo?

-Soy Grettell y soy la princesa.-Rei por lo bajo.

-Soy Saetang y soy mafioso.-Ahora ella rio.

-No estoy mintiendo.-Dijo riendo de manera hermosa. ¡Dios! 

Mi Adorable PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora