Capítulo 8: El Debut.

110 8 7
                                    

El carruaje del marqués Sado se detiene lentamente frente a la pequeña residencia de los DieAdelle. Yasutora espera tranquilo a que el paje le abra la puerta y le da las gracias.

Camina hacía la residencia preguntándose por millonésima vez desde que salió de su casa ¿Por qué está nervioso? No es la primera vez que van juntos a fiestas, ésta es solo otra salida más. Sospecha que es culpa de la "tensión" que deja la palabra debut. Aquella palabra que significa estar lista para buscar un marido.

Cristal se encuentra en ese grupo de mujeres.

Se pone tenso y se culpa por ello, su amiga es una mujer lista, elegirá al hombre adecuado sin un margen de error, por lo que no hay necesidad de preocuparse por ella.

Sino de Cang Du.

En cuando solucione los problemas en sus tierras (que espera que sea pronto), dedicara todo su tiempo en descubrir las intenciones de aquel canalla.

Da gracias al mayordomo que le abre la puerta y le devuelve su saludo. Aquel anciano robusto y barba larga en vez de cabello de nombre Iroh que ha estado sirviendo a la familia desde que el señor Robert era un niño, lo guía al comedor mientras le anuncia que Cristal bajara pronto, que al parecer su doncella no quiere liberarla fácilmente.

—No se puede perder la tradición de la familia. — Sado sonríe, consciente que el clan DieAdele ha llevado desde el nacimiento del Imperio el deber con orgullo y honor tomar decisiones que sean beneficiosas para la seguridad de la familia Kurosaki, incluso acogieron a Masaki de niña tras quedar huérfana al estar en primer lugar en el testamento. — No importa si es con una espada o un vestido.

Cierto, lo que se espera de Cristal no es que elija a un hombre que tenga un título superior o que tenga dinero, más bien tenga conocimiento militar y hombres que peleen por el imperio, también herederos que sean a futuro guardaespaldas de los Kurosaki. El título y el dinero son algo extra.

—Estoy seguro que Cristal... – Tose, queriendo disimular la incomodidad que lo corroe. — dejara bien a su familia.

—No lo dudo. — Sado se pone más incómodo por la extraña mirada del hombre.

La suerte lo beneficia con la aparición de la doncella. Iris, es su nombre. Ella se inclina en respeto ante el marqués.

—Lady Cristal. — Anuncia la llegada de su ama mientras se escucha el taconeo.

La susodicha aparece en escena con un vestido blanco, color tradicional de las jóvenes que se presentan en sociedad, de mangas largas y una capa que se cuelga en sus hombros y cae grácilmente en su espalda como la cola de un vestido de novia; el escote es circular y discreto, al igual que la larga falda que le tapa los tocones; no lleva joyas porque encuentra suficiente los adornos de flores en oro en su escote hasta arriba del ombligo, también en las hombreras, escondiendo el inicio de la capa; y en su brazo izquierdo, sobre la manga del vestido, lleva el ramillete de flores azules.

—Hola Yasu. — Saluda tras una sonrisa; se había recogido todo el pelo en un tomate, dejando algunos mechones cortos que rocen sus mejillas, y se había pintado los labios en un tono rosa opaco y los ojos de un sombreado del mismo color.

—Buenas noches Cristal. — Dice Sado confundido que se la quede viendo de una manera diferente.

Embelesado.

Y que la mirada de Iroh siga posada en él de una forma rara no ayuda tampoco.

—Gracias de nuevo por ofrecerte ser mi chaperón. No debías con el problema que tienes en casa.

–Mi abuelo puede encargarse... y no es ni un problema ayudar a mi amiga.

—¿Cómo esta? ¿Aun inmune a las espadas? — Bromea y Sado no puede evitar sonreír.

Heredero en busca de EsposaWhere stories live. Discover now