Cachorros.

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En todos esos meses, Jungkook no había hecho más que andar de sirviente, atendiendo a Jimin en todo lo que pudiera. Y aunque este insistía en que aún podía hacer sus tareas con normalidad, la verdad es que el azabache no lograba quedarse tan tranquilo. Su vientre estaba enorme, le daba miedo que tropezara, que le sucediera algo a él o a los cachorros.

Pero por su parte, Jimin se sentía muy relajado y conforme con su embarazo, disfrutándolo a pleno en lo que podía. Esa enorme panza no era impedimento de nada, ni siquiera para el sexo delicioso que habían tenido horas antes de empezar con las contracciones. De hecho, no había sentido real miedo hasta ese momento, en el que su mente se había llenado de preguntas.

¿Iba a ser capaz de sobrevivir? Era lo que más lo mortificaba.

La puerta de Seokjin sonó con furia, haciendo que este tuviera que dejar todo lo que tenía en mano para ir a atender. Y en cuanto abrió, supo a que se debía la visita, pues el estado en el que el alfa se encontraba era obvio.

—Seokjin, los cachorros ya vienen, Jimin rompió bolsa —exclamó Jungkook, agitado por la corrida que se había mandado para llegar hasta allí.

Seokjin no dijo nada, simplemente tomó el bolso que tenía preparado desde hacía unas semanas, cargó a su bebé en la tela que solía colgar de su espalda y corrió a toda velocidad siguiendo a Jungkook.

En cuanto llegó, llenó la casa de protecciones por si las dudas y dejó a su retoño en uno de los sofás con sus juguetes para que se entretuviera. Subió de a dos en dos los escalones, indicándole a Jungkook que se quedara abajo en lo que atendía a Jimin.

Agua tibia, mantas limpias, tijeras desinfectadas, todo fue puesto a su alcance, bajo la atenta mirada del omega: —Jin, tengo miedo —habló, notablemente nervioso por lo que pudiera llegar a pasar.

—No va a pasarte nada, así que no temas. Respira y mantente ahí —acomodó como debía sus piernas y se acomodó para examinarlo mejor.

Los minutos parecían años para Jungkook mientras escuchaba a su omega gritar del dolor y el esfuerzo, caminando de un lado a otro. Todo su cuerpo se estremecía de solo sentir lo que estaba ocurriendo a través del lazo, quedando completamente seguro de que los alfas no eran el sexo fuerte en verdad.

Jimin estaba agotado. Sus mejillas estaban rosas, la camisa se pegaba a su piel del sudor, al igual que el cabello en su frente, húmedo y despeinado. Las lágrimas caían por sus mejillas ante el indescriptible dolor que sentía, la cama llena de sangre. Apretaba con todas sus fuerzas lo que tenía a mano mientras pujaba, sintiéndose aliviado en cuanto escuchó llorar al primero, pero creía no poder lograrlo con el segundo.

—N-No puedo —lloriqueó, ya sin fuerzas para seguir pujando.

—Jimin, solo será una vez más y luego estarás bien, lo prometo. El mal momento pasará en menos de lo que te imaginas y podrás ver a tus cachorros. Piensa en lo que has soportado todos estos meses y que ahora estarán afuera, podrás disfrutarlos a pleno junto a Jungkook —pidió Seokjin, hablando de una forma tan dulce que lograba relajar al omega.

Sabía cómo era pasar por eso, y peor él que tuvo que tener a su cachorro solo, pero no era el caso de Jimin. Iba a ayudarlo en todo.

El peliblanco asintió, tomando aire y la poca fuerza que le quedaba para volver a pujar. Seokjin tuvo que ayudarlo en tomar al cachorro y tirar con cuidado, suavemente, ayudando a que saliera más rápido, pues ya se estaba tardando.

En cuanto el último salió y su llanto se oyó, Jimin se relajó, recostándose contra todos los almohadones mientras cerraba los ojos. Su pecho subía y bajaba a gran ritmo, su respiración era pesada. Tenía ganas de dormir y no despertar en años, pero en cuanto se percató de que aquellos llantos eran de sus cachorros, sentía que podía sacar energía hasta de donde no tenía.

presa fácil  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora